Capítulo I: El primer encuentro.

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Ese día me había levantado tempranísimo. Paul, mi nuevo jefe quería que me presentara en las instalaciones de Shady Records lo más temprano posible, así que en cuanto amaneció ya estaba levantada yendo de aquí allá para comenzar mi mañana. Después de una ducha rápida y un desayuno exprés de huevo con tocino previo a vestirme con una falda tipo lápiz gris que me llegaba a la altura de las rodillas y una blusa abotonada blanca con su saco ajustado del mismo color que el conjunto, me veo por última vez en el espejo con un mohín en los labios, me hago un recogido en el cabello a sabiendas que este no era mi estilo. Lo formal nunca fue para mí en lo absoluto. Salgo a trompicones del apartamento hasta el auto, no era muy buena andando en tacones altos pero llevar deportivas no era una opción por desgracia. El tiempo no estaba de mi lado por el terrible tráfico que había en el trayecto apenas y conseguí llegar a tiempo.

En cuanto me aparque en el estacionamiento corrí hacia al ascensor tanto como pude al punto que creía que iba a caer de bruces en cualquier momento y para mi fortuna las puertas estaban a punto de cerrarse en mis narices, pero de pronto una la mano se interpuso en medio de las puertas impidiendo que avanzaran sin mí. Sentí que mi alma descansó en ese momento y entro sin ver a los lados sin embargo, a los segundos me percato que solo éramos nosotros dos; el hombre que me había salvado el culo y yo. Las puertas se cierran y es cuando alzo la mirada para verle el rostro y de paso darle las gracias. 

— Me has salvado de la ira de mi jefe. Gracias. —Mascullé llevándome un cabello suelto detrás de la oreja mientras lo examinaba de reojo; era un poco más alto que yo incluso de que poseyera unos zapatos de tacón considerablemente altos, tenía una cabellera corta y rubia además de sus ojos azules inexpresivos. Él ni siquiera me miró, ni con el rabillo del ojo simplemente se encogió de hombros con indiferencia. «Amargado» pensé para mí misma. En cuanto las puertas se abrieron en mi piso me adelante a salir dejándolo atrás, si ni siquiera desearle un buen día. ¿Tan complicado era responder un «de nada»? Puede que me haya salvado el culo pero era un arrogante total, eso lo sabía con solo mirar alguien.

Dispuesta a que eso no fuera arruinar mi primer día de trabajo pongo una mejor cara al entrar al despacho de Paul.

Paul me miró entrar desde su silla y puso una cara divertida en cuanto me miró, no era nada que ver como lo que había visto en aquel bar por lo que rió en alto haciéndome varios cumplidos inocentes.
—Ya basta, Paul... me siento estúpida vestida así. —Solté entre risas nerviosas bajando la mirada a mi atuendo ridículamente sofisticado.
—¿Estúpida? Qué carajos dices. Eve, estás hermosa. —Dijo tratando de cortar mis nervios siendo que era todo lo contrario.
—Calla Paul y dime cual es mi primera misión. —Paul me miró con una expresión divertida al ver que comenzaba a irritarme al principio. Él me sonrió, yo no. Al notar que no iba a mover ni un músculo se rinde y coge varias carpetas al tiempo que se levanta, se dirige a mí y me las da.
—Acompáñame, castaña. —Fruncí el entrecejo pero termino por seguirlo detrás con las carpetas entre mis brazos lo acompaño hasta el ascensor, él presiona un botón al sótano y suelta un suspiro mientras ve su reflejo un poco disperso en sus pensamientos. —Como te había comentado en el bar. Necesito alguien con carácter para este puesto, la persona que vas a intentar arriendar es Eminem.— Comentó mientras seguía con la mirada perdida en su reflejo. Espera, ¿quién era ese tal Eminem y por qué me lo cuenta con temor?
—Siento estar un poco perdida pero, ¿quién caraj-es Eminem?—En medio de una palabrota me detengo y reparo. —No escucho Rap por si te preocupa, Paul. —Terminé por confesar mientras Paul me observó un poco más relajado.
—Lo verás por ti misma, castaña. —Concluye con una media sonrisa un poco forzada, avanza en cuanto las puertas se abren de par en par.—Estamos a un paso de entrar al estudio. —Dijo Paul deteniéndose en la enorme puerta de metal con adornos elegantes.—Solo verifica que vaya todo bien y si él necesita algo tan solo dáselo. No lo hagas enojar, se enfurece fácil.— Aclaró con las cejas enarcadas. —Ah, por cierto... llámalo «Señor Mathers». —Me indica antes de tomar un suspiro y abrir las puertas de par en par. En cuanto entro en el estudio de grabación quedé impresionada con el diseño del lugar, creí que era una habitación escalofriante y sin sabor pero todo lo contrario; tenía paredones de madera, una cabina elegante que podría ser del tamaño de mi apartamento y todo un equipo de instrumentos musicales como para abastecer una banda de Rock.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2016 ⏰

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