Carta de un Asesino

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No soy normal. Es lo primero que deberías saber de mí y por eso decidí que las primeras palabras que escribiera sería para aclararlo.
No soy normal ni tampoco quiero serlo. Me gusta mi locura, mis delirios y esa extraña sensación que recorre mis venas cuando asesino.
No soy normal. Quiero que lo tengas muy claro.
Aunque la gente me vea vistiendo ropa como una mujer de mi edad, y maquillada como tal, no pienses que me puedes comparar con ellos.
No quiero que te equivoques y pienses que en el fondo soy una buena persona o que tengo una razón profunda para hacer lo que hago. Soy una asesina. Mato por el placer de ver mis finos y largos dedos cubiertos con el líquido carmesí que abandona a mis víctimas cuando les apuñalo, corto y golpeo.
¿Nunca has probado matar a alguien? ¡Es muy divertido!
Lo primero que sientes es su corazón. ¿Lo escuchas? Pumpum pumpum pumpum... Un sonido tan magnífico como hechizante. Esta acelerado, te ha visto llegar jugando con tu cuchillo favorito entre tus manos y con esa sonrisa tan única que ninguna persona viva a visto.
Pumpum Pumpum Pumpum.... Cada vez más rápido. Su pecho sube y baja a un ritmo frenético y sus ojos te miran con terror mientras comienzan a encharcarse.
-No, por favor...- Escuchar sus suplicas patéticas te arranca una pequeña carcajada. ¡Siempre es tan divertido eso!
Pumpum Pumpum Pumpum.... ¿No lo sientes? Ahora tu corazón es el que se acelera ante el pensamiento de ver su lengua cortada sobre el suelo de madera, la sangre manchando las paredes blancas y tú encima de él, clavando el cuchillo sin compasión en su estómago... Una y otra vez.
¿No piensas que es magnífico? Tu víctima te espera expectante su sentencia. Ya no habla, se limita a llorar en silencio mientras reza para que su muerte sea rápida.... Que equivocado esta.
Te acercas lentamente, disfrutando de la vista: Sabes que vas a ser la última persona en verlo vivo y eso te encanta.
Sientes que el fino hilo que es tu cordura y autocontrol se rompe en el momento en el que estas a menos de un metro de él. Su olor es una mezcla de limpio, colonia y miedo. Tu sonrisa ya de sí desproporcionadamente grande se expande aún más dejando ver claramente tus dientes blancos pulidos, una boca perfecta en un alma y mente podrida.
Te agachas al estar frente a él, vuestras miradas se conectan: víctima y asesino. El terror en sus ojos y los tuyos inyectados locura. Los dos brillan: unos por lágrimas y otros por emoción impaciencia.
Víctima y asesino. Ingredientes de dos mundos distintos: ninguno mejor que otro, ninguno más que el otro.

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