Al bajar del avión veo a una anciana con un vestido negro y encima un delantal blanco con encajes, con el cabello muy bien amarrado de un color rubio. En su mano llevaba un cartel que decía "Mary Ann" enseguida recojo mis maletas y voy con la anciana, le sonrió y la saludo cortés, ella me saluda amable y salimos del aeropuerto. Luego nos subimos a un elegante y lujoso auto negro, me subo con cuidado para no ensuciar los acientos de cuero, mientras el chófer me miraba de reojo algo serio. Luego de un largo viaje silencioso llegamos a una mansión con aires antiguos pero muy bien cuidada, el portón se abre solo y nos adentramos en el jardín. Este, cubierto de rosas rojas, solo rosas rojas, cubriendo el pasto como fresca sangre derramada. Nos bajamos del auto y el chófer toma mis maletas, la anciana toca el timbre dos veces y la puerta se abre sola, entramos a la gran mansión.
Esta, perfectamente limpia en la cual puedo ver mi reflejo en el piso y en los costosos adornos de oro, la casa tiene un aire antiguo pero con un estilo moderno y sobrio. La señora me invita a mi habitación, subimos las escaleras y las barandillas son de oro, pasamos por un pasillo con muchas puertas gigantescas y entramos al último dormitorio.
Mi habitación es de un color crema, todo es de color crema. Comienzo a recorrerla y veo un masetero con rosas rojas, con una fragancia fresca y cautivadora, esa fragancia que al entrar a la mansión irradió mis fosas nasales.
La anciana se fue dejándome en esta gigantesca habitación, me lanze a la cómoda cama y miré el techo. Todo detalle es perfecto, todo es cautivador y fresco, como las rosas rojas.
"la dueña debe amar las rosas rojas, debe ser muy detallista y pulcra" pensé. Me levanté de la cama y fui en busca del baño, abrí la puerta de al frente y era muy parecida a la mia pero con un aire delicado y dulce. Entré y todo estaba ordenado y limpio, la cama era de color crema con un cubrecama con rosas blancas y detalles lilas. En un rincón se encontraban rosas, pero esta vez eran blancas, pero aún así tenían el mismo aroma que las anteriores. Sentí un golpe detrás de mi espalda así que me giré rápidamente. En el marco de la puerta se encontraba un hombre vestido con un traje negro hecho a la medida, el era alto y delgado con cuerpo notoriamente trabajado, su cabello bien cortado con rizos de color castaño y reflejos rubios, su piel pálida y sus rasgos muy bien definidos, parecía de la nobleza y como un ángel caído del cielo, llegue a dudar si sólo es una ilusión de mi cabeza por el agotador viaje.
-qué haces, no tienes que estar aquí- me miró frívolo, pero luego de mirar mi rostro confuso, paso sus largos y finos dedos por su cabellera rubia con frustración- de todos modos no fue tu culpa, Elena debía cerrar la puerta- dijo mirando hacia a lado y más relajado, tenía un cabello rizado asomarse por su rostro, se veía como un chico travieso con traje, su expresión cambio y yo reí despacio- de qué te ries?- dijo algo enojado. Inmediatamente pare de reír, no puedo comportarme de tal manera en un lugar ajeno y menos si es trabajo.
-disculpeme, no a sido mi intención entrar y mucho menos reírme de usted- dije seria
-pero lo has hecho, te pediría que cuides tus acciones, esto no son vacaciones, es trabajo- dijo serio e indiferente
-disculpeme, fue una equivocación- dicho esto camine para retirarme del tenso ambiente, pero el tomo mi brazo con brusquedad.
-siempre huyes- susurro cerca de mi oreja, inmediatamente me paro en seco sintiendo la mirada penetrante de aquellos ojos marrones.
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ROSAS ENSANGRENTADAS
RandomCubiertas de fresca sangre y dulce melancolía, apartadas del mundo exterior ocultas en pequeños frascos de engaños y secretos entristecidos.