Prólogo

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Se encontraba viendo al chico rubio que prestaba atención a la clase, cosa que debería estar haciendo pero con la vista que tenía, no se podía.

Vio como la platinada del costado le pidió un lapicero, él se lo dio con una sonrisa que la molestó.

"Maldita zorra"

Es lo que rondaba en su cabeza al ver a aquella rubia débil con aires de reina, que la jodía con sus modales y el llevarse muy bien con Kristoff.

Al terminar la clase, todos los alumnos del salón salieron rumbo a encontrarse con sus amigos.

— ¡Las clases me aburren! — exclamó la chica de rulos aproximaba — Juro que estuve a punto de dormirme.

— Yo también — dijo Anna — Encima me dejaron mucha tarea, que se muera la maestra.

En frente de ellas, pasó Elsa con Rapunzel, quien era su mejor amiga.

—El sábado voy a tu casa, hoy día tengo que ir a cenar en un lugar — oyeron lo que le decía a la castaña.

Se despidieron y Rapunzel se alejó hacia la salida, dejando a la ojizarca sola.

— ¿Y a dónde irá hoy día la reina del hielo? — se acercó Mérida con la intención de molestarla.

Sí, amaban hacerlo. Desde su manera de actuar hasta como caminaba.

— ¿Qué es lo que quieren? — preguntó molesta y frunciendo el ceño — Porque no pienso perder mi tiempo con ustedes dos, como ya lo había dicho tengo cosas que hacer.

Y sí que que tenía que alistarse, iba a cenar en casa de amigos de sus padres. Aunque no tenía ganas de ir, era una obligación.

— ¿Con quién? ¿Tu vecino? — burló Anna, metiendo sus manos en los bolsillos de sus jeans.

La rubia le devolvió una mirada completamente indignada.

— No te hagas la santa — le dijo Mérida entre risas.

— Para sus huecas cabezas, yo no me meto con mi vecino, el tiene 13 — les contestó a la vez que con su dedo índice se tocaba la sien.

Las tres vieron que Kristoff se acercaba y Anna se puso nerviosa porque siempre le había gustado desde los 17 que entró a esa universidad.

— Hola — saludó a las tres, a lo Elsa y Mérida le respondieron.

Ambas voltearon a ver a la colorada, que estaba idiotiza con el chico.

— Anna — susurró Mérida incómoda por la situación.

— Oh, Hola — rió nerviosa, dándose un facepalm mental — Ya sabes, estaba distraída.

Tratando de disimular su cara de estúpida, se rascó el brazo.

— Esta bien... ¿Ya nos vamos? — le preguntó a Elsa con una sonrisa, a lo que ella asintió.

Se alejaron y un tic nervioso se apoderó de su ojo derecho al verlos irse juntos.

— ¿Estás bien? — preguntó un chico con timidez que pasaba por ahí.

— ¡Vete a la mierda! — gritó furiosa mirándolo.

El chico salió volando de ahí, por el tremendo grito que dio la chica. Luego de eso, ambas amigas salieron rumbo al parque cerca de la casa de Anna.

— Como la odio, maldita rubia oxigenada.

— Respira, tranquila — trató de hacerla razonar — Son solo amigos.

— ¡Ay, es que tiene a todos a sus pies! — gruño Anna —¡¿Y sabes que se es lo peor?! ¡Qué no se comporta como una zuripanta!

— O sea... ¿estás diciendo que no es la típica chica rubia de película que se acuesta con todos?

— Exacto, es que es bonita y es buena con todos... ¿Entiendes? — explicó Anna.

— Ajá, entonces ¿Qué piensas hacer? — preguntó Mérida.

— Creo que me tragare mi orgullo.

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