Theo

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Denýa


"El Valle de Theo se encuentra en algún lugar de tu corazón."... "El Valle de Theo se encuentra en algún lugar de tu corazón."...

-¿¡¿QUÉ DEMONIOS SIGNIFICA ESO?!?-Chillo.

No entiendo el maldito acertijo y llevo todo el viaje leyéndolo. Jandee se da la vuelta y me sonríe, luego posa sus labios sobre los míos.

- Pásaselo a Gianna, a ella se le dan genial los acertijos.

Le paso el papel a Gianna. Lo lee un par de veces y le pregunta a Rebecca.

- ¿Qué forma tiene tu colgante?

- De... Corazón...- Contesta ella, contrariada

Todos nos miramos, la pequeña Gianna acaba de resolver un acertijo que ninguno de nosotros había entiendido, y ella, con leerlo dos o tres veces, había conseguido lo que ha nosotros nos habría costado cien años.

Se hace de noche y paramos. Me apoyo en un tronco y voy bajando hasta sentarme, pero noto algo raro. Le pido a Jandee que acerque luz a donde estoy yo y vemos que en la corteza del árbol hay un agujero en forma de corazón.

-¡Rebecca! ¡Tu colgante! ¡Rápido!- Le grito.

Ella se asusta y me lo da, todos estamos delante de aquel árbol con aquella cerradura. Meto el colgante en él y de pronto una luz nos ciega a todos. El tronco del árbol se abre y aparece una mujer altísima, con el cabello verde, largo, muy largo, le llega más allá de los pies y los ojos marrones, como la corteza de un árbol joven, lleva un largo vestido verde adornado con flores. Nos mira a todos, pero sus ojos se paran en Rebecca. Es Cinthia, la madre de Rebecca.

-¿Zandhia...? ¿Eres tú?- Dice, su voz es como el cantar de los pájaros por la mañana.

- Madre...

Se abrazan.

- Llevaba sin verte... Dieciséis años... Dieciséis años...- Dice la mujer, con ojos llorosos

- Madre... Ellos son Denýa Fire, Jandee y Gianna Randon y... Edward Deveuxen...- Dice señalándonos.

- No pueden quedarse.- Dice con la voz seca.

- ¡Pero Madre! ¡Denýa es hija de Phoenix! ¡Es una Fénix! ¡Nos protegerá! ¡He decidido contraer matrimonio con Edward!

-¡Te he di-...! ¿Cómo? ¿Eres una Fénix?

Asiento con la cabeza, luego le señalo mi pelo, rojo como el fuego, ella asiente un par de veces con la cabeza y luego mira a Edward.

-¿Y tu vas a casarte con mi hija?

Edward asiente, dudoso.

- ¿Y vosotros?- Le dice a Gianna y a Jandee.

- Yo puedo ayudar con las tareas domésticas.- Dice Gianna.

- Yo puedo ayudar con... ¿la caza?

A Cinthia le brillan los ojos de alegría. Tendrá un cazador y una dama de compañía, más un Fénix que los proteja, a su hija y un heredero para su reino.

- Bien, pasad.- Dice sin parar de sonreir.

Nos conduce al tronco de donde ha salido ella. Theo es un reino hermoso. Las casas son de tejas marrones y tienen enredaderas en sus paredes blancas, las puertas son de madera de caoba. En el centro hay un enorme castillo blanco. Cinthia se monta en un carruaje azul tirado por, increíble pero cierto, unicornios. Nos montamos con ella y el carruaje nos lleva a un castillo, más blanco que la nieve en las montañas.

Cuando llegamos al castillo, Cinthia nos enseña a cada uno nuestra habitación. La mía tiene un gran blacón, desde donde puedo controlar todo lo que pasa en aquella ciudad subterránea, que por alguna razón, se mantiene en secreto y tiene miedo de ser descubierta.

A la hora de la cena, nos reunimos en un salón enorme. Gianna se ha lavado y tiene mejor cara, luce ropajes limpios y nuevos. Jandee también tiene ropas nuevas y ha tenido un momento para bañarse. Yo, me he lavado y me he vestido con un vestido rojo granate de mangas colgantes, y una sirvienta me ha trenzado el pelo. Todos nos admiramos, pero, cuando se abre una gran puerta dorada al final del pasillo, nos quedamos mudos. Edward vestía unos ropajes verdes con detalles dorados que resaltaban sus ojos y en la cabeza, una corona de tamaño menor a la de Cinthia, con detalles verdes, y Rebecca un vestido del mismo color que su prometido, con detalles plateados. El pelo recogido en una coleta alta, y adornado su cabeza, una tiara con esmeraldas. 

Los tres nos miramos, y empezamos a aplaudir como locos. Los dos se riéron y se dieron un beso en la boca. Nos sentamos en la mesa, y comenzamos una de las muchas cenas que tendrían lugar en aquel salón.

FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora