Al llegar se escabulló entre la multitud hasta llegar a su choza, se coló dentro y se tumbó sobre unas pieles. No dejaba de pensar en lo que había sucedido, y se alegró de haber avisado a Layla de ese cerbero azul, seguramente de las tierras de Azur. Se cambió de ropa y pronto se fue a cazar; siempre lo hacía él, era el que sustentaba a su pobre familia, compuesta por él y sus 2 hermanas pequeñas Abigail y Zumba, ya que sus padres murieron al intentar defender a sus hijos. Entonces Lucca sólo tenía 6 años y poco podía hacer salvo coger a sus hermanas de 1 año cada una. Estas eran como 2 gotas de agua, eran pelirrojas de ojos azules y con pecas, que Lucca no tenía, pero si conservaba los ojos verde esmeraldas de su madre.
Por otro lado Layla ya estaba en casa peinándose su sedoso y largo cabello, de color ocre. Sus ojos azulados brillaban intensamente, y no podía parar de pensar en Lucca...Le sacó del trance su madre, que se había acercado para recoger a su hermano pequeño, Giba. El renacuajo se escondió detrás de su hermana y dejó asomar unos ojos de color gris. La madre se dio por vencida ya que luego se pondría a correr por todas partes y lo perdería de vista. Eso no le gustaba nada ya que perdió a su marido de la misma forma, pero aquella vez fue por no acompañarlo a cazar, que siempre había resultado muy peligroso. Pero Jaro, que así se llamaba, no podía dejar sin comer a Azucena y a sus 2 hijos, por lo mucho que los quería.
Giba se sentó encima del regazo de Layla y la miró de forma que su hermana no lo podía echar...
-Está bien...- se resignó- puedes quedarte un rato.- a lo que esto el pequeño sonrió y al cabo de un rato se quedó dormido en brazos de Layla. La ninfa lo colocó en su camita y le dio un beso en la frente, no sabría vivir sin él, aunque a veces aquel niño de 4 años podía resultar muy revoltoso.
De vuelta con Lucca se encontraba solo en el bosque, miró de un lado a otro para avistar algún conejo o ciervo, pero la suerte no estaba de su parte ese día. Esperó un tiempo, y aunque seguía alerta ya que no podía volver a pasar lo de hace unos 10 años, se sentó sobre una roca y contempló el paisaje. Por la noche aquel sitio podía dar miedo pero hoy respiraba alegría y tranquilidad, sentía el viento mover las hojas y la luz filtrarse a través de las ramas de los altos árboles. De repente se le vino a la mente la imagen de la ninfa, tan delgada y sonriente danzando por la hierba. Sonrió como un tonto al recordarlo y pensó si la volvería a ver, porque realmente lo deseaba, mucho. Pasó un tiempo y decidió ya irse a otro lugar, cuando la vio. Estaba ella cogiendo frambuesas y moras y andando grácilmente entre las hojas de un sauce llorón. Le pareció la cosa más bonita que había visto. Hoy estaba más guapa, la luz le daba en la cara y dejaba ver unas manchitas en la nariz y mejillas que contrastaban con su blanca piel.
Se acercó sigilosamente y la asustó por detrás cogiéndole de la cintura. Layla dio un brinco y se soltó del agarre del chico. Lucca la volvió a coger pero esta vez de la mano y le hizo mirarle a los ojos. Layla se volvió de un color rojo vivo, y se intentó separar pero solo hizo que el chico la cogiera de la cintura de nuevo.
-No te voy a hacer nada, solo soy yo.- dijo el chico con voz tranquilizadora.
-Ya lo sé... ¡Jajaja!- empezó a sentir cosquillas provocadas por el hobbit y se tiró al suelo riendo, seguido por el otro que cayó encima.
- Lo siento...- esta vez fue el pelirrojo el que se sonrojó, no debía estar con una ninfa, es más, debía cazar. Se levantó y ayudó a ponerse en pie a Layla.
- ¿Te vas?- preguntó la chica al ver que se alejaba.
-Sí, tengo que cazar, nos vemos.- alzó al mano para despedirse.
-Adiós Lucca.- dijo al muchacha con una sonrisa y contenta siguió con su tarea, había tirado casi todo.
Entretanto Lucca pensó que aunque esa chica era buena y bonita no debía estar con ella, sabía que no le dejarían, no estaba bien visto en la tribu de la ninfa; aún así él deseaba seguir hablando con ella, debía hacer algo, y pronto. No sabía si presentarse o no en la tribu y decir que quería esta junto a Layla, y que daría algo a cambio. Pero eso sería mejor cuando los vieran juntos, así que por ahora decidió no hacer nada.
Layla seguía entusiasmada por estar junto a Lucca y se internó en Pandora a ver a su madre, mientras ella lavaba sus prendas Layla dejó el cesto con las frutas y se sentó junto a su hermanito. Giba estaba escribiendo en el suelo de la casa cosas que nadie entendía, dibujos que no sabía que eran. Excepto Layla, que lo había llevado varias veces al bosque y el pequeño había visto cosas que en su tribu no había y le habían llamado la atención. Árboles, herramientas y ropas extrañas, cosas de humanos y hobbits, aunque también describió cosas oscuras como cerberos azules y el castillo de Azur que se veía desde una parte del bosque...
Abrazó a Giba y esta vez ambos se durmieron, Layla soñaba con Lucca, con el que corría grandes aventuras y que lo protegía de todos los peligros posibles hasta de las garras de Fury, la bestia del Bosque Oscuro, que se encontraba en las lejanías del bosque al que iban ambos. Giba se despertó antes que su hermana y se fue con su madre al área de comercio de la ciudad de Latan, un lugar bastante alejado de Pandora.
Cuando Layla se despertó vio una nota que decía:
''Hija, nos vamos tu hermano y yo a Latan. Compraremos unas cosas, ya sabes que hay feria, puedes ir a dar un paseo o quedarte en casa, nos vemos al atardecer.
Mamá ''
También puso Giba un garabato y se podía distinguir las hojas del bosque. Entonces, Layla decidió visitar a Lucca, sabía más o menos donde estaba Grifar, así que emprendió el camino por el bosque. Iba con un paso lento pero seguro, cuando de repente oyó un ruido en un arbusto, se acercó sin hacer ruido y vio a Lucca atándose sus botas lo observó un momento hasta que el mismo posó sus ojos sobre Layla y sonrió.
-¡Hola!, ¿qué haces por aquí?- preguntó el riéndose.
-Pues venía e verte mi madre y mi hermano no están en casa y me aburría...- dijo con una cara angelical.
-Ah, ¿sí?- tartamudeó el hobbit nervioso, luego recobró la compostura y dijo- Pues bien si quieres te enseño como orientarte por aquí que estás lejos de casa.
-Vale, pero es que justamente estaba yendo hacia Grifar, tu aldea- dijo Layla- quería que me la enseñaras.
-Bien, algún día lo haré, pero primero necesitas orientación- dijo burlón Lucca.
Layla infló los mofletes como ofendido pero enseguida explotó a reír. Ahora el 'enfadado' era el pelirrojo y dijo con desdén:
-Muy bien, te ríes de mí, ¿eh?, pues a ver como vuelves a casa- dijo con malicia y yéndose.
-Pues con tu ayuda- dijo la ninfa mientras lo miraba a los ojos y se acercaba a su cuerpo, tomándole de las manos.
-V-vale...-dijo rojo como su pelo. Empezaron a andar despacio y Lucca iba diciendo los lugares de referencia para no perderse, pero Layla casi no prestaba atención, iba mirándole todo el tiempo. Por fin llegaron a Pandora por el camino que le había guiado Lucca, así que Layla se acercó a su cara, le dio un beso en la mejilla y añadió:
-Gracias, pelirrojo- dijo muy melosa la chica con el pelo dorado, esperando la reacción del joven.
-De nada, preciosa- se le escapó a Lucca, no se había dado cuenta y le había dicho lo que sentía.
-Tú también eres guapo- dijo Layla como si nada, y se fue.
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L y L , Almas gemelas.
FantasyUna historia no tan simple entre dos enamorados de razas diferentes. Sus familias enfrentadas por sus diferencias supondrán un obstáculo en el camino de su amor...