Su mayor miedo: perder a las personas mas importantes de su vida.
Es comprensible, cuando pierdes a tus padres en un accidente automovilístico justo un día antes de tu cumpleaños. Eso es justamente lo que pasó con Hiccup Haddock, a la edad de siete años la familia Haddock volvía del supermercado para comprar las cosas para el festejo de mañana "17 de agosto" el cumpleaños del pequeño Hiccup quien cumpliría ocho años. Estoico y Valka estaban felices de su pequeño, y del regalo que le habían comprado. Mientras la feliz pareja manejaba por la carretera un camión que venía muy de prisa y no vio al auto que estaba ahí, chocando con ellos.
Los padres de Hiccup estaban gravemente heridos, su padre había muerto en el instante y su madre estaba delicada. Después de horas y horas de estar pidiendo pasar a ver a la madre del niño los doctores aceptaron. Hiccup entró a la habitación donde se encontraba su madre acompañado por su abuela. Hiccup al ver a su madre, se le cayó el alma a los pies al ver los miles de cables conectados a ella, su rostro golpeado y un tubo entrar por su boca. El pequeño se acerco lentamente y se posicionó al lado derecho de la camilla, tomó delicadamente la mano de su madre y la acarició. No dijo nada, le rogaba a los dioses que la salvaran, que el no estaba listo para seguir su camino sin ellos. Y en ese instante la maquina que indicaba los latidos de su corazón solo soltó un largo "bip", el pequeño sabia lo que significaba: estaba muerta. Hiccup lloró a mares, como nunca lo había hecho, era mucho para un niño perder a su padre pero era terrible perder a su madre en su cumpleaños.Después del entierro de sus padres Hiccup se volvió "extraño" según sus compañeros de la escuela. El ya no sonreía ni jugaba o contaba chistes, el pequeño Haddock se volvió mas tímido y callado. Ya no jugaba ni hablaba con nadie.
Con el paso del tiempo su vida mejoró, seguía siendo raro para todo el mundo, para todos menos para Mérida Dumbroch. Una chica de cabello rojizo y ojos azul agua . Carismática y querida por todos, a los diesiceis años Hiccup se fijó en ella y a los diecisiete ella notó su presencia.-Lo lamento- dijo en voz baja el castaño recogiendo las cosas que había tirado por accidente de la otra persona.
-No, tú discúlpame no miré por donde iba- se disculpó la otra persona. Al instante en el que Hiccup escuchó la voz de la otra persona su corazón comenzó a latir con mas rapidez. <<Es ella>> pensó y se apuró a recoger las cosas para entregárselas. Al mirarla directamente a los ojos olvidó como respirar, la había visto muchas veces de lejos y los mas cerca que estuvo de ella fue en clase de cuántica a cuatro sillas de él. Pudo apreciar sus hermosos y grandes ojos azules, eran mas lindos de cerca. Su pequeña y respingada nariz con pequeñas pecas al rededor de ella. Mérida se quedó anonadada al ver tan hermosos ojos esmeralda, era tanto lo que demostraban. No sabia que decir, lo cual le resultaba raro porque nunca fue complicado hablarle a los chicos, pero él era diferente.
-T-toma- habló primero Hiccup estirando sus brazos para entregarle las cosas que se le habían caído.
-Oh, gracias...- le contestó Mérida esperando saber el nombre del chico de ojos bonitos.
-H-Hiccup- a Hiccup se le complicaba hablar y mas si era ella de quien se trataba. Espero alguna burla o comentario sobre su extraño nombre pero nunca llegó.
-Gracias Hiccup, soy Mérida- se presentó con una gran sonrisa.
Hiccup sonrió, le había fascinado la sonrisa de Mérida. No sabía que decir, ¿qué se supone que dices despues de conocer a tu amor platónico?
-Q-Quieres, te gustan, tal vez- comenzó a balbucear cosas sin sentido, se veía adorable así lo que hizo agrandar ,as la sonrisa de Mérida.
-¿Si?
-I-ir por un helado... C-conmigo... Si quieres- dijo sumamente nervioso.
-Me encantaría, ¿te parece hoy saliendo de aquí- preguntó Mérida. Hiccup ya no podía hablar así que solo asintió.
La salida a tomar helados fue increíble, pasearon por la ciudad mientras Mérida le contaba sobre sus logros, tratando de impresionarlo. Lo que le causo gracia y ternura a Hiccup. Y desde ese momento, Hiccup quedó completamente enamorado de la chica pelirroja.
Las cosas mejoraron para el joven Haddock, volvía después de tantos años a sonreír de verdad incluso a reír, algo que le encantaba a Mérida. Siempre le dijeron que Hiccup Haddock era "raro" no hablaba con nadie, no reía ni sonreía, era una persona amarga pero no era cierto. Ella descubrió lo dulce y tierno que era, lo carismático y juguetón. Cada día que pasaba junto a Hiccup mas se enamoraba de él.
Después de un año, el mejor año para ambos Hiccup quería dar el siguiente paso. Pero tenia miedo, miedo de perderla también.
Hiccup caminaba por un enorme jardín tomado de la mano de Mérida. El día era soleado principalmente, pero al dar las tres de la tarde las nubes cubrieron un poco el sol dejando paso a una pequeña brisa. Hiccup comenzaba a preocuparse, le gustaban los días soleados sentía que podía hacer cualquier cosa con un día tan alegre. Decidió armarse de valor.
-M-Mérida- llamó la atención de la pelirroja al sentarse en el pasto.
-¿Si Hicc?- anhelaba con ansias que el le pidiera avanzar con su relación pero debía tranquilizarse y darle el tiempo que necesite para hacerlo.
-Ha sido increíble estar contigo pasando grandes momentos juntos, ha sido un privilegio ser tu amigo- Mérida lo miraba con atención, el en cambio no lo hizo, sabia que si la veía a los ojos no diría nada- y yo... Amm...- pero no se sentía capaz de hacerlo. No tenia miedo al amor, temía perderla.
-¿Qué pasa?- Mérida ladeo su cabeza de lado para poder mirarlo a los ojos.
-Nada...- una voz en su interior le gritaba que lo hiciera <<¡Que esperas! ¡Hazlo!>>- Quisiera que... No no puedo hacerlo- Mérida levantó su barbilla para verlo a los ojos, quienes demostraban temor. Sabia que no lo haría y ella tendría que darle un pequeño empujón.
-Te amo, Hicc.
-Y y yo a ti Mer- susurró.
-¿Y que es lo que te...
-Te amo Mérida Dumbroch como no tienes idea... Yo, yo estaria dispuesto a bajarte el sol, la luna y las estrellas si me lo pidieses, quiero que seas tu la que me acompañe en mi vida, pero, solo te pido que me prometas algo querida.
-C-claro lo que quieras- Mérida no podía reaccionar ante las bellas palabras del castaño.
-Quiero que me prometas que estarás conmigo siempre, prométeme que no me dejaras solo, prométeme que no te irás de mi lado y yo te prometo hacerte feliz cada día del resto de tu vida.
Las lágrimas se acumularon en sus ojos rápidamente, estaba feliz, como nunca antes había estado. Jamas creyó que unas simples palabras provenientes de un hombre la harían llorar de felicidad y emoción.
-Lo prometo.
Hiccup sonrió, aliviado, y se acercó a ella tomando entre sus manos las mejillas rosadas de Mérida y la besó. Tierna y dulcemente.
FIN.
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