Capitulo 1

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En este mundo existen diferentes tipos de magia. Del mismo modo existen diferentes tipos de amor; por ello no es de extrañar que se pueda hallar amor en cualquier parte: en la sonrisa de una madre a su hijo, en el aleteo de una abeja sobre las flores, en el ronroneo de un gato. Entonces no debe sorprenderles que haya magia en cada acto de amor, este sentimiento es mágico.

La historia que hoy voy a contarles es fantástica, llena de magia por todas partes, por lo tanto muchos dirán que es romántica, sin embargo este relato trata del amor y la magia en todas sus formas.

Nuestra historia comienza en un zoológico, y nuestra protagonista es una tigresa llamada Maxima. A simple vista pueden creer que todo es normal, pero nunca se dejen engañar por la primera impresión. Después de todo nuestra felina esconde un ferviente deseo en su corazón: ella ama a un humano.

¿Cómo paso? Nadie lo sabe, solo supo que un día mientras sus ojos se encontraron sintió que podía mantenerse allí eternamente, encandilada por los ojos de un humano desconocido que se pasaba seguido por allí para retratarla. Y es verdad, no tiene sentido, pero el amor no tiene que ser lógico.

¿Mencione ya que el amor y la magia están estrechamente relacionados? Bien, entonces es natural que un día una estrella se cansara de la situación y decidiera meter manos en el asunto.

— ¡Máxima, despierta! —Chilló una vocecita lejana. La tigresa giro sobre su cuerpo para ver de quien se trataba, pero no vio nada mas que los primeros rayos del sol saliendo. Se volvió a tumbar. — ¡Aquí arriba! —Dijo la voz. Fue entonces cuando Maxima alzó la cabeza y pudo ver una pequeña mariposa revoloteando a un par de centímetros de ella. El insecto lucia peculiar, emitía luz propia como una luciérnaga.

— ¿Me estas hablando a mi? —Pregunto confundida. La mariposa se poso en su nariz.

—Si, mi nombre es Spica y vengo a concederte un deseo. —Se presentó el animalito. Máxima extrañada sacudió la cabeza, Spica se alejo un poco. — ¡No seas grosera! —Se quejó.

— ¿Un deseo?

Spica revoloteó a su alrededor excitada.

—Puedo volverte humana Máxima.

Ante esa afirmación la tigresa parpadeó aturdida, ¿no era lo que tanto había anhelado y consideraba imposible? La mariposa se posó otra vez en la punta de su nariz.

— ¿De verdad? —Investigó Maxima.

—Si, pero no del todo. Escúchame bien tigresa, puedo volverte humana solo por el día, al caer la noche volverás a tu forma original. —Explicó Spica. Mas Máxima ignoró todo lo que siguió a "volverte humana" debido a la emoción. —Entonces, ¿quieres que conceda tu deseo? —Continuó.

—Si.

Y todo se volvió negro.

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