P de Primicia

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-Tú, Michael...
-Es Mark -le repito por octava vez esta semana al seño Opal.
-Como siempre te encargarás de la sección de nutrición, investigarás la comida de la cafetería.
Suspiro y rocojo mis cosas dejando mis esperanzas de lado. Creí que haber entrado al periódico escolar The Blue Flag me ofrecería un gran entrenamiento en el mundo del periodismo, mas, resulta, siguen dándome las entrevistas e investigaciones más inútiles de todas.
Abro la puerta y salgo, inmediatamente un chico moreno me empuja contra la pared y me despeina. Es Jason, mi mejor amigo.
-¿Te quedaste con el papel principal?
Acomodándome el cabello, resoplo, respondiéndole. Guarda silencio y camina junto a mí hacia la clase de historia. Repaso en mi mente mi itinerario del día, para distraerme un poco de la cafetería. Primero debo ir a mis clases de la tarde, segundo quedarme al entrenamiento de béisbol, luego ducharme e irme a casa y finalmente cenar y presumirle a mi madre que tengo la entrevista que siempre quise, una llena de nutrientes y una dieta balanceada relativamente. Si bien me agrada ser una persona normal y estar justo en medio de la escala entre populares y marginados, detesto bastante que los profesores sigan subestimando mi capacidad debido a ello.
-Después de usted -abre Jason la puerta para mí y suelta una risa-, mi señora.
Lo golpeo en el hombro y observo el panorama: al frente, en las filas 1, 3 y 5 se ubican los cerebritos -los que tragan materia pero no son muy listos, sus notas se deben a que estudian todos los días y no a un verdadero coeficiente intelectual superior-. Detrás de ellos se ubican los que duermen. Los terceros en las cinco filas se sientan los populares, éstos son los lugares perfectos para hablar sin ser visualizados y aparentar tomar apuntes, las mujeres aprovechan para pintarse los labio y los hombres para tener una exhaustiva charla acera de deportes. Los que están de cuartos, quintos y sextos en las demás filas son los marginados, frikis, naturalistas, extranjeros y hippies. Los verdaderos inteligentes (notas perfectas, estudian solo lo suficiente, prestan atención y poseen conocimientos de cualquier tema, se mantienen informados, logran todo lo que se proponen y aún así tienen tiempo para dormir 8 horas) se sientan de primeros y segundos en las filas 2 y 4. Y al frente en la cuarta fila, está ubicada ella: Paige Clinton. La chica más popular y bonita de mi edad, la única de su posición que, se puede decir, posee un cerebro que funciona correctamente, su estilo y elegancia la hacen digna de un futuro como editora de una revista de moda que al mismo tiempo puede ser presidente de la nación. Y como cereza en el pastel del cliché de la juventud, he estado enamorado de ella desde la primaria. Jason lo sabe bien, por lo que corre y se sienta en la segunda fila, dejando como único lugar disponible: el asiento detrás de ella. Clásico.
No necesito prestar demasiada atención para notar su faz sin maquillaje siendo perfecta, sus labios rosa y su cola de caballo castaña perfectamente peinada, además huele a Chanel Nº 5 a diez metros de distancia.
Con mis piernas temblando y luchando para que mi voz no suene como un graznido le pregunto:
-¿Está ocupado?
-No -su voz es el canto de un ruiseñor-, puedes sentarte si quieres.
Me sonríe y yo celebro por dentro. Dejo mis libros sobre la mesa y tomo asiento, justo a tiempo para escuchar los sonoros gritos del profesor Callaghan al entrar al salón. Le dirijo una mirada rápida a Jason, quien me observa con ojos suplicantes; evidentemente ahora quiere cambiar el lugar, yo estoy detrás de la chica linda en una fila alejada del frente de guerra, y él en el primer campo. Callaghan le grita a todos los que no han llevado el libro de texto, Paige inclina su cabeza con gracia y ríe con disimulo, las partículas de su colonia nuevamente entran a mi nariz, estoy seguro de que perfuma su cabello.

Una vez fuera de clase, me dirijo a mi casillero escuchando el parloteo de Jason.
-Lilly Miohn es una chica súper sexy pero dicen que le huele el aliento a pescado seco. Diane Scott definitivamente tiene de donde agarrar pero a tí eso no te interesa. May "Hook" Lawrence es inteligente pero ¿has visto su dedo mayor? largo y curveado, por algo le llaman Hook.
-¿Y todo esto a dónde nos lleva?
-Gavin me comentó que no tienes pareja para el baile, busco la mejor opción para tí -me contesta alzando los hombros.
-Aún faltan un par de meses para el baile de primavera, déjame en paz, hombre.
Jason está por protestar pero diviso el cabello oscuro y los grandes dientes brillantes de Gavin y lo llamo.
-Bien, Ashley Crawcker es rubia pero hueca, aunque tiene un punto a favor: es una de las mejores amigas de Paige Clinton, si tú vas con Ashley yo iré con Paige o viceversa.
Gavin aprieta mi hombro dándome el pésame y se encarga por mí de acallarlo.
-Paige tiene novio.
-¡No quería que le hicieras guardar silencio de esa forma! -le grito.
-¿Qué, no lo sabías?
-Trataba de evadirlo.
Jason comienza a reír por mi reacción y Gavin se le une.
-Cállense.
-¿Tanto te gusta? -murmura Gavin dejando a Jason riendo solo. Se acerca y pasa su brazo derecho por mis hombros.
Estaba por reclamar cuando un anuncio escolar me interrumpe:
«Le solicitamos al señor Mark Dwyer dirigirse a la cafetería en este instante».
-Mi señal -digo, golpeando la cabeza de Gavin.
Doblo un par de recodos y subo las escaleras para llegar finalmente y encontrarme a las cuatro cocineras y al señor Opal hablando. Las mesas están sucias y el suelo resbaloso, en la cocina hay una gran pila de platos sucios que deben ser limpiados antes del almuerzo si desean que alguien coma en ellos.
-Señoras, él es el señor Dwyer, se encargará de entrevistarlas y ayudarlas durante la semana para el periódico escolar tal y cómo se los prometí.
-Será un placer -musito entre dientes- ¿En qué les ayudaré?
La mujer más alta me mira como si yo fuera un cabello en su comida y arruga la nariz, posteriormente se acerca y le susurra algo a la de gafas que está a su lado, al parecer es más joven.
-Limpiarás las mesas y luego te diremos lo que quieres saber.
Ambas me conducen hacia la cocina y, al atravesar la puerta que divide ésta del comedor, me entregan una red para el cabello, un par de guantes color turquesa, una esponja con un balde de jabón y un trapo seco. Toman mi mochila y la ponen en una estantería. Perplejo miro la esponja y el trapo, cuando levanto la vista, ambas me indican que lo haga ahora. Salgo de la cocina y pienso que no podrá haber otra sección pero que la que me ha tocado en el periódico.
Hay un coloide extraño regado en la primera mesa y me obligo a no mirar, pero cuando le paso la esponja libera un olor aún peor que su apariencia. Mi estómago y mi nariz no resisten y corro adentro nuevamente para buscar un basurero o lavabo en el cuál vomitar. Escucho cómo Opal se disculpa con las cocineras y les explica de mi estómago sensible y poco tolerante. Yo me vuelvo valiente y salgo a limpiar de nuevo. Ésta vez me trago mi vómito hasta que termino mis deberes.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2015 ⏰

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