Prólogo

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 En nuestra mente sólo estaba la palabra diversión. Diversión, diversión, diversión. Nada más que eso, no había otra cosa que nos preocupe más. Ir a fiestas, karaoke alcoholizados, jugar a quién da el mejor eructo, cantar con hipo, saltar en las camas, cuentas falsas en redes sociales para molestar, llamar a desconocidos, correr por la calle en ropa interior, conducir el auto y tener la música muy alto, intentar seducir a los policías, hacer las mejores formas con el humo de nuestra mejor amiga María Juana, robar cuando podemos, y lo mejor de todo, fingir ruptura de noviazgo para no pagar en el restaurante.

 Todo esto era genial hasta que el maldito imbécil se tuvo que enamorar.

¡Maldita sea, Harry Styles! Ojalá te ahorquen en el árbol más alto de la ciudad, con una soga en llamas, y te pongan mierda de cerdo en la boca para no oír tus gritos. Púdrete, maldito mariquita.

Estupido RulosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora