La llegada.

861 34 1
                                    

Baje del avión, y un frió de mil centellas me golpeó, solo llevaba unos pantalones cortos y una camiseta estirada de Los Dallas, mi gran equipo de fútbol americano; había varias familias con grandes carteles dando la bienvenida a quien sabe quien. Nadie me esperaba a mí y por alguna razón eso me hizo sentir feliz.

Sabia bien que la llegada a Francia no era casualidad, pero aun temia enfrentarlo, es decir, ?Como lograria estar a su lado sin querer gritarle "lo mataste, maldita sea Jack, lo mataste"?

Intente alejar aquellos pensamientos de mi mente, e intentando que mis piernas no temblaran tanto, recogí mi pequeño bolso y me dirigi hacia ?El infinito y más alla Buzz Lightyear?

Todo era tan francés, suena raro ¿No? Pero el aeropuerto estaba repleto de fotos de la torre Eiffel, banderas de tres franjas, mujeres con faldas largas y hombres con camisas que tentaban a explotar, el aroma a perfume me intoxicaba la nariz y una avalancha de desconocidos observaba atentamente a un mimo.

Me arroje hacia las calles de Francia, personas caminaban por la calle con un café en una mano y un croissant en la otra. Si Cat viera esto, alucinaría tanto como yo. Cat es mi mejor amiga desde niñas, compartimos todo. A donde fuéramos, íbamos juntas. Nos conocimos cuando ella se mudo de Noruega a la casa de al lado y por casualidad, el primer día de clases se sentó junto a mí. Diez años despues, seguíamos siendo amigas.

-Salut - Le dije a un chófer, él, asintió con la cabeza. Había estudiado algo de francés pero solo pocas palabras me quedaron. Subí al coche y comenzó el camino a una nueva aventura.

Minutos después, ya podía ver el gran edificio donde me hospedaría, tenia solo cuatro pisos, era de mármol y de un color gris. Avenue des Ternes decía un cartel junto al lugar. Parecía un lugar agradable, junto había una licorería y una tienda de ropa, en frente, una panadería junto a una cafetería y todo era tan pintoresco. Las banderas de Francia se encontraba por todas partes.

-Nous - hablo por fin el conductor, estacionando. -Douze euros.

Le tendí el dinero y me marche intentando en vano, decir gracias en un tono francés. Camine hacia la puerta del edificio, y con la mano que no sostenía la valija , toque el timbre. En medio segundo, un hombre regordete, con una calva prominente y no mas de un metro sesenta apareció frente a mi.

-¿Aida? ¡Bienvenue! -Grito levantando los brazos, al ver mi cara de confusión, configuro su idioma y por fin, desde mi llegada, entendí algo -¡No seas tímida Aida! ¡Pasa! ¡Bienvenida!, debes saber, no eres la única hospedada que no habla francés. -Su sonrisa iba de oreja a oreja y por alguna extraña razón, me resulto agradable, me hizo sentir en casa. Me tendió una llave plateada y hablo otra vez -Piso 2, puerta 4 a la derecha. -Comencé a caminar, para mi suerte había ascensor, al tocar los botones para subir, lo escuche por ultima vez -¡No se permiten mascotas! -gritó.

El edificio estaba bien por un par de euros a la semana. Mi apartamento tenia un ventanal que daba a la cafetería, una cama plegable escondida en la pared de la sala de estar seria mi nueva habitación, la cocina constaba de una heladera con un imán de ¡Viva Francia! pegado, un horno desgastado y dos mesadas. El baño tenia las paredes pintadas de rosa, un inodoro que a decir verdad, no sabia cuantas enfermedades tenia, un lavamanos y una ducha, por ultimo, un balcón que daba al edificio en frente y estaba unido al balcón de mi vecino. Desde allí, no se veía gran cosa, ademas del otro edificio se podía ver un parque lejano, pero, causa de mi mala vista, miopía desde los siete años, no veía demasiado.

Comencé a colocar la ropa en un mueble que había allí, no ocuparía mucho espacio. Justo al terminar, alguien toco la puerta, debe ser un vecino. Rápidamente estire la camiseta que tenia puesta y abrí la puerta. Una señora que rondaba por los cuarenta y tantos estaba frente a mi, junto con una bolsa.

-¡Bienvenue! -Dijo la mujer. Era castaña, tenia ojos color miel y ya varias arrugas rondaban por su rostro. Me tendió la bolsa y al no entender solo sonreí amablemente.

-No hablo francés, lo siento - y ella asintió.

-Yo tampoco -Contesto, entrando a la casa riéndose -Soy de Madrid, me dijo Danny que eras nueva en el edificio, vine a darte la bienvenida. - Supuse que Danny fue quien me recibió. Me tendió nuevamente la bolsa. La deje sobre la mesada -¿Que te trajo a Francia Señorita..?

-Aida -Conteste -Nuevos aires, supongo- Mentí -Le ofrecería algo pero recién llego, no se donde hay una tienda o un supermercado. Gracias por la bienvenida.

-Bueno, Aida, solo pasaba a saludar, por estos lugares es mejor tener amigos que enemigos -Dijo -Que tengas un buen día, por cierto, hay una tienda a tres cuadras. -Cruzo la puerta y no la volví a ver.

Fui rápidamente a ojear la bolsa que me trajo la...Siquiera llegue a saber su nombre. Estaba decorada con una gran bandera de Francia, y dentro una maceta, con lo que parecía, una planta de alguna hortaliza. ¿Quien regala una hortaliza como bienvenida? ¿Acaso eso tenia sentido siquiera? Con cuidado la coloque sobre la mesada y la regué con agua. A decir verdad, era una hermosa hortaliza, no sabia bien que era pero, para mi, era bella de igual manera.

Cogí la llave y decidí seguir las indicaciones de mi nueva vecina. Me arroje a las calles de Francia y fui en busca de una tienda. Danny no se encontraba cuando baje y no cruce con ningún otro vecino.

Las tres cuadras fueron interminables debía preguntar indicaciones, hablando mitad ingles y mitad mímica, algo como :

-¡Hello! ¿The store? -Pregunte a una señora que caminaba a su pequeño perro. Ella fruncía el seño y yo volvía a intentar, fingí que caminaba y con las manos dibuje una tienda, comida, y luego de minutos interprete que la mujer entendió por su sonrisa.

-¡Mimo! - Dijo y comenzó a reír, busco unas monedas en el bolso y me las tendió para luego marcharse. Ahora era un vagabundo pidiendo monedas. Excelente.

Camine en busca de otra persona pero estaba vació, no había a quien preguntar. El cielo estaba oscureciendo y ni siquiera tenia idea de donde comprar comida. Camine resignada en cualquier dirección. Solo había parques vacíos, tal vez allá alguien en el parque a quien preguntar pensé y me encamine hacia esa dirección. Los lentes quedaron en mi valija, solo veía sombras lejanas.

-Te noto perdida -Dijo una voz masculina, me di vuelta rápidamente, estaba lo suficiente cerca para poder verlo, pelo negro, ojos grises, era mas alto que yo. -¿Eres nueva? -Ante mi cara de susto volvió a hablar -Do you speak Spanish? -Dijo poniendo su mano sobre mi hombro que me hizo reaccionar.

-¿Como apareces así? !Casi me matas del susto! -Conteste, largando el aire que llevaba atrapado, no tenia pinta de criminal.

-Me llamo Ryan, lo siento ¿Eres nueva? - Pregunto otra vez, Ryan, nunca escuche ese nombre. Tenia cara de Juan Miguel o Luciano, pero ¿Ryan? Para nada tiene cara de Ryan.

-Llegue hoy, estoy buscando una tienda. Me llamo Aida. -Contesté con una sonrisa liviana.

-Sígueme - Y eso hice, sin saber que ese, seria la peor decisión de mi vida.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Hola! Espero les guste el capitulo, en realidad es corto, muuy corto, porque es solo una "introducción". La historia se esta editando, prácticamente es una historia totalmente nueva, pero voy a ir editando y actualizando en cuanto pueda (?)

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 28, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ryan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora