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Día 02, semana 03.

Ésta mañana te vi entrar al baño con lágrimas es tus ojos.
Ibas tan de prisa y tan preocupado porque no te vieran que tus lentes se cayeron al piso y ni siquiera te importó.

Tanto como a mí no me importo ingresar detrás de ti para saber qué sucedía.

Debí de haberlo pensado mejor.

Llegué a donde estabas; en una esquina llorando con la cabeza entre tus rodillas. Se me rompió el corazón de sólo verte.

Me acerqué con cuidado e intenté abrazarte. Pero me dijiste que querías estar sólo. Acepté eso y simplemente dejé tus lentes en una parte donde podías verlos.

«¿Qué a pasado?». Santa mierda... Ojalá aquellas palabras no hubiesen salido de mis labios y en su lugar me hubiese ido de inmediato para no escuchar aquello.

Lamento el fallecimiento de tu madre.

Estaré contigo en todo momento como te prometí.

No temas, no voy a dejarte sólo ni un segundo.

Estaré ahí hasta que todas las piezas de ti tengan la suficiente fuerza para seguir adelante, así tenga que dejarte mi corazón en el transcurso.
En otro momento de la vida hasta me hubiese “agradado” verte sufrir un poco.

Hoy no hay dedicatoria.

Pero que sepas que la razón por la cual me arrepiento tanto de haber entrado al baño detrás de ti... Es porque nunca imaginé que me dolería tanto el corazón al verte sufrir.

RaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora