Cuando Seas Mía

CAP. 1: Tu novio es un imbécil

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Sus labios se posaban en los míos, nerviosamente abrió su cavidad bucal para dejar pasar mi lengua. Inicié un ritmo sensual que la hice temblar por completo, quería succionar su lengua y hacer el beso más pasional y más húmedo, pero tenía que ser paciente no quería parecer agresiva ni que ella se sintiera incomoda. Así que estuvieron en guerra nuestras lenguas hasta que el oxígeno faltaba y nos tuvimos que separar, sus mejillas tomaron un adorable tono carmesí, mi mano derecha empezó a acariciar su mejilla izquierda.

—Tengo miedo. —Susurró en mi oído.

— ¿Miedo a qué? —Le pregunté casi al instante.

—De que me utilices, de que esto sea una mentira... De que me lastimes.

—Shh... —Posé mi dedo índice en sus labios rosados hinchados por el beso—No tengas miedo. Jamás te haría daño o te mentiría, esto que siento es real. Soy sólo tuya, y no habrá nadie que pueda sacarte de mi cabeza. —Lo dije en un tono tan sensual que la hice estremecer.

Me dio un beso fugas y me abrazo fuertemente.

—No me dejes nunca.

—Eso ni pensarlo.

Una suave aunque insistente melodía empezó a sonar en la periferia de mi conciencia, como una cancioncilla familiar que no lograba identificar. Después de un rato, comprendí que se trataba del fastidioso tono que tenía programada la alarma de mi teléfono.

No puedo creer que esté teniendo ésta clase de sueños tan incoherentes, yo jamás me entregaría por completo a una sola persona.

— ¡Kristine Parker! —Ese grito me saco de mis pensamientos.

Linda manera de comenzar el día, gracias mamá. Decidí levantarme de mi cama para verme al espejo.

Ahí me encontraba, una chica de 17 años. Mi cabello era color azabache lacio y sedoso, me llegaba hasta los hombros, media 1.75 de altura y mi cuerpo estaba bien proporcionado, mi piel es algo pálida, sería una chica común y corriente pero lo que me hace especial son mis ojos color azul grisáceos celestes que hacen que todas las chicas y chicos caigan a mis pies.

— ¡Kristie baja en éste mismo instante!

—Ya voy, solo 10 minutos más. —Respondí con un fuerte grito.

Después de verme en el espejo me quité la pijama y me empecé a cambiar: me puse unos jeans rotos del lado derecho de la pierna, mis Converse color negros un poco rotos y una camiseta color negra que tenía el logo de The Ramones1. Salí de mi habitación para hacer una escala al baño, me tenía que lavar los dientes, cepillar mi cabello y ponerme algo de delineador.

— ¡Kristie, si no bajas ahora, yo mismo te bajaré a la fuerza! —Ésta vez escuché una voz gruesa y masculina, de inmediato la reconocí, mi hermano amargándome la mañana, siempre hace lo mismo a la hora de desayunar.

Solté un suspiro— ¿Estás sordo? Te dije que me dieras 10 minutos. —Respondí con un tono neutral.

Antes de salir del baño me puse los últimos retoques del delineador y como alma que lleva el diablo corrí hacia las escaleras, bajé como una loca para entrar al comedor y ahí estaba mi peor pesadilla tomando un café con un traje italiano.

—Tus diez minutos se han convertido en cuarenta, ¿eh boba? —Me reprochó mi hermano, Bill Parker.

—M-hmm. —Sólo me limité a decir.