La chica de la flor de loto.

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Llego solo a la discoteca llevaba puesto una camisa blanca de botones y un pantalón que le hacían ver informal, sacudió su pelo negro aun mojado por la ducha y se lo echo atrás sus ojos azules pasaron vista por todo el local, un lugar de dos pisos con una barra donde las personas pedían sus bebidas la discoteca se llamaba placeres mundanos y era una de sus favoritas por el simple hecho de que siempre había hermosas mujeres dispuestas a ir a su cama.  La gente bailaba al compas de la música  las luces prendían y apagaban dando un efecto ralentizado,  entonces el paro su mirada en una mujer de cabello marrón claro llevaba un vestido verde que delineaba sus curvas estaba bailando en el segundo piso se movía lentamente como seduciéndolo invitándolo a ir con ella pero el decidió esperar a que fuera su momento así que la siguió con la mirada esperando que bajase o hiciera algo y, no era precisamente una de esas modelos con las que acostumbraba a irse a su cama pero llevaba un aire de misterio que le atraía y quería estar más cerca de ella, cuando por fin bajo fue a la barra de las bebidas y saco un cigarro de su cartera el al ver que ella estaba buscando algo para encenderlo se acerco a ella sigilosamente.

-¿Quieres fuego?- pregunto el chico que la había estado viendo toda la noche con una voz seductora y una sonrisa que mataría a todas.

-Claro, para eso baje tenía que darte una excusa para que me hablaras por que como ibas tu podía irme y no te acercabas- respondió ella con una voz calmada como si estuviera hablando del tiempo y no de haber descubierto mirándola toda la noche esperando el momento perfecto para acercársele.

-¡Vaya me descubriste!- respondió este sorprendido pero le acerco el fuego y ella lo acepto gustosamente- Mi nombre es Christian, ¿El tuyo es…?

Ella le dio una calada a su cigarrillo, soltó el humo y lo miro con una sonrisa picara en los labios, se acerco a su oreja donde sus labios rozaban su lóbulo y  le susurro.

-No tienes que saberlo…-  La voz de la chica le sonó seductora a su oído y hizo que le subiera un escalofrió por su espalda, cuando se dio cuenta de que la estaba mirando como un idiota salió del misterioso trance que esa chica le hizo entrar y decidió marcharse, normalmente él era que seducía y no al contrario.

Antes de que pudiera marcharse la chica lo agarro de la mano y lo llevo a la pista de baile donde empezaron a bailar de forma pausada y sensual, aunque no tuviera nada que ver con la música que sonaba en ese momento que era algo electrónico pero ninguno de los dos les prestó atención a eso si no a el baile que estaba llevando en ese momento lento y rítmico, pegando sus cuerpos y separándolos solo por unos centímetros sus miradas intensas chocaban con consistencia, ninguno de los dos quería romper ese duelo de miradas que les resultaba atractivo e imposible de quebrantar.

Christian estaba fascinado con cómo se movía esa chica, si antes pensaba que era una desventaja que no tuviera tantas curvas como las que estaba acostumbrado ahora se retractaba, sus pecho aunque no fueran muy grandes tenían el tamaño necesario podía apostar que le su mano encajaba a la perfección, como había visto antes su vestido verde delineaba sus curvas de reloj de arena que lo dejaban hipnotizado con el vaivén de sus caderas, su cabello marrón claro estaba suelto le llegaba hasta debajo de los hombros sus ojos de color avellana claro lo miraban de una manera profunda e intensa se podía ver el deseo, pero en el fondo de sus ojos podía notar que lo miraba de una manera como si pudiera entrar en su más profundos pensamientos y saber sus más oscuros secretos.

Cuando ya llevaban tiempo bailando decidieron descansar y pidieron unos tragos hablaron de cosas triviales solo que ella aun no le dejaba saber su nombre tanto así como datos personales    cuando la hora ya rondaban la dos de la madrugada decidieron irse juntos.

-¿Quieres ir a tu casa?- Pregunto Christian, que ya sabía lo que iba pasar esa noche pero tenía por regla no llevar mujeres de una noche a su casa por si acaso podían ilusionarse y después acosarlo todo el tiempo cosa que ya le había  pasado una vez y no quería repetir la experiencia.

La chica de la flor de loto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora