Conmigo

665 58 16
                                    

Notas: Personajes muertos, ya has sido advertido/da.

Resumen: Hay otra guerra, y parece que no todos volverán.
----------

Había sangre en el campo de batalla; en todas partes se respiraba un ambiente mustio. Habían cadáveres en todas partes, tanto de monstruos como de semidioses. Algunos de esos valientes guerreros seguían luchando contra los monstruos. Pero ya los ejércitos de Romanos y Griegos habían perdido demasiada gente.

A su alrededor todo estaba en llamas; gritos por todas partes, las cosas no iban bien. Calipso comenzó a correr nuevamente. Necesitaba encontrarlo.

¿Dónde diablos estaba?

Frank, Reyna y Percy habían ordenado la retirada de las tropas, pero aun habían semidioses en el campo de batalla. Ellos simplemente no podían luchar más. Aunque los Dioses sabían que los monstruos eran demasiados, ellos accedieron a ordenar la retirada. Inclusive el terco de Zeus sabía que sus semidioses necesitaban ganar fuerzas. Luchar más solo provocaría más bajas.

Aún con una pierna rota y con graves heridas de muerte en su cuerpo Calipso siguió adelante. El dolor le agudizaba los sentidos al cien por ciento. Ella sabía que su pierna izquierda había sido quebrada en pedazos cuando aquella columna le cayó encima mientras intentaba llevar a un chico al hospital improvisado. Sus piernas dejaron de funcionar y ella colapsó.

Calipso lanzó un juramento. Di Immortales. Pensó. —¡Funciona— Gritó y se levantó solo para caer al suelo nuevamente. La ninfa pegó un puño en la tierra y se volvió a levantar, para su sorpresa su pierna funcionó.

Sin precaución ella corrió. Ignorando el punzante dolor en todo su cuerpo se acercó a los cuerpos calcinados y despiadadamente asesinados de aquellos semidioses y monstruos. Ella escuchó a un alguien gritar:

—¡Retirada! ¡Retírense ahora!—

Aquel semidiós de camisa naranja se acercó corriendo a donde Calipso. Era nada más ni nada menos que Jake Manson de la Cabaña de Hefesto.

¿Porqué anda solo? Calipso se preguntó así misma. ¿Dónde están los demás que andaban con él? Una horrible preocupación se extendió por todo su cuerpo a medida que todo el dolor físico y emocional que llevaba aguantando parecía desbordarse y hacerse paso por su mente y su cuerpo. Ella sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida, por eso tenía que al menos saber que estaba bien.

Cuando ya Jake estaba frente a ella, Calipso pudo distinguir que andaba empapado en sangre y heridas.

—¿Dónde está tu líder?— Calipso preguntó lleno de desesperación. Una impaciencia inhumana creció dentro de ella a medida que el silencio aumentaba. —¿Dónde está él?—

Jake Manson simplemente se le quedó mirando con una emoción que Calipso no podía distinguir ¿Era miedo? ¿Preocupación? ¿Culpabilidad? ella no estaba segura.

—E-e-él nos ordenó la retirada— Jake tartamudeó, —,dijo que seguiría adelante. Él sigue peleando.— Jake tragó saliva y ella comprendió que lo que él traía en su mirada era miedo y no preocupación. —Los otros murieron de camino acá.—

—¿Y que hay de él?— Preguntó Calipso, Jake rápidamente entendió a quién se refería.

—Seguía luchando cuando nos fuimos.—

—Vale.— Dijo Calipso. —Volveré por él.—

Los ojos de Jake parecieron haberse agrandado el triple. —Pe-pero...

Calipso se echó a correr nuevamente ignorando lo que el Griego iba a decir. Mientras su cuerpo protestaba su alma le ordenaba que siguiera corriendo. Y decidió escucharla. Ella vio demasiados semidioses sin vida en el suelo, pero luego distinguió una camisa blanca con tirantes en la lejanía. Sin duda era él.

Era Leo.

Ella quedó congelado por un rato en el mismo lugar. El dolor de sus heridas fue remplazado por el de su corazón, el cual era mucho peor.

¿Porqué se queda ahí?

Lentamente ella caminó hacia él. Cuando llegó a su cuerpo el suyo propio colapsó a su lado. Calipso sabía sin duda que se trataba de él. Ella lo volteó y rápidamente sintió la ira esparcirse por su cuerpo.

—¿Leo?— Ella lo llamó. Calipso sabía que él no respondería. Pero aun esperaba lo contrario. Él no podía estar muerto, pero la carne arrancada se su abdomen decía lo contrario. Sus ojos estaban cerrados y ya su piel poseía un color pálido. Pero lo más extraño de todo era que se veía en paz. La hija de Atlas había visto morir a mucha gente en esta guerra, pero nunca había visto una expresión tan pacifica como la de Leo. Calipso notó que él apretaba algo con su mano izquierda. Cuando ella lo vio sus ojos comenzaron a arder por las lágrimas que ella intentaba contener. Leo sostenía un collar que él le había pedido a ella días antes.

~¿Me podrías regalar ese collar que te llevaste de Ogigia?~ Había preguntado Leo.

~¿Para qué lo quieres? ¿Qué tramas?~ Había preguntado Calipso con una gran sonrisa en sus labios. Antes de que él contestara ella le dio ese pequeño collar en forma de flor de loto.

~Para cuando vuelva a la guerra traerte siempre conmigo.~ Contestó a medida que amarraba esa pequeña medalla en su collar de cuentas del Campamento Mestizo.

Calipso sostuvo su mano y notó como había perdido su calidez. Ella la aguantó cerca de su mejilla y pronto notó sus ojos llorosos. Ella lloró silenciosamente a medida que esperaba que él le apretara la mano con fuerza. Con tanta fuerza que ese dolor le remplazara el original.

—Leo— Ella sonrió débilmente, las lágrimas no parecían tener fin.
—, esto no es justo ¿sabes?—

—Dejarme de esta manera.— Añadió.

Era irónico, ella recordaba que la mañana antes de la batalla ellos hablaban de justamente esto.

~¿Qué pasa si uno de nosotros muere?~ Preguntó Calipso mientras Leo besaba su espalda desnuda.

~Tenemos que mantenernos fuertes para el otro.~ Él contestó como si fuera la pregunta más fácil de contestar.

No era justo que fuera él quien debiera morir. Tal vez Calipso solo debía mantenerse fuerte para él. Ella pronto se dio de cuenta que no podía porque había sido a Leo quien había perdido. Por alguna razón ella se sentía vulnerable cuando estaba con él.

Calipso sintió como su cuerpo se apagaba poco a poco y caía de costado a su lado. Su mano izquierda seguía apretando la de él mientras con su mano derecha apretaba el collar. Ella lo observó, recordando cada parte de su rostro. Su cabello rizado, sus orejas puntiagudas, sus labios ahora pálidos. La ninfa no pensó en nada más, porque a este punto final de su vida, Leo era todo lo que importaba.

Me pregunto si alguien lo vio morir. Me pregunto si alguien se molestó en ayudarlo cuando luchaba contra su muerte.

Ella observó el cielo nocturno que y vio la constelación de su hermana Zoë Belladona AKA La Cazadora. Calipso sintió como su alma poco a poco abandonaba su cuerpo y por una vez se sintió en paz.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 06, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora