Prólogo

49 3 0
                                    

Lo único que hacia esa noche la chica era recordar, después recordó que no tenía por qué hacerlo.

No había nada que recordar, cuando uno recuerda solamente se está ateniendo al pasado, miles de sentimientos necesarios e innesesarios, pero sus recuerdos eran innecesarios.

Su cabeza reposo suavemente sobre su almohada, se sintió algo caliente así que la volteo para sentir el lado frio, se sintió refrescante, el calor le molestaba solo hacía que se sintiera abochornada, se cambió de posición, decidió ya no preocuparse más.

El estómago rugía, exigía hambre, alimento, proteínas, algo con que sentirse lleno, le dio pereza levantarse a comer, porque no había reservas de comida, así que tendría que luchar con su alimento. No quería hacerlo prácticamente tenia flojera...

A lo lejos un aroma delicioso, dulce le devolvió el apetito, se le hizo agua a la boca, pero la sensación no fue suficientemente potente como para levantarla, su cama era lo bastante cómoda, y ya había encontrado una posición con la que se sentía a gusto y no iba a pararse.

De pronto se escucharon ruidos, pisadas, el ruido provenía de esas botas que utilizaban los motociclistas, o de las que usaban los ingenieros para trabajar en las obras de construcción, el ruido le despertó los sentidos, sabía que era, no se preocupó sabía que no era nada muy importante, simplemente oiría a las botas pasar de largo, se abriría una puerta. Y escucharía a un cuerpo caer por un colchón dando un largo suspiro., se sabía el trayecto de memoria tenía un agudo sentido del oído...

-45, 46, 47- murmuro mientras contaba las pisadas La pisada número 47 se detuvo, le dio un vuelco al corazón, las pisadas nunca se detenían por lo menos en ese número. Porque era tan importante el numero 47? La respuesta era:

La pisada 47 estaba justo delante de su puerta. 

La perilla de su puerta estaba girando, no era una buena señal, la chica volteo a la puerta, tapándose con las cobijas al momento que la puerta se abrió ahí entro un hombre, alto como de 27 años, traía una capucha negra y sostenía un cuchillo en la mano, su respiración era rápida, los ojos tenían un tono dorado que darían miedo a cualquiera con solo mirarlos, el hombre dio un largo suspiro y se desmayó cayendo al suelo, dejando caer su cuchillo.

-sensei!!!- grito a chica

Se paró rápidamente a atender al hombre, estaba herido tenía su chaqueta llena de sangre, al verla se le quito el antojo, al igual que su piso, le quito la chaqueta rápidamente determinó si no tenía heridas graves, no las tenía, noto que solo estaba cansado, le quito los zapatos lo cargo hacia la cama, y lo tapo con las cobijas.

-parece que fue un día difícil sensei-

Y agarro su jirafa de peluche y se fue a otra habitación, a disfrutar su recién interrumpido descanso.

In the Réquiem: Inicio del canto de sangre (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora