Sólo los tontos lloran

El olvido

Corriendo lo más rápido que podíamos llegamos a la feria de comida en donde todo estaba destruido, las mesas por todos lados, comida tirada por todas partes y lo peor de todo gente muerta en cada rincón. Miré a mi hermano aterrorizado, no podía creer que esas bestias no nos siguieran y más la masacre que había a nuestro alrededor. Mi hermano con la respiración agitada puso su brazo alrededor de mi cuello y se desmayó sin nada que decirme, lo agarré fuertemente pasando mis brazos por su espalda y sentía un líquido frío recorriendo mis brazos, me asomé para confirmar lo que no podía parar de pensar y si, lo era, sangre recorriendo de par en par toda su espalda a causa del rasguño de la maldita bestia, ya no podía con más, pero me armé un poco de valor para mantener a mi hermano a salvo, me tocaba a mi protegerlo. Escuché un ruido lejos de nosotros e hice que rápidamente nos tumbáramos al piso tapándonos con una mesa de comida al frente de nosotros.

-Psss, pssss

Giré un poco la cabeza para ver de dónde provenía ese sonido y vi en uno de los locales de comida un tipo como de mediana edad asomado debajo de la puerta de entrada.

- Hey –me dijo susurrándome- ven rápido no te quedes allí sin hacer nada, imbécil.

- Tengo que mover a mi hermano no lo puedo dejar aquí tirado –le dije en el mismo tono de voz-

La distancia no era tan larga, estábamos como a 8 metros del local, pero tenía las piernas entumecidas y el corazón al máximo, aunque todo parecía en silencio se escuchaban gritos repentinos de personas que quizás sufrieron la desgracia de encontrarse esas horripilantes bestias.

- Agárralo rápido y tráelo idiota ¿o es que quieres morir allí? –me dijo el sujeto-.

Salí de mi trance e hice que me reaccionaran las piernas, me levanté para sujetar a mi hermano de los brazos y llevarlo hasta el local, cuando me levanté vi la herida y me aterré, era larga completamente vertical y no paraba de salir sangre. Jalé lo más que pude y empecé a mover a mi hermano poco a poco de modo que no se oyera ruido alguno.

-¡Apúrate! –me dijo con un tono de voz más elevado-

- Pesa mucho, ¡ayúdame!

El sujeto salió rápido del sitio para luego agacharse y levantar a mi hermano como si nada, era un tipo alto como de unos 2 metros, con cara de que la vida no le había dado lo mejor, sino lo peor, tenía aspecto de que no dormía desde hace una semana aunque portaba ropa de marca y parecía el tipo de personas ricas pero idiotas en la vida.

-¡Espabila!, ¡entra rápido! –me dijo el sujeto amargado-

Corrí rápido dentro del local que estaba con las luces apagadas y las rejas abajo, teniéndome que meter por la puerta en donde antes se encontraba el sujeto

- Ve a la cocina, muévete. –Dijo con mi hermano en brazos-

Cuando entré en la cocina había como 4 personas sentadas en el suelo formando un "círculo", las luces estaban apagadas pero todavía se podía ver aunque era ya de tarde y pronto caería la noche. La cocina era bastante ancha y grande con una mesa alargada en el centro en donde picaban las cosas con un espacio abierto abajo, era más grande de lo que me imaginaba que eran esos locales. El sujeto dejó a mi hermano en el suelo y cerró las dos entradas.

Una mujer muy atractiva como de unos 25 años que estaba en el "círculo" se levantó a penas vio a mi hermano en el suelo, sangrando.

- ¿Tienes una franela debajo de esa camisa? –me dijo la mujer-

-Ah?

- Una franela, ¿tienes? –me dijo frunciendo el ceño-

Capté lo que estaba diciendo y me quité la camisa rápidamente para dársela y quedarme solo con una franela blanca corta que la utilizaba de sudadera. La mujer agarró la camisa velozmente y se agachó en el acto, le subió la franela que cargaba mi hermano hasta el cuello, dejando su espalda a la vista y dejándose ver las marcas de las garras, casi toda su espalda estaba de color rojo a causa de la sangre que estaba corriendo por su espalda. La mujer inspeccionaba la herida como si ya hubiera visto muchas antes.