Cap 2. En el bosque

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Me desperté con la esperanza de que probablemente todo esto hubiera sido nada más que un raro sueño, pero, desgraciadamente no era así.
Amanecí en el bosque, con un hilo de baba corriendo por mi mejilla con la cara contra la nieve.
Cuando desperte el fuego ya se había consumido.
Salir de aquí no iba a ser fácil...
Coménce a caminar buscando indicios de como había llegado aquí o cualquier otro rastro de vida.
Después de largo rato de estar caminando escuche un disparo...
Sin saber por que lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, deslizandose suavemente por mis mejillas, quemando donde pasaban, pero yo en cambio me había quedado completamente inmóvil.
Cuando pude mover mi cuerpo corrí lo más rápido que pude hacía de donde provenía el disparo, corrí hasta quedarme sin aliento, hasta que mis mejillas hubieran tomado un rojizo vivo, hasta jadear descontroladamente, corrí sin saber bien a donde.
Y cuando llegué, lo vi....
Un charco de roja sangre inundaba la pura nieve, casi como si fuera un delito, la sangre siguió exparciendose sin importarle lo que yo pensara, y siguió, y siguió.
Me acerque dando lentos pasos a la persona que yacía debajo de mi, casi como si tuviera miedo de que despertára en algún momento, y me arrodille junto a el.
Parecía ser un hombre de la tercera edad, su blanca cabellera delataba los años que había vivido, usaba una bata elegante que parecía pijama, estaba hecha de un rojo terciopelo, casi tan rojo como la sangre que emanaba de su pecho, en su muñecas lucía un reloj de marca, y adentro de sus bolsillos traía unos lentes de lectura, parecía realmente adinerado, su rostro estaba completamente palido, como si acabara de ver la cosa más horrenda del mundo.
Sus ojos seguían abiertos, y eran de un color azul, un azul tan oscuro que parecía que fueran pozos que me engullirían en cualquier momento, en ellos había un rastro de profundo terror, estar tan cerca de la muerte misma...era raro.
Sentía un enorme dolor en el pecho sin saber bien por que, y nuevamente me heche a llorar.
Llore desgarradoramente mientras le cerraba los ojos, y recoste mi cabeza en su vientre sin importarme bien que me manchara de sangre.
No tenía ni idea de por que me sentía así, siempre había sido fría, todos me lo decían, siempre que asistíamos a un funeral, el ver a todas las personas llorando no me afectaba ni en lo más mínimo y nunca había llegado a derramar más de unas cuantas lágrimas cuando estaba realmente triste.
Llorar se me hacía un desperdicio de tiempo, algo patético, pero por alguna razón en ese momento no me pareció así, ya que seguí llorando desgarradoramente mientras apretaba con fuerza la llave que llevaba colgada al cuello, esa misma con la que había despertado en el bosque.
Cuando me hube calmado me pare y le di una última mirada a aquella persona, había decidido que dejarlo allí, como si nada hubiera pasado era realmente cruel, por lo que iba a hacer algo como un entierro.
Me paré y empece a buscar cosas para enterrarlo, mientras caminaba me entro un hambre brutal y recorde que había guardado unas moras, definitivamente no podía vivir solo de moras pero por el momento eso era más que suficiente.
Iba alternando mis pasos y el movimiento de mi mano hacia mi boca, era como una coreografía improvisada, mientras caminaba me dio por cantar una canción que de pronto había abarcado toda mi mente.

- If I die young bury me in satin,
lay me down on a bed of roses,
sink me in the river at dawn,
send me away with the words of a love song- era una de mis canciones favoritas, claro la versión de glee.
Mientras seguía caminando encontre un arbusto con unas hermosas flores moradas con grisáceo, eran más que preciosas, y casi sentía culpa por cortarlas, pero era por una buena causa.
Agarre cuantas pude y volví a donde debería de estar el señor, pero....
El ya no estaba ahí, solo quedaba el rojo de la sangre manchando la pura nieve, el señor no se pudo haber levantado por que claramente estaba muerto, por lo que lo único que se me ocurrió pensar fue solo una cosa...
-¡¡¡Zombie!!!- grite como loca mientras corría con todas mis fuerzas en la dirección opuesta a donde se encontraba aquella escena.
Cuando me asegure de que estaba suficientemente lejos me sente y me puse a razonar.
Aunque mi hipótesis de que el señor se había convertido en zombie era completamente posible, descarte esa idea y llegue a la conclusión de que alguien se lo había llevado, fue ahí cuando empece a sentir un miedo horrible.
No me quedaría allí ni un segundo más, apenas era mi segundo día y ya empezaba a estar aterrada totalmente.
Me negué totalmente a quedarme sentada esperando a que alguien me encontrara y que, como había hecho con el señor, me matara a mi también.
Mientras caminaba las yemas de mis dedos acariciaban la dura corteza de los árboles y producían cosquilleo en mis dedos, así seguí caminando por un rato, hasta que vi algo que llamó mi atención.
Eran varios pajáros tallados en la corteza del árbol, no sabía con exactitud pero creo eran cuervos, unos cuervos tallados en el árbol.
En ese momento me pareció algo hermoso...
Mientras estaba en mi propio mundo seguí caminando recorriendo con los dedos aquella hermosa figura, y sin poder evitarlo mis pies se enredaron y caí brutalmente de cara.
-Pffff- De repente escuche una risa.
-¿Hay alguien ahí?- pregunte asustada mientras me paraba rápidamente, no sin antes agarrar una rama tirada en el suelo.
- ¡¡¡¿Hay alguien ahí?!!!- Grite tratando de que mi voz saliera firme y segura pero al parecer los nervios se resignaban a seguir mi plan -Si no sales ahora tendre que golpearte- le dije con
voz queda e insegura y con todo mi cuerpo temblando mientras apuntaba con la rama a la nada.
*Silencio*
-Si no sales te lastimare- le dije, mientras que mi voz parecía como si fuera a romper en llanto en cualquier monento, estaba aterrada hasta la medula.
-Me encantaría ver eso- dijó una voz ronca proviniente de los árboles.
-¡¿Quién eres?!- dije un poco alterada.
Sucesivamente salió un chico muy alto detrás de los arboles, era buen mozo tengo que admitirlo, pero en su pose había un aire de superioridad, claro un engreído, tenía unos ojos azul oscuro muy hipnotizantes, justo como el señor que había encontrado, pensé, pero el en vez de tener una blanca cabellera el portaba un corto cabello negro.
-Nadie que te importe- dijó mirandome fríamente.
-Bueno claro que me importa maldito pervertido- rayos Alicia Murtons aprende a controlarte, podrías estar frente a un asesino a sangre fría.
-¿A quién rayos llamas maldito pervertido?- me pregunto luciendo enojado.
-Ay perdona, como definitivamente hay mucha gente aquí a la cual decirselo, no sabías que te lo decía a ti- dije fingiendo estar apenada- Si, rayos, a ti, no eras tu quién me estaba mirando detras de los árboles como violador del bosque- le dije con creciente enfado, rayos este tipo realmente me molestaba.
- No te creas la gran cosa niñata, simplemente estaba buscando algo y vi tu ridícula caída- dijó mientras que creí ver que se sonrojaba un poco, pero seguramente fue solo una ilusión ya que cuando lo mire a los ojos lo encontre mirandome con odio.
-¡¡¡Patrañas!!! Esa es nada más una excusa, dime, ¡¡¿qué rayos hacías detrás de los árboles y quién eres?!!- le grite a mi posible asesino.
- Si no me quieres creer es muy tu problema, ¿Estás sola verdad? espero y no te pierdas en el bosque, adiós- esto último lo dijó con una engreída sonrisa.
Se muy bien que pronto me arepentiría pero....
- ¡¡¡Espera!!..

En el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora