"Todo viene de casa"

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Son las 6 a:m, Ela ya se alistaba para salir con sus sajones a vender queso fresco.

Cajamarca, era más que su tierra, era la cuna donde nació, ese corazón late mil por horas al observar la hermosa mañana, que solo aquella le podía regalar,  los cantos de los pájaros empezaron, niños salían por doquier dirigidos al colegio, pero Ela, la niña que no sabía hablar, ya estaba lista en su puerta, con un par de trenzas, polleras de colores y sajones ajustados repletos de infinitos quesos. 

Aún no recuerdo cuando fue que empezó a trabajar, desde siempre creo yo. A pesar que Ela, no sabía hablar, nunca ha dejado de vender quesos en su corta vida. 

Esa misma mañana, Ela, salió con esa alegría especial que solo ella podía radiar. No era necesario que dijera una palabra, su mirada bastaba para refrescar tu ira y embelesar tu mañana. Caminando por la plaza, un niño se le acercó e introdujo sus pequeñas manos regordetas en su sajón  de quesos, Ela sorprendida, no reaccionó. Fue así el primer día que Ela, la niña que no sabía hablar, conoció una señal de la maldad.

Camino a su casa, iba encorvada mi pequeña Ela.

  ¡¿Oish mamay dónde ha estado?!- La señora Carmen, mamá de Ela, andaba enfadadísima. 

Ela, con sus ojos saltones, grandes y fuertemente negros, miró hacia abajo; las lágrimas caían en su colorido sajón multicolor. 

Ese día, Ela, fue reprendida; tres picotazos y si volvía a suceder, serían cinco por dejarse robar.  Ella no comprendía porque ese niño todo sucio de manos regordetas, con ropa desteñida, y piel seca, se llevó todos sus quesos. Pero lo vio tan triste que no pudo detenerlo.

Ela, la niña que no sabía hablar, aprendió aquel día una gran lección: "Todo viene de casa". 

Ela, la niña que no sabía hablar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora