¿Casualidad o destino?

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Nueve de la noche de un día de noviembre, en un lugar de la ciudad.

"Métete en alguna tienda"

"¡No puedo, ya están todas cerradas!"

"¡Pues pide un taxi!"

"No veo ninguno"

"Está bien. ¿Dónde estás exactamente? No me dirás que te has perdido".

"Pues sí, no me doy cuenta de dónde estoy. No veo nada reconocible."

"Pues con lo oscuro que está todo ahora..."

"No me estás tranquilizando precisamente."

"Tienes razón, lo siento. Está bien, tú haz lo que yo te diga, tengo una idea...

La voz de su amiga se fue apagando hasta que ya no se oía nada por el altavoz de su teléfono. Genial. Sin cobertura. Diana volvió sobre sus pasos intentando en vano volver a tener comunicación. Pero, a pesar de su esfuerzo, nada. Y aquella encorvada figura que se recortaba en la oscuridad de la noche, cada vez estaba más cerca.

Minutos antes de aquel mismo día de noviembre, en un lugar de la ciudad.

No se podía creer la suerte que acababa de tener, que por fin hubiera conseguido un trabajo en el teatro. Llevaba tiempo intentando que le dieran un papel en alguna de las innumerables obras que se representaban todos los días allí pero, hasta aquel momento, no había hecho sus sueños realidad. Pero hoy, al fin, lo tenía. ¿Estaba soñando? Diana salió del edificio donde se había pasado toda la tarde actuando para conseguir aquel preciado papel que ya era suyo. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo tarde que era. La oscuridad teñía el cielo de la ciudad, dándole un aire terrorífico. Se apresuró a salir de allí lo antes posible, aquella calle desierta y sin luz no le gustaba nada. No había andado ni dos pasos cuando lo vio. Una silueta encorvada que sujetaba un bastón, la miraba fijamente desde la otra esquina de la acera. ¿Quién era? ¿Por qué la miraba de esa forma? Diana apuró el paso, y vio, asustada, que aquella figura no identificada la imitaba. En un ataque de verdadero histerismo, sacó el móvil del bolsillo trasero de sus vaqueros y marcó aquel número que tantas otras veces marcara.

"Raquel al habla"

"Alguien me sigue"

Una noche de noviembre, en un lugar de la ciudad.

Sin poder evitarlo, Diana cada vez se asustaba más. Ya olvidara la idea de caminar, y ahora corría como nunca antes lo hiciera. Pero aquella figura que desde hace ya tiempo no abandonaba sus pensamientos, también aceleró el paso y caminó lo más rápido que aquel bastón que llevaba consigo le permitía. Diana podría haberlo dejado atrás fácilmente pero, al girar a la izquierda, se dio cuenta del grave error que acababa de cometer: aquella calle no tenía salida. Instintivamente, retrocedió, intentando salir de aquel espantoso callejón pero, para su horror, vio que una silueta le obstaculizaba el movimiento deseado. Encorvada, sujetando un bastón. La reconoció al instante.

Miró hacia ambos lados. Estaba atrapada. Su misterioso acompañante ya caminaba hacia ella. Un paso y otro. Diana se había quedado paralizada, de repente, no era capaz de pensar nada coherente. Un molesto sonido que recordaba a una abeja se había asentado en su cabeza, impidiéndole hacer nada que no fuera esperar. Esperar a que aquella figura la alcanzara. Fue entonces, cuando oyó algo que le hizo levantar la vista para averiguar su procedencia. Parecía el motor de un coche. Y, tal y como ella había adivinado, un enorme Jeep negro entró a una velocidad no permitida en el callejón. Por un momento, Diana pensó que el coche la iba atropellar pero, en el último segundo, el Jeep se detuvo junto a ella con un molesto chirriar de frenos. La puerta del copiloto se abrió bruscamente. "¡Entra!" Una voz masculina le gritó desde el interior del coche. ¿Le hablaba a ella? Tenía que ser. Si estuviera en una situación normal, a Diana nunca se le habría pasado por la cabeza subirse al vehículo, pero, en aquel momento, no se lo pensó dos veces y, de un salto, se sentó en el asiento al lado del conductor. Una vez estuvo dentro, su acompañante pisó el acelerador y, dando un brusco giro, salió del callejón, dejando a la silueta encorvada del bastón atrás. Diana, todavía recuperándose de la impresión, observó a su acompañante. A pesar de la oscuridad de la noche, pudo distinguir las marcadas cicatrices que surcaban la cara del chico que conducía a su lado.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2015 ⏰

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