Camine por el ancho pasillo de Coldwater High School dirigiéndome hacia mi salón de clases. El ruido de mis tacones sobre el mármol se unía al resto del ruido en el pasillo haciendo que varios de los chicos allí se giraran a verme. Les sonreí a ellos y a los demás estudiantes que pasaban por mi lado hacia los salones de su primera clase. Vi a los adolescentes abrazarse, besarse y gritar emocionados por volverse a encontrar después de las eternas vacaciones de verano. Sonreí al verlos a todos. Se me vinieron algunos recuerdos al ver a los alumnos... No, basta.
Aparte la tristeza de los pensamientos a un lado con un suspiro. No recordaría el pasado, no hoy. Era el primer día de clases, nuevos caras, nuevas ideas, innovación. Eso sería todo. Un lindo día de clases.
—¡Hola, señorita Hill! —saludo un chico acompasándose a mi paso. Le sonreí. Note que varios chicos se pusieron a mí alrededor como si fueran mis escoltas—. Está usted muy hermosa hoy. ¿Le ayudo?
—Oh, gracias —dije entregándole la caja que estaba cargando con las cosas del salón—. ¿Estarás en mi clase, cierto?
—Todos nosotros —respondió— Yo estaré a primera hora, todos los días de la semana para ver su belleza brillar bajo la luz artificial de las lamparillas sobre el techo blanco como hecho de papel, a la vez, que me alimento de su sabiduría tan provechosa. —sonrió y me guiño, antes de echarme a reír.
Era un poeta innato, noté.
—Vaya, serás entonces uno de mis mejores estudiantes —dije sonriendo.
—El mejor, si es posible, señorita Hill. —hizo una reverencia haciéndome reír.
Otro chico abrió la puerta del salón de clases para mí. Todos los demás hicieron una reverencia invitándome a pasar primero. Entre sacudiendo mi cabeza y sonriendo. ¡Estos chicos! Deje mi bolso Louis Vuitton sobre el escritorio, para girarme hacia los chicos. El chico Piropo dejó la caja que se había ofrecido a cargar sobre el escritorio al lado de mi bolso. Me sonrió antes de unirse con sus amigos para sentarse en los primeros pupitres los más cercanos a mí. Volví a reírme.
—Nombres... —pedí sonriendo mirando a el chico Piropos.
—Soy Adam —dijo él sonriéndome coquetamente. Él pensaba que se ganaría un aprobado con tan solo coquetear con la profesora y lamentaría decepcionarlo, pero no era tan fácil—. Mis amigos son, Coby, Bryan, Alex y Mariano —los presentó señalándolos a cada uno. Todos me sonrieron amablemente—. Y... —se giró hacia mí de nuevo— tenemos mucho entusiasmo por empezar nuestra clase de ingles, señorita Hill.
—Eso es estupendo —dije—. Hay que esperar por sus compañeros, chicos. Pero, ¿pueden hacerme un favor?
Todos asintieron.
—¿Podrían buscar algunas cajas en mi auto? —me gire para doblarme sobre el escritorio y recoger mi bolso. Estuve segura de que vieron algo que les gusto porque sus sonrisas se ampliaron. Saque las llaves del bolso y se las entregue a Adam— ¡Gracias, chicos!
—De nada, señorita Hill —agarro las llaves y salió del salón seguido de sus amigos. Sonreí.
Ese chico me recordaba a alguien, a una persona que creí olvidada. Era tan parecido a él. Su sonrisa fácil, su coqueta voz, su mirada llena de misterio... mi corazón salto con tan solo recordarlo. Ese amor no se desvanecía, por más tiempo que pasara, permanecía. Ya habían pasado unos largos ochos años desde que lo había visto. Él había desaparecido de Coldwater después que se graduó de secundaria, unos días después de nuestra noche apasionada. Todo el mundo lo decía que él estaba jugando conmigo pero yo nunca creí. Hasta que me abandono y mi corazón se partió en mil pedazos.
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Solo una memoria
Romance-Te amo. - me susurro, apretándome contra él. Fue el mejor momento de mi vida. Uno arruinado por una cruel verdad: todo eso, era solo una memoria.