Ardiente tentación

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Narra ________________

Al día siguiente, llegué muy temprano a la oficina, ni siquiera había llegado Olivia y
eso que siempre es la primera. Encendí la computadora y revisé mi correo había uno marcado como importante, en el que me recordaban que a las 4 debía entregar las fotos para el folleto de un nuevo perfume de Armani.

– ¡Genial! – exclamé en voz alta, yo con las hormonas hasta el cielo y encima tenía que pasar al menos dos horas eligiendo fotos sensuales y a la vez sutiles.

Tenía otros asuntos pendientes a los que les di prioridad. A la una salí a almorzar con Olivia que me estuvo contando emocionada, que estaba preparando la fiesta del cumpleaños número tres de su pequeña Marian, justo una conversación como esa era la que necesitaba, algo completamente inocente que mitigara mis bajas pasiones que seguro aumentarían a la hora de estar escogiendo las fotos para el dichoso folleto.

Al regresar, me encerré en mi oficina y me dispuse a hacer el trabajo que había estado postergando toda la mañana, después de revisar miles de fotos para elegir las diez que aparecerían tuve una idea. Como el lugar donde las llevaría estaba un poco alejado, le diría a mi jefe que ya no regresaría y llamaría a aquel extraño para volver a encontrarnos, no podía demorarlo un día más, necesitaba volver a sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos en mi boca y su olor embriagándome.

Eran las 5:15pm cuando salí del edificio donde llevé las fotos, no entendí como es que me citaron a las 4 y me hicieron esperar 45 minutos para recibirlas. En cuanto estuve en la calle saqué el telefono, busqué su número y lo marqué, escuché el primer repique y mi corazón se aceleró al 1000%.

– Hola – escuché decir a esa voz aterciopelada que me alteraba.
– ¿Estás libre esta noche? – dije, pero, esta vez con un tono sensual, tentándolo.
– Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te parece?
– ¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:30? – estaba necesitada y se lo hice saber.
– Lo siento, es imposible a esa hora.
– Esta bien, entonces a las ocho – no me quedo más remedio que aceptar.
– A las ocho, en el lobby, cerca de los ascensores.

Y volvió a trancar primero, sin darme tiempo a decir algo más, en ese minuto me arrepentí de haber mostrado mi urgencia, seguro él tenía una vida y un trabajo, al menos, yo tendría tiempo suficiente para ir mejor arreglada esta vez. Le hice la parada a un taxi y le indique la direccion de mi apartamento.

Al llegar, me dirigí al armario y saqué un vestido rojo, de tirantes delgados cruzado por la parte de atrás y que me llegaba a mitad de los muslos, era atrevido y por eso no lo había estrenado, pero para esta ocasión era perfecto. Abrí el cajón de la ropa interior y por más que revolví, no encontré prendas lo suficientemente sensuales, miré el reloj y faltaban quince minutos para las seis, así que tenía tiempo de sobra y me dirigí hacia una tienda de ropa interior que quedaba a diez minutos de mi apartamento.

Mientras caminaba pensaba que estaba completamente loca, cómo era posible que estuviera yendo a comprarme ropa interior sensual sólo para tratar de impresionar a un completo desconocido que seguramente conocía miles de modelitos de todos colores y formas. Suspiré un tanto desilusionada, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conocí y para él yo era una más en su lista. Entré a la tienda sacudiendo mi cabeza para borrar esos pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

Me miré al espejo y casi no me reconocí, me había recogido el cabello y me había maquillado más que de costumbre, con un intenso rojo en los labios y cubierta por aquel vestido sexy, en definitiva estaba muy alejada de la correcta _________, de la chica que todos conocían y algunos hasta admiraban "nadie es perfecto" me dije mirándome fijamente. Vi el reloj y eran justo 7:30pm.

Ardiente tentación - Sixto ReinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora