El hombre vive y muere muchas veces
Entre sus dos eternidades,
La de estirpe y la del alma,
Y la vieja irlanda lo sabia.
Muera el hombre a su lecho
O bien caiga por arma de fuego,
Un breve separación de los suyos
Es lo único debe temer.
Aunque es larga la tarea de los supultureros,
Sus palas son resistentes y su músculos fuertes.
No hacen sino devolver a los que entierran a la mente de los hombres.