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Bloom Grey envuelta en una vieja manta miraba el mar desde el porche de su casa. Había estado lloviendo hasta media hora antes y el cielo gris parecía confundirse con el horizonte con el océano. Hacia un día horrible una que iba perfectamente con su estado de amino.

Intentaba no pensar en nada pero las palabras de su ginecóloga se repetían en su cabeza una y otra vez, su recomendación una histerectomía, pero ella solo tenía 28 años era demasiado joven como para enfrentarse a algo así. Seguía teniendo esperanzas de casarse y formar una familia, pero eso no sería posible si se sometía a dicha operación, había creído tener todo el tiempo del mundo y ahora el límite eran solo unos meses.

Disgustada después del trágico diagnostica de la Doctora Wright se había ido a la playa a la casa que pertenecía a su familia desde que su abuelo era niño y que se había convertido en un refugio para ella. La casa tenía 5 dormitorios y una cocina donde cabían 20 personas. En el verano solía haber más de 20 pero en el mes de octubre estaba más que desierta. El sitio perfecto para esconderse y aceptar la realidad aun no le había contado a su hermana mayor Daphne, que habría ido a consolarla en cuanto lo hubiera sabido pero en aquel momento no quería hablar con nadie, ni siquiera con la persona que más quería.

Entonces sonó su celular. Había sonado una docena de veces aquel día, el teléfono dejo de sonar. Nadie sabía dónde estaba, había llamado a la oficina cuando salió de la consulta para decirle a su ayudante que iba a estar fuera un par de días. Y sin decirle a nadie más se marchó a la casa de la playa.

El teléfono volvió a sonar, suspirando se levantó para entrar a la cocina. El dolor era insoportable, pero tuvo que doblarse un poco. Debía ser Sky Wells, su jefe, así que lo mejor sería contestar

—Si

— ¿Dónde demonios te has metido y porque no está la carpeta de Schribner donde debería de estar?

—Me he tomado un par de días libres y la carpeta la tiene Tecna, pregúntale a ella. Y cuando me tomo unos días libres se supone que no estoy trabajando. Tienes un edificio lleno de empleados dile a alguno de ellos que te busque la maldita carpeta.

Hubo un silencio incómodo.

— ¿Estas enferma? No sueles tomarte unos días y menos sin avisar con anticipación

Bloom respiro profundamente. Su vida privada era eso, privada. Aunque llevaban años trabajando juntos y mantenían una excelente relación, su jefe no era su amigo

—Volveré dentro de un par de días, puedes pasarte sin mí hasta entonces.

Bloom cortó la comunicación.

Tendría que llamar a su hermana más tarde, pensó luego, una vez que hubiera aceptado la realidad necesitaría un consejo de Daphne, pero mientras tanto no quería hablar con nadie, aunque no sentía envidia de su hermana mayor, bueno tal vez un poco.

Daphne y Thoren llevaban 5 años casados y vivían en un precioso apartamento cerca de Dupont Circle, en el mejor barrio de Washington. A los dos les iba bien en sus profesiones, viajaban a menudo y frecuentaban sitios exóticos. A veces los trabajos tenían que ver con el trabajo de Thoren para una empresa de informática. Otras solo por diversión.

La única persona que Daphne quería más que a su hermana era a Thoren. Y de vez en cuando Bloom deseaba que no hubiera aparecido nunca, bueno no lo pensaba enserio. Su hermana era muy feliz y eso era lo que ella envidiaba. A veces Bloom se preguntaba porque Daphne y Thoren no tenían hijos. Le respuesta a su pregunta: no estaban preparados.

Pero a Bloom le gustaba ser parte de una familia, tener a alguien a su lado. Pero había preferido situarse profesionalmente y ahora aparentemente se había quedado sin tiempo, sin dejar de pensar en todo lo que estaba pasando en su vida se dispuso a dormir.

Mrs. WellsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora