Prologo "La primera de mil lágrimas"

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Era una fría mañana de Enero, en una habitación salida de un cuento de hadas dormía una niña de cinco años, unos caireles rojizos caían delicadamente sobre su rostro de porcelana, su respiración era profunda y acompasada.
En su sueño Judith Cárter era una gran artista, cautivaba al mundo con sus pinturas sobrepasaba a Picasso y a Da Vinci, todo mundo hablaba de ella, su cuadro mas famoso era el retrato de su madre. Ambas eran muy parecidas el mismo color inusual de cabello y la piel excesivamente blanca, con la única diferencia de que una era una adulta con mentalidad de niña y la otra una niña con mentalidad de adulto.

Judith despertó muy entusiasmada, como casi todas las mañanas que tenía un buen sueño, corrió hacia la cocina donde creyó que estaba su madre pero no estaba ahí, Judith sintió una repentina punzada en el corazón pensó que la ausencia de su madre se debía a que ella también había desaparecido igual que su padre, se dio media vuelta, hacia la habitación que a veces hacia de un estudio de arte otras veces de la habitación de su madre. Cuando entro tenia miedo de no encontrarla entre las paredes color marfil, pero lo hizo estaba envuelta entre las mantas rojas, Judith camino lentamente entre la habitación, no mirando el camino sino cerrando los ojos con fuerza, dando tropiezos pero no abría los ojos, tenía miedo de que su madre se enojara con ella por despertarla de imprevisto, también pensó que sería demasiado temprano pero descartó la idea cuando vio un rayo de luz entrando directamente desde la ventana, abrió los ojos cuando toco la fría sabana colocada delicadamente debajo de su madre, la miro como si fuera una completa extraña una fina lagrima descansaba sobre su mejilla, su piel estaba mas blanca de lo normal y su cabello había perdido su color rojizo, lo había sustituido un color café oscuro muy parecido a su color natural, Judith le limpio la lagrima y advirtió que su piel estaba excesivamente fría. Pero a su madre nunca se le podía distinguir de un fantasma o una estatua viviente, sino por el excesivo rubor en sus mejillas cada vez que despertaba y por el ligero movimiento de hombros cada vez que respiraba.

-Mama- susurro Judith para comprobar si estaba despierta o aun dormía- Mama despierta- susurro Judith por ultima vez antes de volver a advertir la frialdad del cuerpo de su madre, Judith supo que tenia que hacer algo si su madre estaba enferma y no podía cubrirse con mas mantas ella tenia que hacer algo, nadie podía entender ademas de su madre por que la niña tenia gran habilidad para entender todo a su corta edad, pero nadie esperaba que pudiera entender lo que le pasaba a su madre.

<<Tienes que hacer algo por ella- susurro una voz en su cabeza-piensa, tienes que pensar>>

Al final se decidió que la cubriría con mas mantas tal vez la frialdad de su cuerpo se extinguiría y lo sustituiría un calor interminable, empezó a recoger un poco su casa ella no veía por que no ayudar a su madre, al fin y al cabo su madre había hecho un millar de cosas por ella el día anterior, le había cocinado y habían pasado el día completo haciendo pinturas y bocetos, comenzó con lavar los platos sucios de la noche anterior, siguió recogiendo el poco desorden que había y al ultimo se sentó a ver los bocetos que había hecho su madre hasta que un dolor repentino se apodero de ella, le dolía la cabeza y sobre todo el estomago, tenia frió y hasta ese momento recordo el camisón que llevaba lo jalo dos veces para abajo y se fue a su habitación, miro cada una de las paredes con una pintura de un bosque los arboles eran de un bello color verde y parecían casi reales, había unas cuantas mariposas y unos seres extraños con alas de color zafiro, el techo era de color azul y tenia muchas nubes esponjosas el sol inexistente se ocultaba tras una nube menos esponjosa que las demás.

-Donde esta- susurro Judith buscando el vestido azul que había usado el día anterior, lo encontró sobre unos zapatos negros, se lo puso lentamente y sintió el calor que le proporcionaba, termino de vestirse y se dirigió a la cocina aunque ella sabia cocinar no deseaba quemar la casa y con ella su madre, aunque tal vez, si la metía entre las llamas su piel no estaría tan fría, de pronto recordó a la persona que había dicho esa frase: su tía Barbara una mujer regordeta de cabello castaño que siempre decía barbaridades que tenían que ver con lo que ella llamaba política su madre casi siempre intentaba callarla o hablar de otro tema, de pronto recodo que las barbaridades que decía tenían mucho que ver con su nombre, pero ni se inmuto sabia que pronto llegaría con todas sus compras y seguiría diciendo cosas que ella no comprendería, Judith tomo una manzana la mastico lentamente, con la mirada perdida en algo que nadie mas podía ver: su sueño, recordó que todo mundo la amaba y que sobre todo su madre era su musa inspiradora, se acordó de ella como por arte de magia fue y regreso a la habitación pero lamentablemente seguía "dormida" intento despertarla de muchas formas unas con un poco de cariño y por ultimo lo intento suplicándole por su nombre.

-Paula- lloro Judith jamas la había llamado así y era mas que extraño que entender de que hablaba su tía Bárbara, sintió que al llamarla asi era una completa desconocida- Paula despierta- se rindió de nuevo esta vez no se fue sino que se acomodo en la cama, recostándose sobre su hombro ya no tomo en cuenta la frialdad de su cuerpo, solo comenzó a cerrar los ojos con fuerza recordando su sueño y sobre todo intentando no llorar. La puerta de la casa se abrió de golpe haciendo que Judith se asustara y cayera de la cama, se levanto mirando hacia el pasillo fuera de la habitacion y encontro a su tia Barbara.

-¡Paula, sabias que los precios de todo absolutamente todo estan subiendo, especificamente de comida!-grito dejando las bolsas sobre la mesa- ¡Paula!-volvió a gritar al ver que en la vas a había un frío de muerte y que nadie le contestó, entró a la habitación primero mirando a la niña en el piso, luego a la madre inconciente, se acercó corriendo le tocó la muñeca, luego volvió a ver a la niña.
-Tía- susurro la niña al ver que estaba llorando-¿Qué ocurre?- sin responderle la tía Bárbara sacó un teléfono y empezó a hablar con alguien pero la niña sólo entendió tres palabras Mi hermana murió, pero de esos tres sólo sabía el significado de dos, pasaron las horas Judith desayuno y se ducho su tía le dejo un vestido negro sobre la cama, el día había paso demasiado rápido pero nunca logró ver a su madre, unos hombres extraños se la habían llevado en una cama muy extraña y su tía no había dejado de llorar pero Judith jamás entendió la razón y tampoco hizo ninguna pregunta.
-Vamos- dijo su tía aun llorando mientras la llevaba a un edificio alto pero sólo entraron las piso de más abajo, en el centro de la habitación había una caja de madera según Judith y había unas cuantas personas que ella no conocía y que cada cinco segundos recitaba el nombre de su madre y hacían una simple pregunta ¿Por que? Ella tampoco entendía por que estaban ahí nisiquiera sabía donde estaba su madre, la tía Bárbara le pidió a Judith que se acercara a la caja de madera y así lo hizo, se sorprendió al ver a su madre dentro de ella he imponiéndose entre ambas un cristal en ese momento Judith deseaba poder acomodarle un mechón que estaba sobre su frente, miro a todos y todos la miraban a ella como si quisieran que llorara, volvió a ver a su madre y en vez de hacer lo que todos estaban implorando empezó a contar su sueño tal y como había deseado hacerlo desde un principio siendo consciente de que la humedad de sus ojos estaba por desbordarse.
-Mama- la voz se le cortó y la humedad de sus ojos se desbordó-Cumpliré mis sueños tu esperame durmiendo- cada palabra que dijo se le clavó en el corazón.
Desde ese día la vida de Judith Carter cambió para siempre.

Lagrimas PerfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora