Vierzehn

27 3 0
                                    

Llego a Londres y el cielo se está cayendo a pedazos, las gotas de lluvia de nublan la vista y estoy tiritando del frío.
No tengo a donde ir lo que convierte a las calles de Londres en mis únicas amigas, me siento en el anden y aunque las ganas de que tengo de quedarme aquí el resto de la vida y llorar son muchas logró respirar y contener las lágrimas, he llorado suficiente, en este momento tengo que pensar con cabeza fría, en este instante no tengo hambre pero la tendré y no puedo quedarme siempre con ropa mojada.
Necesito dinero para conseguir medicinas, comida y poder refugiarme del frío no puedo simplemente quedarme vagando por las calles, ni mucho menos dejar que pierda la cabeza, he llegado muy lejos para rendirme.
Niall tendría un plan por supuesto que lo haría pero tal vez parte de su plan siempre fue perderme antes de Londres y ahora yo tendré que arreglármelas sola.

Me levanto de la acera, aliso mi vestido y paso mis dedos por mi cabello tratando de desenredarlo un poco, es hora de lucir presentable para conseguir un trabajo.

Las calles de Londres son crueles, la gente que camina por ellas siempre va de prisa , demasiado ocupados, demasiado indiferentes. Camino abriéndome paso entre ellos y se de ante mano que no pertenezco aquí pero puedo fingir que lo hago hasta que consiga el dinero suficiente para ir a casa, para ir a New York.
Me detengo frente a un pequeño café y observo a través de las ventanas, tengo hambre, el solo observar a la gente comiendo pasteles y tomando café hace que me ruja el estómago, cierro los ojos y el olor del café me guía dentro del establecimiento, me siento en una de las únicas mesas que están vacías al fondo junto a una ventana, el paisaje afuera es maravilloso la lluvia cae sobre la ventana y hace que todo afuera se vea limpio, a Niall le gustaría este café y esta mesa, tendría una vista perfecta para dibujar lo que sea que se le ocurriera y podríamos inventarnos juntos una historia para la gente que pasa con prisa, pienso en inventarme las historias sola pero no tendría sentido crear algo si no puedo compartirlo.
Una mesera sonriente con una falda de rayas se acerca a mi mesa y la desesperación me inunda no puedo quedarme aquí sentada a menos que vaya a ordenar algo y no puedo ordenar nada porque no tengo dinero para pagar

-¿Qué deseas ordenar?- no deja de sonreír y parece bastante amable.

-Quisiera ordenar un pastel de fresa y una taza de café - estoy sonriendo también, mi sonrisa más grande, espero no lucir escalofriante - pero no tengo dinero para pagarlo, estoy dispuesta a trabajar en lo que sea, solo dime que hacer, no tengo a donde ir a si que por favor ayúdame.

-Veré que puedo hacer- me mira con lastima antes de darse la vuelta y dirigirse a la cocina.

No puedo dejar de mover mi pie y la mesera se demora lo que parecen años, cuando finalmente sale de la cocina lleva un pastel de fresa en las manos

-Mira pude conseguirte un pastel, cómelo despacio y espera aquí hasta que termine mi turno, creo que puedo ayudarte.

Tengo ganas de lanzarme sobre el pastel y comérmelo todo de inmediato pero me obligo a cortar un pedazo pequeño y comerlo despacio, la mesera es mi única alternativa y necesito esperarla.

1 hora después la muchacha se sienta a mi lado, se ha cambiado y ahora lleva un vestido negro y el pelo recogido, es muy linda lo que hace que me sienta intimidada y me encoja en mi silla

-¿Estas lista?- su tono es amable, casi compasivo lo que hace que me enfurezca no quiero que nadie sienta lastima por mi

-Estoy lista- intento sonar ruda pero en lugar suena como si estuviera a punto de echarme a llorar.
La chica se levantan y sale a la calle, no me espera ni mira atrás para ver si la sigo es obvio que lo hago.

Caminamos por aproximadamente 30 minutos, no hemos dicho una palabra pero siempre hemos caminado con la otra al lado, finalmente se detiene frente a un edificio de fachada de ladrillos me toma del brazo.

-Mi nombre es Adeline y antes de que crucemos esta puerta necesito saber todo de ti- la miro con miedo y ella parece notarlo porque suaviza su tono- Podemos empezar con tu nombre cariño

-Faith, mi nombre es Faith- ella sonríe y pone su mano en mi hombro antes de darme un abrazo

- Es un placer conocerte, ahora estoy a punto de presentarte a la única persona que me ayudo cuando llegue a Londres sola y sin tener s donde ir, como tu cariño, la única diferencia es que tu ya tienes una amiga- saca una pequeña llave plateada del bolsillo de su abrigo y abre la puerta, no puedo ver nada a penas entramos solo siento en olor a flores, es un olor dulce y me hace sentir segura.
Adeline camina delante mío y prende una luz, estamos en una sala hermosa, llena de muebles y cuadros, el olor a flores proviene de los muchos floreros llenos de toda clase de tulipanes

-Nonno- grita Adeline mientras se quita el abrigo y los zapatos- quítate los zapatos odia el mugre.

Estoy quitándome los zapatos cuando al fondo de la sala aparece un señor, es viejo, tiene el pelo gris y los ojos cansados pero su sonrisa es casi tan brillante como la de Adeline.
Apenas Adeline lo ve corre hacia él y lo abraza y ambos empiezan a reír

-Creí que no venias hoy Li

-Traje una amiga conmigo- se hace a un lado y me señala- su nombre es Faith, la encontré en el café, no tiene a nadie así que pensé en traerla

-Pues bienvenida a la familia Fede, yo soy Lionardo - sonríe y me abraza- vamos a comer, preparare pasta.

La cocina es espaciosa y esta en orden todo parece tan perfecto que siento que soy lo único que desentona.

-Adeline- estoy susurrando no quiero que Lionardo piense que estoy abusando de su hospitalidad- crees que pueda tomar un baño

-Claro, corre arriba, Nonno voy a acompañar a Faith arriba para prestarle algo de ropa- Lionardo asiente y sigue cocinando- bajare en un instante a ayudarte con la comida

Adeline me presta un saco negro y unos pantalones cortos a rayas

-Tomate tu tiempo, te esperaremos abajo- me deja sola en el baño y tomo la mejor ducha que he tenido en mucho tiempo, el agua esta caliente y puedo usar jabón.
Cuando salgo uso algunos de los aceites que hay sobre la mesa y me pongo la ropa que Adeline me dejo, me arreglo el pelo y bajo las escaleras.

El olor a pasta es delicioso y me recuerda lo hambrienta que estoy, no he comido nada decente desde que salí de Whittingham, si a eso se le podía llamar comida decente.
Lionardo y Adeline ya están sentados en la mesa esperándome, me sonríen y yo les sonrío de vuelta, no es una sonrisa fingida es también la primera sonrisa honesta desde hace mucho tiempo y pienso que tal vez no tengo que colarme en un barco y recorrer miles de kilómetros para llegar a casa, tal vez finalmente estoy en ella.

Cowriter:hxrryubae

Whittingham ~ n.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora