La primera vez que hablamos me llamó "Hayami-san". Cuando entramos juntos a la clase E lo cambió por "Hayami-chan". Después, cuando comenzamos a ir juntos a practicar tiro simplemente e decía "Hayami". Pero no estoy realmente segura de en qué momento e empezó a llamar...
— ¡Rinka!—me volví y ahí estaba él, agitando la mano a modo de saludo en la entrada de mi escuela preparatoria. Imité su saludo con un leve sonrojo mientras con la mano libre me ponía los zapatos.
Mis nuevas compañeras inmediatamente comenzaron a vernos alternamente.
— ¿Es por ese chico que rechazaste a Hayato-kun?—preguntó Midori, la más directa de ellas, pero no le respondí.
— ¿Hayato-kun se te declaró y lo rechazaste?—preguntó otra de ellas, había estado resfriada el día anterior por lo que no sabía de la dichosa declaración.
—Si—musité.
—Pero si es el chico más lindo de la escuela—exclamó y yo revoleé los ojos.
—Solo es un chico más. Además ni siquiera lo conozco—explique mientras forcejeaba con el otro zapato—, no voy a salir con alguien a quien ni siquiera conozco.
—Pero si ni siquiera podemos definir si tu "príncipe azul" es apuesto o no, no se le puede ver la cara detrás de tanto pelo—escupió Midori mientras miraba despectivamente a Chiba sin ningún recato y las demás la respaldaron.
Suspiré.
— ¿A ustedes les afecta de alguna manera esta situación?—pregunte hastiada mientras tomaba mis cosas.
—Intentamos ser buenas amigas—refutó Midori ofendida—. Ese chico no te conviene, Rinka-chan, se nota a leguas que es un delincuente.
—Antes de intentar ser "buenas amigas" deberían empezar con ser simplemente "mis amigas". No hablen de la gente si no la conocen, Chiba no es nada de lo que dijeron y, a diferencia de ustedes, él si es importante para mí.
— ¿Tienes algo mal?, es evidente que nosotras somos muchísimo mejor compañía que ese tipejo—me empezaba a cuestionar el por qué me empecé a juntar con ellas ¡Ah, cierto!, es porque fueron las primeras que me hablaron cuando llegué.
De cualquier manera eso acabaría pronto. Si hago lo que tengo planeado no se querrán volver a acercar a mí. Llevé mi mano a mi bolsa con tranquilidad y... alguien me detuvo. Una mano grande y conocida sujetaba con delicada fuerza mi muñeca.
—Si haces eso te suspenderán y te la quitaran—me dijo Chiba desde atrás—. Tú no quieres eso.
— ¿Cómo lo...?
—Bueno, no te molestaste mucho en ocultarlo—se refería a mi sed de sangre.
Suspiré y solté la pistola que tenía entre mis dedos, oculta a la vista de los demás. Él sonrió y tiró de mi brazo para obligarme a dar la vuelta y comenzar a andar.
—Vamos a practicar donde siempre—me dijo mientras me arrebataba mis cosas de la mano.
Sonreí tímidamente y me dejé llevar.
Las manos e Chiba eran grandes y tomaban mi muñeca con gentileza. El silencio entre nosotros era extraño y acogedor. Nuestra respiración y pasos estaban sincronizados. Me gustaba mucho estar con él.
— ¿De qué estaban hablando?—preguntó de repente—, te veías muy molesta.
—Lo estoy—dije sin más.
—No has respondido a mi pregunta.
—Estaban sorprendidas de que hubiera rechazado a un tipo que ellas consideran como el mejor partido que podría existir.
—Dime las cosas completas, no te enojarías por algo tan simple.
—Me estaban criticando mucho, se hicieron llamar "buenas amigas".
—Aja, ¿y qué más?
—Yo...
—Dime.
—Estaban hablando mal de ti—musite y sentí como mi cara se ponía caliente.
Chiba dejó de caminar y comencé a sentirme sumamente nerviosa cuando choque contra su espalda.
—No deberías preocuparte por mí—dijo sin mirarme a la cara.
Mi corazón estaba latiendo muy rápido y mis mejillas comenzaban a arder.
—Y-yo...— ¡genial!, ahora estaba tartamudeando.
De un momento a otro se giró y me rodeó con sus brazos pegándome a su cuerpo.
—Gracias—suspiró en mi nuca y yo sentí que iba a morir—, gracias por defenderme.
Aferré mis manos a su camisa y enterré el rostro en su pecho. Estaba muy nerviosa pero no me sentía incómoda. Podía sentir su aroma contra mi cara y sus brazos alrededor de mi cintura. Su cálida respiración chocaba contra mi coronilla y me hacía suaves cosquillas.
—En el blanco—rio él después de unos minutos. Alcé la mirada buscando una explicación a sus palabras sin sentido—. Diste justo en el blanco—repitió, aunque en un tono más suave mientras acercaba su cara a la mía—. Justo en el corazón—agregó antes de besarme.
Mi cuerpo se puso rígido y mis ojos se abrieron como platos. Sus labios no se movían, solo sujetaban los míos con gentileza, como si pidieran permiso para continuar. Cerré los ojos y moví un poco mis labios. Sentí como sonreía y comenzaba a mover los suyos también. Con un brazo se aferró a mi cintura mientras llevaba el otro a mis hombros y me inclinaba hacia atrás. Yo me aferré de su camisa con fuerza. Mis manos temblaban y mi corazón latía como loco. Podía sentir sus cabellos acariciando mis parpados.
Justo en el blanco—pensé—. Tú también diste justo en el blanco, siempre lo haces.
Nos separamos en busca de aire. Podía sentir su intensa mirada sobre mí pero no podía ver sus ojos. Alcé una mano y aparté el flequillo de su cara. Me miraba con una mescla de mil sentimientos que me atravesaron y se instalaron en mi pecho haciendo un nudo de emoción y alegría en dicho lugar. Reí y le di un rápido beso de piquito antes de enterrar mi cara en su pecho. Estaba sonrojada, podía sentirlo, estaba sonrojada y muy muy feliz.
—Te amo—suspiró en mi nuca y mi corazón comenzó a latir todavía más rápido de lo que ya lo hacía.
Aspiré su aroma y me concentre en el acelerado repiquetear de su propio corazón antes de decidirme a hablar.
—Y-yo... yo también te amo—solté y reí de los nervios.
Él también reía mientras me estrujaba contra su cuerpo. Nuestras risas se mesclaban en el silencio que nos rodeaba formando un momento mágico. Chiba me separó un poco de él y pego mi frente a la suya apartándose el flequillo para que nos pudiéramos mirar a los ojos.
—Te amo—repitió, y su voz resonó como campanillas contra mis oídos.
—Te amo—lo imité con el corazón amenazando con salírseme del pecho.
—Te amo—tal vez, solo tal vez, estábamos tan poco acostumbrados a mostrar nuestros sentimientos que en este momento son tantos que se desbordan y no podemos controlarlos.
—Te amo—los dos repetíamos esas simples palabras, una y otra vez, mientras reíamos de la emoción y los nervios. Él repartía besos por toda mi cara, yo jugaba con sus cabellos y unía nuestros labios cada tanto.
Nunca, nunca en la vida, me había sentido tan feliz como en ese momento...
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Disparo al corazón
Fanfiction— En el blanco… Diste justo en el blanco… Justo en el corazón --- One-shot!! Llevo un buen rato queriendo escribir de estos dos, pero es un poco (mucho diría yo) complicado trabajar con ellos. Si parecen un poco OcC pues… lo siento, no se puede hace...