Prólogo

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Ella abre la puerta y entra en casa. Ha llegado un poco antes de la hora que le dijo a su marido, pero en su defensa, la reunión acabó bastante primero de lo pactado.
-¿Cariño?-le llama para ver si está en casa.
Tiene que estar, la puerta estaba abierta.
Primero mira en el salón, pero él no está allí. Después comprueba la cocina, pero está vacía. Por último se dirige a la habitación que ambos comparten. Abre la puerta lentamente y casi se le da un ataque al corazón al ver lo que está pasando en su cuarto. Él está comiéndose de la boca de una mujer rubia de apenas unos años menos que él. No están desnudos, pero ella está a horcajadas de él con con tan solo un sujetador y unos leggins. Las manos de él juegan con el broche del sujetador y le acarician las espalda a partes iguales.
Un grito ahogado se escapa de su boca y ambos se giran para ver quién les ha interrumpido. Sus ojos, los ojos que tantas veces ha mirado, los ojos de la persona a la que más ama en el mundo, se posan en ella asustados.
-¿C-cómo h-has p-podido?- solloza.- Yo te quería, ¡siempre te quise! Te lo perdoné todo, ¡todo! ¿Y así me lo pagas?
El sollozo se convierte en llanto y el llanto en gritos.
-Me prometiste amor incondicional y lealtad eterna. Me prometiste un futuro juntos. ¡Incluso me preñaste, joder! ¡Y lo peor es que confíe en ti! ¡Eres un cabrón! ¡Un capullo sin corazón! ¡Me has destrozado la vida!
-Cariño, lo shiento muushoo.-dice arrastrando las palabras.
-¡Y encima estás borracho!
-Cariño...
-¿Cariño? ¿¡Cariño!? ¡No me vuelvas a llamar así! ¡Esa palabra está reservada para una persona que me ame y me respete! ¡Y esta claro que esa persona no eres tú! ¡Vete de aquí! ¡Lárgate! ¡No quiero volver a verte en mi puta vida!
Él la mira una última vez suplicando clemencia
-¡Que te larges, coño!-le espeta.
Finalmemte él coge su teléfono y un poco de ropa u se marcha de la casa con la mujer rubia detrás.
Ella les mira marchar, y en cuanto salen por la puerta, el llanto regresa más fuerte que nunca. ¿Cómo ha podido? El dolor se extiende por su organismo aplacando a la ira y llora más fuerte. Mira su barriga y la acaricia lentamente. A penas ha crecido este primer mes, pero puede sentir perfectamente la vida de un nuevo ser humano creciendo en su interior. "Y ahora, ¿qué haré contigo?"se pregunta. No quiere abortar, pero no quiere tener un bebé ella sola. Finalmente decide que él se lo quedará. Fue él quien se olvidó de ponerse el condón, y también fue él quien la engañó. Le da pena que la criatura se quede con un ser tan despreciable, pero no tiene elección.

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