TWO DAY/HOUR.

22 1 0
                                    

Empezaba a sospechar que no era la persona que más le agradaba a Henry, Emma siempre jugaba con él a las damas a pesar de no saber jugar. Y a veces con Mike, él lo dejaba ganar. Mike me había explicado que él tenía una enfermedad conocida como depresión, una enfermedad que el depresión es cuando una persona cae en un punto en el que esté triste siempre. y tiene tres o cinco años de vida desafortunadamente según Henry, porque abra un punto en el querrá ser libre. Fui a agarrar una pequeña hoja medio maltratada y un pequeño lápiz que se hallaba allí, con los demás me senté en el sillón color verde oscuro, y una mesita de roble negro, que ya estaba vieja... la mayoría de las personas usaban el papel y el lápiz para escribirles cartas a personas, pero la monja siempre se encargaba de revisarlos, o simplemente ver lo que tenía antes sus ojos, los dejaba conservar si era un dibujo pero si era una carta la rompía en mil pedazos justo enfrente de ellos. Empecé a trazan una líneas con el lápiz, imaginaba hacer la cara de un rostro desconocido, ya que en ello me salía bien, primero pensé a querer hacer a un muchacho desconocido, pero luego me salió una mujer, con los cabellos en la cara, llorando gotas negras. Luego terminé de pintar las últimas partes del dibujó, bajé el crayón negro y el lápiz.
-¡Está genial!-Dijo Mike sorprendentemente, di un golpe de exhalación por el susto que me acababa de provocar.-¿Te asusté?-preguntó divertido.
-No, solo me has hecho que mi piel se ponga de gallina.
El río. Y se sentó en la silla junto a mí y miro el dibujo.
-Ese dibujó me recuerda a alguien, por aquí. A María, solo que ella se pega la cabeza contra la pared.-él señalo a una mujer, que tenía el cabello despeinado con un vestido de color miel, y no dejaba de pegarse la cabeza contra la pared. Me dio escalofríos.-Sí, ella da miedo... pero no era así antes, se volvió loca a causa de que su esposo se había muerto frente a sus ojos, y ella piensa que él le ordena que se de contra la pared para que alguna vez estén juntos de vuelta.
-Suena triste.
-Lo es, maría era de las mujeres que aquí, constantemente luchaba para salir de aquí con una muy brillante idea, pero luego se ha puesto así.
-¿para?
-Claro que lo hace, lo hace todos los días a las tres, luego a las cinco se lastima nuevamente, he querido hablar con ella millones de veces, pero cuando lo hago me dice:"¡Tú, tú lo has hecho, te mataré bastardo!".
Me eché a reír.
-Pobre de la señora.
-¿Pobre de ella? ¡Me tira lo primero que encuentra cuando me ve! Incluso un pedazo de piedra el otro día cuando cenaba me tiro una.
-¿Te ha lastimado?
-No, porque tengo buenos reflejos.-Presumió.
Puse mis ojos en blanco, el reloj marco las tres.
Él primero me miro tranquilo y luego me miro con los ojos casi salidos de la órbita.-¡No! ¡No, no, no, no! Ni lo pienses.
-Quizás me escuche.
-No escucha ni a su doctor, ¿ y crees que te hará caso?
Me paré sin hacerle caso y él me quería agarrar la mano para detenerme pero fui más rápido, me senté al frente de ella. Ella vio con una cara enojada a Mike, esté subió las manos pidiendo rendirse.
-¿Qué se te ofrece?-Dice la señora, mirándome enojada.-Sí dirás que puedes ayudarme pues vete.
-No, no puedo ayudarte eso es seguro, pero... te digo algo... todos aquí tenemos algo loco por dentro que no podemos curar, ¿por qué te tendríamos que quitar eso?
-A mi esposo le agradas. Pero odia a ese jovencito.-Señalo a Mike, él estaba con el ceño fruncido y estaba cruzado de brazos.
-¿por qué?
-Dice que es un mal jovencito, y que es un bastardo. ¿Es cierto?
-Pues, en parte sí.-Él me miro con el ceño fruncido y los ojos más abiertos como platos, mirándome con cara acusadora.-Pero es bueno.
-¿Acaso me acabas de llamar bastardo?
La señora empezó a reír, Emma me miro extrañada y Henry sorprendido. Sospecho que nadie había hecho hacer reír a esta pobre mujer, para mi buena suerte estuve como toda mi vida cuidando a mi tía, tendrían la misma edad, pero realmente no era molestia si hacías que se sientan comprendidas y más si lo haces realmente. La señora me agarró de la mano.
-No me han hecho hacer reír en mucho tiempo, y te lo agradezco, jovencita.
Yo le sonreí.
-No quiero interrumpir señorita,-él se sentó al lado mio.-, ¿pero tiene alguna forma de salir de esté lugar?
-¿por qué te daría mi idea?
-Me disculparé... ¿con su esposo?
-Hazlo.
-Lo siento... señor ruberd...por ser malo con usted....
-Estás perdonado...
-Sonó tan ridículo como lo imagine...-preguntó en mi oído.
-Sí.

Había pasado tres horas. Aquí era un lugar donde llovía demasiadas veces, era de costumbre. Algunas de estás personas le tenían miedo a las tormentas, y gritaban, pues en las celdas parecía como gritos de almas perdidas, así que la monja querían que veamos una aburrida película de personas que se mataban entre sí, pero eso no me daba tanta importancia si se trataba de algo muy aburrido.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 01, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las quince reglas para escapar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora