Capitulo 1

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10 de septiembre, 2015

Un flamante Ferrari negro con los cristales tintados apareció derrapando en el aparcamiento del instituto Washington. Todos los estudiantes que hablaban entusiasmados de las vacaciones de verano, pararon de hablar y se quedaron largo rato mirando el deportivo que estaba fuera de lugar entre las básicas camionetas al más estilo ranchero y entre los coches baratos que los estudiantes se podían costear a duras penas.

La puerta del conductor se abrió de repente y del interior del vehículo salió un chico increíblemente apuesto. Cabello oscuro, gafas Ray Ban, todo vestido de negro y con unas botas del mismo color. Todo el look contrastaba con su piel pálida.

Nada mas verlo salir las chicas abrieron considerablemente los ojos, asombradas por la belleza del desconocido. Bueno, todas no. Una chica de mediana estatura y largo cabello pelirrojo lo miró con indiferencia. La joven de echó su suave melena hacia atrás y entró por las gruesas puertas del instituto.

Egmont se fijó en que todo el mundo le prestaba atención y sonrió ante tal acontecimiento totalmente previsible. Se había alimentando bastante bien de un chico la tarde anterior así que no tenía nada de que preocuparse por estar entre humanos. La idea de inscribirse en un instituto no le había agradado al principio, solo lo iba a hacer porque Daniel lo había obligado, pero al ver tantas gargantas cambió de opinión. Y es que, cuando vives en una Residencia para vampiros problemáticos, te toca agachar la cabeza y hacer caso a todo lo que tu mentor te diga.

En este caso, Egmont, no iba a ingresar solo en el instituto Washington, unos cuantos residentes mas lo iban a hacer pero el lo desconocía.

Sin dejar de sonreír, se ajustó la cazadora de cuero y echó a andar entre la multitud que poco a poco había vuelto a retomar las conversaciones que habían dejado a medias para admirarlo. Cuando por fin entró en el interior del edificio se encontró bastante incómodo. Todo estaba abarrotado de cuerpos que se movían de acá para allá; de chicas que se retocaban el maquillaje en los pasillos porque los baños estaban llenos y de chicos que se daban apretones de manos y golpes en la espalda. La escena era, a fin de cuentas, la más norma, el primer día de instituto tras las vacaciones de verano.

El vampiro intentó no componer una mueca de desagrado y, abriéndose paso entre la muchedumbre, llegó al despacho de la secretaria. Llamó educadamente dos veces y entró. Una mujer de mediana edad, con el cabello rubio recogido en un perfecto moño, alzó los ojos de unos papeles y miró al intruso. Por su forma de vestir, y por su postura relajada, dedujo que era un alumno nuevo posiblemente de intercambio, de esos que aun no están habituados a la ajetreada vida del estudiante.

-¿En qué puedo ayudarte?- le preguntó a Egmont con una sonrisa que dejaba al descubierto una hilera de dientes blancos que empezaban a amarillear a causa del tabaco.

-Soy nuevo por aquí- contestó el chico con lentitud-. Me gustaría tener un horario y un mapa del edificio.

La secretaria lo miró un momento, como cautivaba por su voz.

-Nombre- susurró como una autómata.

-Egmont Burton.

La mujer tecleó en su ordenador y en unos segundos Egmont abandonó el despacho de la secretaria con un mapa dibujado a mano y un horario de clases.

-Allá vamos- se dijo, para darse ánimos.

La primera clase era Historia, en lo que el, lo quisiese o no, era un verdadero experto. Ya que tan sólo había volvió unos trescientos años, lo justo para dar una muy buena clase de Historia en un instituto de pacotilla como aquel.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2015 ⏰

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