La noche de navidad

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Cori desde la cafeteria... No recuerdo pararme solo correr, sentía que corría en el aire, ya no sentía el piso y no me importaba. Solo corrí, corrí  y no pude parar. 

Recordaba ese camino como el de mi casa, era raro correr de nuevo por ahí y mas raro era correr para no perder a una persona que ya  había perdido... Mi respiración ya estaba fallando y solo pensaba en él, en su estupida manera de subir la ceja solo para que desconfíes de lo que estas diciendo, en su pelo no peinado pero peinado, en su forma de sonreírte cada vez que lo sorprendes como si fuera lo mejor que le ha pasado. Yo solo pensaba en su estupida manera de hablarme y de conocerme mejor que yo misma y de su carisma ante todos. Era ridículo no enamorarse de él, mas ridículo pensar que él  podría enamorarse de ti.

Así que aquí estaba yo, corriendo desesperada a su casa a la una de la mañana en noche buena. Deseando que una llamada no llegara o que estuviera lo suficientemente ocupado para no contestar o que simplemente recordara lo que hace un año le hizo una bruja y la ignorara. Pero con él y ella era tan difícil saber. Podrían volver como podrían no volver. Podría uno de los dos volverse a enamorar como no y en los peores de los casos para mi podría enterarse de todo lo que siento por el desde hace mas de dos años e ignorarme. 

Aun así seguí corriendo hasta llegar a su casa, era tan hermosa. Cada vez que iba y caminaba por la entrada no podía dejar de ver sus dos hermosos arboles que te recibían sacando lo mejor de cualquier ser humano. Ahora decorados por luces de navidad que aunque daba un toque rústico le quitaba la belleza natural que emitian. Al pasar por el lado de ellos me sentí asustada y dolida, tenían una fiesta y no fui invitada. Revise en dos segundo mis posibilidades de tocar la puerta y de que todo saliera bien... casi ninguna me garantizaba mi bienestar pero aun con la adrenalina en mi cuerpo y mi miedo de que se llevara acabo esa llamada, y que la puerta se abrió de momento, no tuve otra opción que entrar. 

No había mucha gente, unas treinta personas y casi todas acumuladas en la sala y cocina que te hacia pensar que había mucha pero no. Daban la misma maldita canción de navidad y eso me hizo desesperarme mas. Al entrar mas a la casa trate de reconocer a alguien pero ni los padres estaban y solo reconocí a una rubia que no estaba segura de donde la conocía. Me miraba desde la sala con las cejas levantada como queriendo decir ¿Quien eres y que haces aqui? La ignore y segui buscándolo o a alguien que conociera. En menos de treinta segundo la estupida rubia estaba al frente de mi. 


- No te invite ¿Quien eres ? - al verla de cerca la reconocí era la engreída hermana de él. 

- Soy amiga de Gabriel... ¿Sabes donde esta? - Viro los ojos y señalo arriba.

- Esta en su cuarto.

No le di ni las gracias solo fui a las escaleras que las subí de dos en dos. Ya parada al frente de la puerta no supe que hacer. ¿Que hacia allí? ¿Que pasaría si ya había hablado con ella? ¿Qu pasaba si no? ¿le diría la verdad? ¿que pasaría si volvían? Una imagen de ellos dos juntos fue lo que me obligo a tocar como si mi vida dependiera de eso. Lo escuche gritar algo pero no supe que, por lo cual abrir la puerta. 

- Dije que este no es el baño. - volvió a gritar, girando en su silla. No se cual de los dos se vio mas impresionado, llevábamos todas las navidades sin vernos y sin hablar como un mes. Llevaba ropa para dormir y su estupido pelo no estaba peinado pero estaba peinado. Vire los ojos y lo maldije desde lo mas profundo de mi ser. - ¿Que haces aquí, Ella?

Trague... mire para un lado y el otro... lo mire... mire mis manos... ok... ¿Que estoy haciendo aquí?...

Siempre con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora