Tonto, tonto, ¡tonto!
Se repetía una y otra vez mientras caminaba por las calles de Manhattan. No podía dejar de pensar en ella, en su hermoso rostro, en su alegre personalidad, en sus ojos color esmeralda... Dios, todo en ella era perfecto.
Alzó la vista y se encontró con una pareja, se les veía felices, estaban agarrados de las manos, sonriendo gustosamente, y parecían esperar por la llegada de un bebé, ya que a la mujer le sobresalía un gran bulto en el vientre. Se acercó a ellos.
— ¡Felicidades por el bebé! —Dijo mientras palmeaba el vientre de la mujer. La pareja lo miró con confusión. A la mujer se le salieron un par de lágrimas y estalló.
— ¡No estoy embarazada! —Se giró para quedar cara a cara con su pareja, y empezó a golpearlo con violencia — ¡Te dije que estoy gorda! ¡Parezco una vaca! —Levantó un poco su camisa, dejando al aire su... Enorme panza. — ¡¿Ves esto!? ¡Es grasa!
El chico intentaba calmarla diciendo cosas linda de ella, pero lo que hacía era empeorar las cosas. Al final la mujer le terminó, dejándolo solo en medio de la calle. Se volteó al chico, estaba en el piso llorando, se dio cuenta de que tenía una pequeña caja en las manos.
No puede ser...
El chico se levantó, arrojó la pequeña caja a quién-sabe-dónde y salió corriendo detrás de su amor.
Jules se sentía culpable, había arruinado una relación... La vida sigue. Se dio cuenta de que estaba cerca del edificio en donde vivía Cotton, le iba a dar una pequeña sorpresa.
[ ... ]
Cotton se encontraba caminando de aquí para allá y de allá para acá intentando que su apartamento estuviera lo más decente posible, no quería darle una mala impresión a su hermana mayor, una maniática de la limpieza.
Estaba poniendo la mesa cuando sonó el timbre, el nerviosismo se reflejó en su rostro, no quería que la viera en esta situación... En ninguna situación. Inhaló fuertemente y se dirigió a la puerta, la mano le temblaba, toda ella era un manojo de nervios en ese momento. Con algo de esfuerzo abrió la puerta y esperó un sermón que nunca llegó, en cambio una voz masculina se apoderó del ambiente.
— ¿Me vas a dejar pasar? — ¿Jules?
Alzó la vista y efectivamente, era Jules.
— ¡T-Tú! ¡¿Qué haces aquí?! —Lo arrastró adentro del departamento y lo metió en su habitación. En momentos como ese lo que provocaba era golpearlo hasta que quedará inconsciente, y eso fue lo que hizo. Agarró una almohada y empezó a pegarle como si no hubiese un mañana. No le importaron sus quejas, no pudo haber llegado en un peor momento. Él intentaba detenerla, ¿por qué lo golpeaba? No lo sabía, tal vez había comido mantequilla de maní, eso la sacaba de quicio. En un intento de parar los golpes la agarró de los brazos y la abrazo, ella no se esperaba eso, pero era tan reconfortante... Sabía que no era el momento, su hermana llegaría en cualquier momento, mas, no quería apartarse. Él tomó con delicadeza su barbilla para que alzara la vista, sus ojos se conectaron, cada tanto sus vistas se fijaban en sus labios.
Quería besarla.
Quería besarlo.
La atrajo más hacía él haciendo chocar sus frentes, su aliento se mezclaba con el de ella, Dios... No podía esperar más, junto sus labios haciéndolos fundirse en un glorioso beso. No era salvaje, ni intenso, tan sólo sentimientos; amor, cariño... No hacían falta palabras para expresar lo que sentían en ese momento, los dos se anhelaban desde hace ya mucho tiempo, ya se habían conocían en otras vidas, estaban destinados a estar juntos, eran almas gemelas, su deber en este mundo era estar juntos y nunca separarse.
El beso se fue intensificando, se deseaban, querían unirse, ser uno solo por un momento... Parecían adolescentes que estaban a punto de tener su primera vez; inseguros, nerviosos, impacientes por sentir sus cuerpos.
— Ju-Jules... —Dijo entre suspiros— N-No pue-do... —Intentaba apartarlo, no quería, pero tenía, su hermana llegaría en cualquier momento. - Por favor...
Él estaba dejando un pequeño rastro de besos de su cuello hasta su escote, sus manos seguían en las caderas de la mujer, pero una de ellas ansiaba bajar más allá de lo que debería. Una mano lo empujó un poco hacía atrás haciéndolo parar.
— No puedo... —La tristeza se apoderó de su ser —Mi hermana llegará en cualquier momento... Jules, de verdad lo siento, he ansiado esto desde hace años, pero no es el momento. —Unas cuantas lágrimas se escapaban de sus ojos haciendo notar que todo lo que decía era verdad. Él no se atrevió a decir palabra alguna, tenía razón. Posicionó su cabeza en el hombro de ella y se quedó ahí un buen rato, aspirando su aroma, olía a flores... Ella se dedicó a acariciar su cabello platinado hasta que sonó el timbre. Se separaron lentamente, ella se acomodó la ropa y el cabello, él procedió a hacer lo mismo segundos después.
Caminó torpemente hasta la entrada y con dificultad abrió la puerta.
— Hola, Karla.
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Madame Cotton
FantasyDa tres vueltas y llegarás a mundos inexplicables. Prohibida cualquier copia o adaptación © ¡Di NO al plagio, sé original!