Él era todo lo que una chica quería, era amable, gracioso, atlético y aunque era popular no se dejaba llevar por ello.
Él tenía todo lo que le podía gustara una chica, tenía una buena estatura, una voz muy agradable, y una mirada y sonrisas risueñas.
Él era perfecto, no le iba mal en casi nada, podía hablar inglés fluidamente e incluso solía ser solicitado en algunas revistas de moda para que le tomaran fotografías.
Él era... el chico soñado. Un príncipe sin caballo. Un mago lleno de trucos, un completo misterio.
Pero él...
Él era... un completo idiota para mí.
Siempre miraba por la ventana cuando se sentía abrumado pero nunca dudaba en comenzar una conversación con quien fuera que le hablara, por más cansado o agotado que se sintiera, él era muy amable y juguetón con todos. Cuando no entendía algo mordía la punta de su lápiz y comenzaba a mirar alrededor para ver si había alguien más en su misma situación,pero rápidamente encontraba una solución por sí mismo y terminaba ayudando a los que no comprendían.
Él... siempre sonreía, el único momento en que su rostro se deformaba era al llegar a casa, aunque su sonrisa no se borraba, sus ojos dejaban de brillar. Él no mantenía la apariencia cuando estaba en la escuela, él realmente era muy amable por naturaleza aunque a veces lo malinterpretaban, porque así como era de amable, era honesto. Aunque era popular entre las chicas y los chicos, habían algunos de éstos que lo envidiaban terriblemente, a tal punto de hacérselo saber a base de golpes. Pero él, sonreía. No burlón, sino condescendiente. Pensaba que debía ser duro para ellos que sólo él tuviera la atención de los que lo rodeaban, pero no lo hacía aposta.
Él miraba a todas las chicas con calidez, con una curva en sus labios muy dulce y con sus pómulos brillantes. Él era gentil y siempre las ayudaba cuando necesitaban una mano, las acompañaba a donde fuera para que ellas estuvieran tranquilas y seguras, las cuidaba como a su hermanito menor.
Él era... un completo idiota para mí.
Me miraba desdeñoso y su boca mostraba su disconformidad al ver mis ojos, sus bufidos aburridos se hacían cada vez más largos y pesados y sus palabras denotaban su extremo aburrimiento. Se rascaba la nuca con insistencia cuando comenzaba asentirse por demás incómodo y cuando realmente ya quería irse, miraba de un lado a otro intentando que yo dijera algo para dejarlo escapar, aunque desde el principio nunca le había pedido que me acompañara.
Él era... un completo idiota.
Cuando me sonreía podía ver lo forzado que se sentía, sus ojos oscurecidos y su voz temblorosa me decían que no quería estar allí. Sus manos nerviosas tenían un temblequeo suave, casi imperceptible, y su pie... que hacía sonar contra el suelo de madera me afirmaba que se preparaba para huir.
"Vete de una vez", le dije la segunda vez lo que vi rascarse la nuca. Pero él respondió negativamente, no era su intención dejarme ir sola a casa pero tampoco era la mía permitirle acompañarme hasta ella.
"Entonces ve al karaoke con tus amigos". Él se sorprendió al oírme y lanzó una carcajada,pero fue rápidamente reprimida al ver la mirada furiosa de la bibliotecaria. Dijo que no había necesidad de hacer eso y se quedó en silencio por largo rato.
"Es un trabajo que tenemos quehacer juntos", dijo. No le tomé importancia y seguí en mi búsqueda de libros. Desde hacía cuatro días nos habían puesto en pareja para un proyecto de literatura, no se me daba muy bien pero tenía que esforzarme. Aunque al principio estaba aliviada al saber que haría grupo con él, al día siguiente me abatí completamente,era más responsable de lo que se mostraba. Yo pensaba que iba a poder hacer el trabajo por mi cuenta, tranquila y a mi ritmo y que al final terminaría poniéndole su nombre para decir que era un trabajo hecho por ambos; que equivocada estaba.