Madrugada. Cayendo alrededor de la ciudad de Baltimore en Maryland. Inseguridad disfrazada con faroles en las esquinas de cada calle; las mujeres eran menos frecuentes en ofrecerse ahora. La vida había cambiado para volverse un poco más decente en algunos sentidos.
Fugazmente, un joven de cabello dando a los toques turquesas se desplazaba por el húmedo asfalto vacío con paso tembloroso hasta las puertas de aquel lujoso hotel, que hacía su esplendor entre la multitud de luz amarilla. Por suerte, la entrada nunca había cerrado para su llegada, como si estuviese ansiosa por otra bienvenida de su parte. Un acontecimiento vivamente frecuente entre los espacios de su persona y el lugar. Con una conexión magnifica para las pocas estrellas que se divisaban todavía.
With all of this I know now everything inside of my head it all just goes to show how nothing I know changes me at all...
Con las manos aún en los bolsillos de su sudadera preferida de New Found Glory pisó apenas un escalón de los diez que eran en cuenta ascendiente; y en cada pedazo de mármol aumentando de manera notoria el ritmo de su corazón...
Uno: porque no iba a ver a una simple persona.
Dos: le quería demasiado que su cabeza daba vueltas enmarcando su figura en el centro del subconsciente propio, inmortalizándola como algo perfecto entre mucha porquería.
Tres: cada vez más cerca de un posible arranque de vergüenza. Soledad que por vagas horas quedaba en el olvido.
Cuatro: contando cuarenta y cuatro convulsiones llenas de felicidad.
Cinco: emociones que sólo él se quedaba, nunca salían de aquel divino cuarto en donde entregaban todo con tal de ser uno.
Seis: la vida seguía fluyendo en un reloj de arena movediza, sin embargo, el vil grano fino dorado es la mejor arma en una batalla desértica.
Siete: portales...estaban muy cerca de ser abiertos.
Ocho: le carcomía vivo el sentido agudo que tenía por percepción, haciéndolo cada vez acercarse más; una especie de vicio del cual eres cómplice.
Nueve: sólo una flecha más en el pecho bastaba para tenerlo de nueva cuenta entre sus brazos y compartir esa cómoda cama matrimonial.
Diez: no había vuelta atrás, los marcos dorados mostrando exclusividad descifraban un amor incierto. Una sonrisa sincera.
Se abrió paso entre el acceso giratorio del hotel. Vio al dependiente con cara de aburrido y pocos amigos. Se recordó a si mismo nunca trabajar en una recepción las veinticuatro horas del día. Mil cuatrocientos cuarenta minutos exactos teniéndolo en sus recuerdos. Prácticamente corrió hacía el despacho para hablar.
"Buenas noches." El hombre que surcaba los cuarenta años volteó para verlo. "Me podría indicar dónde se encuentra la habitación ciento ochenta y dos, por favor" Mencionó el joven detrás del amplio mostrador de madera barnizada y reluciente.
"Un momento, ¿usted es?" Preguntó el recepcionista.
"Alexander Gaskarth, comparto cuarto con Jack Barakat" Dijo con una sonrisa algo fingida; nunca le había apetecido mostrar parte de su ser con alguien que no fuese el mismísimo descendiente de la familia mitad libanesa.
"Bien, toma, ésta es la llave que quieres." Se la tendió de mala gana y bufando para que desapareciera lo más pronto posible de su vista. Aludiendo el significado de molestia sin sentido. Regresando su vista al televisor que estaba viendo antes que el muchacho llegara.
"Gracias." Respondió Alex, para seguidamente cruzar el laberinto de las mil escaleras.
Again I wait for this to change instead to tear the world in two. Another night with her, but I'm always wanting you...
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||❤ All Of This ❤|| One Shot || Jalex ||
Short Story❝Todo Esto❞ [All Time Low] [Jack Barakat x Alex Gaskarth] [Erótico] [Romance] Una noche común y corriente en Baltimore...pero no en ese hotel. Cosas que no se pueden decir con palabras y, sin embargo, aún así se escuchan sonidos. No todos saben qué...