Llegó Diciembre, y en mi cabeza sólo rondaba salir, mis amigos, el chico que me gustaba, que por cierto, recibía el nombre de Álvaro. Puedo decir, y muy avergonzada, que nunca me he parado a pensar en mi familia y en todo el daño que les he hecho, tanto a mi madre, que he estado diez años a miles y miles de kilómetros de ella, como a mi padre que lleva aguantando todas mis gilipolleces desde hace diez años.
Es difícil admitir que sólo sabes hacer daño, mentir y nunca haces nada bien. Es mejor creer que todo te cae a tí, que nadie por piensa en tí y "que pobrecita yo que mi madre no me quiere..." Siempre me he agarrado a eso, a que mi madre con ocho años se deshizo de mí, pero bueno, esa es otra historia larga de contar.
En vez de haber estado preocupándome por mis estudios, sólo hacía salir, sin escuchar a mi padre ni a nadie. Mi madre siempre ha estado preocupada por mí, pero como soy oído sordo a todo, pues me ha dado igual. He estado resentida con ella desde que me di cuenta que prefería a su marido, antes que a mí.
Las navidades fueron bien, pero me enfadé con mi padre, ya que esperaba recibir un teléfono. Pero no, recibí de todo menos eso. ¿Por qué no podía tener yo un teléfono si ya casi tenía los 18?
Aunque debo decir que tenía un teléfono a escondidas de mi padre, ya que él me había castigado sin el mío desde Septiembre. Ese teléfono me lo había prestado una amiga y yo hacía uso de él desde Octubre. Mi padre lo consiguió un día después de noche buena. Se molestó tanto conmigo, pero me dio igual.
En esos días había conocido a un amigo de Álvaro, el cual llamaré Adrián. Fue simpático conmigo y muy agradable. Pero ahí quedó la cosa, ya que me quedé sin teléfono. No volví a hablar con él. Tampoco creí que más adelante sería un chico más para mí, pero algo más especial.
Llegó fin de año, y nueeeeeevamente discutí con mi padre. Sinceramente es algo normal, nuestra relación se ha basado mucho en sólo discutir y volver al principio, y así, un círculo vicioso. Me echó de casa de nuevo. Me sentí tan horrible, porque puedo decir que esta vez no tuve la culpa, en serio.
Mi madrastra decía que yo le había robado una camisa y la había perdido. Yo juré y perjuré que no tenía ni idea de lo que decía y que no había sido así. Sí, había usado esa camisa en una fiesta meses atrás, pero yo le había devuelto su camisa.
Opté por llamar a una gran amiga, Luna. Ella aceptó que pasara fin de año con ella y su familia.
Me sentí horrible... Que te acusen de ladrona y de mentirosa, cuando no has hecho nada.
Los padres de Luna, su hermana y ella me acogieron de maravilla. Me sentí algo mejor.
Recibí el año con ellos en una plaza enorme llena de gente hasta decir basta.
Esa noche puedo decir que bebí, comí, fumé tanto tabaco como marihuana hasta no poder más. Sentía un vacío en mi pecho enorme, nunca había pasado noche vieja sin mi familia.
Estuve tres días fuera de casa. No atendía las llamadas de mi padre. No quería saber nada de nadie.
Regresé a casa el 2 de Enero. Pensé que las cosas quedarían ahí. Pero no fue así.
Al día siguiente me volví a ir ya que había quedado con un chico, también debo decir que desde que Álvaro me había dejado meses atrás, había optado por quedar y estar con tantos chicos como quise y me gustaban.
Total que estuve con el chico comiendo y luego dimos una vuelta hasta la noche y me quedé en casa de mi mejor amiga.
Esa noche me desahogué con ella y lloré hasta quedarme dormida. Realmente necesitaba aquello.
Lo que no sabía es que aún venían tiempos peores que haría que mi vida diera un giro de 180°.
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Mi vida.
RandomAquí no pretendo escribir una obra contando una historia estupenda, en la que el final sea un "fueron felices y comieron perdices", no ni mucho menos. Sólo quiero poder expresar como me siento desde que, relativamente, mi vida cambió.