¿Primera clase matutina? Literatura.
Nunca había llegado tarde, hasta este día en el que mi madre se pasó parte de la mañana arreglando asuntos empresariales. Ahora me temía que quizás el guardia de la entrada me prohibiera entrar.
Mi madre bajó del coche una vez aparcado, frente a la preparatoria. Tomé mi mochila e hice lo mismo.
-Señora Parker- Saludó el guardia apresurado a abrir e ignorándome.
-Buenos días- le devolvió el saludo. Acomodé mi pelo y me dispuse a entrar, pero mi madre me tomó del brazo- Ainhoa recuerda tus deberes del día- rodee los ojos con fastidio. Que no se cansaba de controlar mi vida. Revoloteó en su bolso y saco la lista de mis deberes que me entregaba cada inicio de mes, lo cual encabezaba: Leer en la biblioteca familiar al menos 2 horas, tener mis tareas y entregar trabajos a tiempo, otra de las cosas era siempre ayudar en la escuela en cosas extracurriculares. Tomé la hoja y la doblé.
-Nos vemos más tarde- le dí un beso y entré corriendo. Llegué a la puerta de la clase, toqué la puerta y un sonriente Sr. Garren, me abrió.
-Señorita Parker- asintió diciendo mi nombre- espero que no se vuelva a repetir, puede pasar- me disculpé y entré en el aula.
Caminé hasta la última fila donde se encontraba Paola, mi mejor amiga.
-Hola- saludé. Me senté a su lado dado que los pupitres estaban juntos y saqué mi libreta para empezar a los apuntes de la clase.
-¿Porqué has llegado tarde?- preguntó sin despejar su mirada de la pizarra. Sabía que empezaría con sus preguntas.
-Mi madre, ya sabes, siempre con la empresa que no la deja- contesté y busqué un bolígrafo.
-El profesor Thomson-dijo- ha mandado llamar a los alumnos modelos de esta escuela para que lo apoyemos con unos alumnos de la escuela pública en la que imparte clases- me informó y yo fruncí el ceño.
-¿Para qué?- le pregunté.
-Nosotras dos- nos señaló- inculidos Luis, Carlos y Thomas fuimos seleccionados por él- emocionó enumerando con sus dedos a cada uno.
Buenos eso quizás me lo esperaba, realmente soy de las mejores en este colegio, y no alardeo, es verdad. Lo malo era que no me gustaba laidea de tener que ir a una escuela pública llena de niñatos que podrían ser unos rufiantes y ayudarlos en sus clases. Sin duda tendría que hablar muy seriamente con el Sr. Thomson, no podía arriesgarnos así con esas personas.
No respondí nada a mi amiga, en lo absoluto, la idea de convivir con desconocidos.
(...)
Las clases pasaron sorpresivamente rápidas. Había llamado a mi madre comentándole sobre lo que haría esta corta tarde, a lo cual estuvo de acuersi y terminó con su frase: -"Debes ayudar a tu prójimo siempre". -"Tonta frase"- Pensé
-¿Y quién se supone que nos llevará?- le pregunté a mi amiga mientras nos parábamos en la amplia banqueta de la escuela.
-El director nos llevará, no te preocupes.- me sonrió.
A los pocos minutos llegó uno de nuestros compañeros, Luis.
-Así que ustedes también estarán en esa actividad- Paola y yo asentimos.- Magnífico- sonrió acomodándose el maletín escolar.
-Perdonen por tardar chicos- Salió el Sr. Murray, director del colegio, un tipo calvo, regordete, pero muy animado; jamás lo encontrabas de mal genio, y eso nos favorecía a todos, porque nunca te ponía un reporte si tenías una mala conducta. -¿ya están todos?- preguntó observandonos.