[ todavía no está corregida la historia ]
Allí está sola acomodándose su largo cabello dorado que jamás nadie habia logrado tocar; lo esconde detrás de su pequeña oreja y se relaja sobre el respaldo de la silla. Puede parecer demasiado tranquila y tímida de lejos, pero dentro suyo, sus pensamientos están alborotados como si fuesen miles de pelotas de pin pon saltando a la vez.
A unos pocos metros de ella, se encuentra un niño de ojos verdes claros. Toma varios papeles de la mesa y con ellos empieza a dibujar y a crear formas mientras esconde su acaramelada sonrisa que solo su madre vio. Y aunque desde lejos parezca estar muy tranquilo, su corazón late tan rápido que siente mareos.
La niña de ojos azulados quiere escapar de todas esas miradas, y aunque sean de elogio, le incomodan. Es demasiado tímida como para salir corriendo, y demasiado tonta como para disfrutar un poco de aquel taller.
Trata de esconderse en su largo y gran pulóver verde, pero aunque sea pequeña como para caber en el, es una chica de diez años y no es invisible para las personas. El taller al que su madre la había enviado no le interesaba para nada, era aburrido y desesperante para ella.
La niña llamada Bianca se giró y pudo observar a un niño de cabello color café y ojos verdes dibujando leones y haciendo origami del mismo animal; su rostro se iluminó al verlo, sus pequeñas manos se movían rápidamente mientras transformaba un cacho de papel en un hermoso león. Ella también quería hacer lo mismo que él, no quería hacer las cosas que le decía la maestra.
Trato de acercarse a él, pero era tan tímida que ni siquiera podía pedirle que le enseñase a hacer eso. Corrió la silla de lugar y se levantó de su asiento, lentamente comenzó a caminar hacia aquél chico que aún seguía concentrado en los papeles.
— ¡Por favor en-enseñame a hacer eso! —exclamó una voz aguda y suave, como si fuera el maullido de un gato.
El joven se giró y la vio allí, con su papel rojo en sus manos, se asombró al ver lo grandes y brillantes que eran los ojos de Bianca. La observó y asintió lentamente con su cabeza, no dijo nada; ella con una leve sonrisa tomo una silla al lado de él y se sentó.
— De-debes… —comenzó a hablar, pero también era lo bastante tímido como para entablar una conversación— debes plegar el papel así. —le mostró.
— ¿Así? —le preguntó ella y él negó con su cabeza.
Se acercó lentamente hacia la niña y le explicó los pasos para hacer un león de papel, o en otras palabras origami. Estaba asombrada porque él hacía que todo se viera tan fácil y rápido…
— ¿C-cómo te llamas? —preguntó con su frágil voz.
— Charlie. ¿y tu? —le respondió aún concentrado en lo que hacia.
— Bianca.
— Como la nieve. —sonrió él.
— S-si. —dijo tímidamente y luego se animó a preguntarle— ¿Puedes hacerme un león?
— Toma, este será tuyo. —susurró mientras le entregaba uno de color naranja.
Bianca sonrió y él se contagió, aquel chico de cabello color café y ojos verdosos era tan tierno y lindo que quería tocarlo, o al menos acariciar su blanca piel.
Siente como alguien la jala del brazo, era su mejor amiga Rowrie, lentamente la arrastra por el suelo mientras Bianca ve como se aleja de él. Charlie ríe y agita lentamente su mano al ver el rostro de la joven, tan inexpresivo, y a la vez tan diferente.
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Leones de papel.
Teen FictionEn el taller nada le llamaba la atención a Bianca, hasta que un día, nota que hay un niño entre ellos que arma leones de papel, origami, y lo hacía con tanta pasión que no podía despegar sus ojos de él. Años después, Bianca se encuentra al mismo ch...