El color de sus ojos, y como el sol pegaba en cada una de sus facciones lo hacían verse en un tono pálido-amarillento. En ese instante sentía como si todas mis emociones corrían como locas en mi cerebro pero en el exterior estaba embobado.
¿Hola?, ¿Hay alguien ahí? -Volvió a hablar haciendo señas con sus manos.
Me llamo Harry.- Me presente tan rápido como pude pero al darme cuenta de la manera en que estaba, baje la cabeza mordiendo mi labio inferior el cual escondi un poco en mi boca sintiendo un aliento caliente.
Bien, Harry, ¿quieres matarme? -Una risita salió de él obversando como sus ojos se enchinaban.
¿Qué? No.. Lo menos que quiero en estos momentos es alejarme de los problemas.- Forme una mueca arrugando la nariz.- Veras, me han expulsado del colegio anterior por haber tenido problemas con una maestra.
Le agradezco a la maestra por haberlo hecho ya que si no hubiese pasado ese acontecimiento no te hubiera conocido.- Volvió a susurrar mirandonos fijamente uno al otro casi viendo mi reflejo en sus ojos verdes el cual me recordaba a la primavera, mi temporada favorita.
En ese preciso momento el autobus paro indicando que ya estabamos en tierras escolares, por así decirmo. Sin darme cuenta en que instante, los dos estabamos a unos centimetros escuchando su pesada respiración al igual que su aliento mentolado.
Bien, Harry, nos vemos. Fue un gusto haber visto como te golpeas a ti mismo.- Bromeó levantandose para caminar a la salida y lo seguí con la mirada acompañado de una pequeña sonrisa que crecía a cada segundo que pasaba.
Salí del bus bajando cada escalón con cuidado para no tropezar ya que ALGUIEN no quería pasar verguenzas el primer día de escuela.
Camine en silencio por todo el pasillo hasta llegar al salón de clases donde mi primera impresión fue que todos estaban en cada uno de sus asuntos, haciéndome sentir seguro pero aun así no quise provocar un sonido. Desvié la mirada a una chica con el cabello negro y ojos grises ya que esa era la mesa donde me había tocado sentarme en clases.
Hola, soy Harry.- Estire mi brazo esperando a que esta me respondiera de la misma manera.
Lindo nombre, Harry. Soy Elizabeth.- Dijo en un apretón de manos sacudiendolas de arriba hacia abajo.
Espero que no se note pero soy nuevo y me tocó ser compañero de mesa contigo.- Reí nervioso rascando mi nuca sintiendo el calor de los risos.
Bien, Harry, entonces seré tu primera amiga.- Sonrió llevando un mechón de cabello atrás de su oreja.
¡Genial! Al parecer el primer día no sería como tenía en mente, estaría acompañado lo cual era emocionante.
Bien, jóvenes. Soy el profesor Blarre y seré el encargado de que no terminen en las calles drogandose o ebrios.- Habló seriamente poniendo los libros de tal maestra en el escritorio, haciendo reír a toda la clase. Creo que habla enserio.- Saquen su libro de matemáticas y su cuaderno, por favor.
Hice lo que ordeno con un poco de flojera pero todo cambio cuando un chico con el cabello lacio y un poco desordenado entraba al aula con lo que más probable era una excusa, ya que veníamos en el mismo autobus.
Señor Tomlinson, es la primera y última vez que pase esto. Le encargo que ponga su alarma a las 9 am.- Sonreí notando lo arrepentido que estaba.
Él es Louis Tomlinson, es un chico muy interesante. La mayor parte del tiempo escolar lo encuentras en el lugar trasero del colegio con audiculares o con su mejor amigo, Zayn.- Elizabeth susurró cerca de mi oreja mientras los dos lo mirabamos hasta que se dio cuenta de ese "acoso".
Hey, Harry, cuidado con tu rodilla.- Río guiñandome, sentandose enfrente de mi y recosto su nuca en la orilla de la mesa viendome.- ¿Te gustaría pasar el receso conmigo? -Hablo con una gran sonrisa en su rostro.
Volteé a ver a Elizabeth la cual me miraba sonriente, como si estuviese viendo una película romántica hasta que reacciono.- ¡Oh, anda con él! Estaré bien.- Golpeó suavemente su codo en mi brazo en forma de chantaje.
¿Ves, Harry? -Exclamó Louis.
Esta bien, Louis, nos vemos en la salida.- Me puse de puntas recargando mi peso en mis brazos entrelazados riendo.
¡Señor, Tomlinson! -Gritó el profesor Blarre logrando captar el movimiento brusco de Louis haciéndolo tambalear.
2 horas después de una clase y que Louis se me quedara viendo discretamente aunque fue realmente discreto.
Bien, jóvenes, nos vemos mañana. No olviden la tarea.- Tomó su carpeta golpeandola en la mesa para acomodar el papeleo en una posición firme.
Puse todos los materiales que había necesitado en la mochila y subí el cierre hasta su fin mirando a Louis a un lado de la puerta esperandome, sacandome una sonrisa timida.
Hey.- Subió su cabeza en forma de saludo.- ¿Listo?
Hola, sí, vamos.- Reí negando.
Se hizo a un lado para que fuese el primero en pasar por la puerta lo cual se había hecho algo muy cordial y muy lindo de su parte. Caminamos por el pasillo mientras el hablaba sobre los status que hay en el instituto, historiales de alumnos e incluso chismes, quién diría que Louis era una persona a la cual le gusta escuchar chismes y hablar de ellos.
Ven, hay un lugar que quiero que conozcas.- Hizo una seña con mano formando una pequeña bola impulsandola al frente, como si agarrase una bola de nieve echandose a correr.
¡Louis, esperame! -Grite hinchando las venas de mi cuello sin parar de corrar detras de él aunque fue en vano pero no deje de correr.
Ya llegamos, tranquilo, chico.- Dio una que otra palmada en mi espalda.- Esté es el lugar donde vengo cuando me siento mal y la razón cuando llego tardes a clases, ¡como hoy! -Se hizo a un lado mostrandome la terraza llena de masetas con mucha variedad de flores, y una gran vista donde el sol me iluminaba mi piel pálida haciendome lucir brilloso.
Después de unos minutos admirando el regalo que daba la naturaleza sacudí con discreción mi cabeza.- Y esta es la parte donde me acuerdo sobre la película de Crepusculo. ¡Me siento como Edward, Louis! -Extendí mis brazos abriendo los ojos.
Edward no es tan lindo como tú.- Se acercó paso a paso a él hasta quedar frente a frente obversando con curiosidad sus facciones.- ¿Lo sabes, verdad? -Humedeció sus labios lo cual me hizo aclarar la garganta sintiendo la nuez de Adán ponerse dura.
Empezaba a sentir pequeñas cosas por ese chico lo cual me preocupaba, todo estaba pasando tan rápido. No me di cuenta en que momento mis mejillas se tornaban rojizas cuando el decía algo lindo, cuando su risa se hizo mi melodía favorita, cuando su voz era mi estación de radio, cuando su presencia era mi necesidad y él era mi claridad.