La espiral

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Ella tenía quince años, completamente normal a simple vista, nada de lo que dudar o preguntar, era tímida en su mayoría y no le gustaba mucho abrirse a las personas, era cerrada, tenía un rostro hermoso y un gran cuerpo pero, como si padeciera una enfermedad o impedimento psicológico, ella no podía ver nada de eso, el espejo era una pared mas a la que ver y no apreciar nada, al menos así lo veía ella, escuchaba música que a la mayoría de las personas no les gusta, tenía un temperamento fuerte y poco soportable, era tratable con una escasa población de personas, le gustaba ir a fiestas sin embargo, claro, no quería levantar sospechas de nada y tenía que distraerse con algo a parte de sus libros, leer todo el tiempo podía llegar a ser tedioso, era una experta total maquillándose, como si tuviera que corregir algo en su hermoso rostro el cual no necesitaba de productos artificiales para verse mejor, sus cosméticos resistían el tiempo suficiente en la calle para al final del día llegar a su casa, y posteriormente quitárselo no con agua y jabón, sino con lagrimas, pero ¿Por que lloraba? ¡Ella lo tenía todo!, sus padres tenían dinero, viajaba todos los años al extranjero y la llevaban consigo,  era poseedora de un gran aspecto físico y familia que la amaba, pero, ¿Todas estas cosas hacen realmente feliz a una persona? La respuesta no puede definirse, pero ella ya había contestado esa pregunta muy temprano en su vida, y la respuesta era un rotundo "No" debido a, tristezas internas que la atacaban de vez en ratos cuando se encontraba débil, se propuso a buscar pareja, quizá eso podría hacerla una persona alegre, no fue así, solo jugaban con ella como ella misma jugaba con la muñeca que tenía consigo y la llevaba a todas partes, todos la veían raro y se preguntaban: ¿Por qué carga esa muñeca tan desgastada siempre con ella? Esta es, una interrogante que solo ella podía responder, pero se cansó de las burlas, la escondió con algo de ropa que tenía puesta y posteriormente la gente dejó de preguntar, sin embargo ella la tenía ahí adentro de sus vestimentas diarias.
Iba al colegio, hacia su tarea solo cuando quería, estaba estudiando por mero compromiso (ella tenía pese a su tristeza, ambiciones mas grandes) y bueno, peleaba con sus padres como era de costumbre, por temas que usualmente eran relativos según la situación, si quería ropa, lloraba porque no se la compraban, si se veía gorda, dejaba de comer para adelgazar un poco, si quería salir y no la dejaban, se escapaba, ella era la firme representación gráfica de como sería el signo del ying y el yang si estos fueran una sola persona, pero, ¿Por qué? Simple, ella era buena, pero tenía sus cosas malas, y cuando era mala, aún tenía su parte buena, era un equilibrio que dejaba atónito a el universo que trata de mantener un equilibrio, ella era el balance perfecto, solo necesitaba un soporte para poder mantenerse estable, una columna vertebral y pues, ella ya había esperado demasiado tiempo. Se rindió innumerables veces, e intentó quitarse la vida en ocasiones, pero no lo consiguió, como si algo la protegiera, es cómico porque ella no cree en Dios ni esas cosas, no reza, no ora, y no pide a menos que fuera a su papa, el era su deidad divina y no podía fallarle de alguna manera, entonces, ¿Por que si lo amaba tanto intentaba acabar con su vida? Ella no lo sabe, quizá sólo quería silencio, tal vez quería calmar el dolor, pero indiferentemente de lo que ella pensara, ella está viva, otro dato curioso es que, su corazón era tan gigante y poseía magnitudes tan enormes que aún le quedaba espacio para algo, alguien, ahí estaba ese pequeño orificio donde podría entrar alguien junto con su padre, pero no estaba esperando rellenarlo, solo no sabía que hacer con el, estaba allí, como la brisa cuando subes a una montaña, como el frío si nadas muy profundo, como el dolor si te haces daño, estaba presente y punto, no hay nada mas, en fin, ella era un espiral de cosas que revueltas formaban un patrón de perfección que alguien debía poder comprender ya sea tarde o temprano, eso no importa, el tiempo es irrelevante, solo era cuestión de esperar...

La muñecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora