Mis días nunca fueron felices, pero tampoco eran oscuros. Siempre intente seguir una vida distinta, una vida con aventuras que me llevaran a conocer personas nuevas, lugares maravillosos y explorar todo lo que el mundo tenía para ofrecerme, pero nunca termino lo que empiezo. Cada persona que se acerca a mi es decepcionada, mis extremos alejan a las personas. Cuando odio no puedo ocultarlo, te odio y vas a saberlo, mis ojos van a describir lo que pienso de vos, mis gestos van a hacerte saber que no te quiero cerca de mí. Cuando amo, el odio no parece ser tan malo, porque no puedo evitar amar excesivamente, no quiero, pero mi pasión por destrozar todo, es inevitable. Es la rabia que surge de mí en esos momentos, los que no dejan de asfixiar a quien amo. El sentimiento de amor es real, tanto como el sentimiento de querer apoderarme de cada parte de su cuerpo, de cada pensamiento o suspiro de esa persona, y así sin dejar vivir ni morir, hago que del amor que alguna vez me halla tenido, pase a odiar a la bestia en la que me convierto.
Nunca me conforme con lo que tenía, pero ahora por fin empezaba a sentir que algo de satisfacción. Con un nuevo trabajo y una nueva casa. La casa es hermosa, tiene todo lo que pudiera querer y llenaba mis exigencias, quizás algo grande para una sola persona, pero mis cosas ocupan mucho y mi anterior lugar ya no le quedaba espacios vacíos.
Esta casa era casi perfecta, el único detalle eran esos malditos insectos. Ellas arruinaron parte de mi infancia. Nunca voy a olvidarme de esos días, a mis siete años la casa de mis padres estaba infestada de ellas, tanto que por las noches escuchaba como hurgaban en la basura, como caminaban sobre el techo, y muchas veces las sentía merodeando por mi cama como si no quisieran que duerma y que me quede con ellas hasta el amanecer y así mi insomnio se hacía presente cada noche. Y en los días, cuando solo había pocas, intentaba llegar a dormir aunque también podía verlas en mis pesadillas. Al crecer ya no era miedo sino repulsión y odio.
Esta casa, al igual que la de mi infancia, venía con estos seres horrendos de seis patas. Pero las cosas cambiaron, ahora puedo decidir qué hacer con ellas, solo una llamada a mí, ya amigo, fumigador una vez por mes y no volvería a verlas.
Ese día la alarma de mi celular me despertó a las siete de la mañana. Mis planes eran simples, intentar levantarme para preparar las últimas cosas, mudarme y a la noche ir a un hotel para que al otro día sea la fumigación, esperaba hacer esto último antes de llevar todas mis cosas, pero el contrato ya finalizo y tenía que irme.
Todo el plan iba bien, el camión de la mudanza llego a las ocho y media, llegamos a mi nueva casa a las nueve y seis minutos, y terminamos de bajar las cosas en menos de media hora. Ya en mi nuevo hogar veo, a medida que saco las cosas de las cajas, que todo está intacto, nada por ahora se llevó el típico accidente de las mudanzas. Aunque sé que tengo que volver a guardar todo por la fumigación, decido chequear igual. Mis libros, mis discos, mi televisor, todo parece intacto.
Después de todo esto preparo mi ropa para un baño. Me desnudo y por fin puedo disfrutar de un buen baño caliente, quedando limpio para un nuevo día que recién empezaba. Cierro la ducha, seco mi cuerpo, me visto y salgo del baño...
Hasta ahí es todo lo que recuerdo. El golpe debió ser fuerte, porque mi mente, a partir de eso, está completamente en blanco, como si alguien me hubiera borrado todo hasta ese momento. Lo único que sé es que estoy tirado en el suelo del sótano, con el cuerpo tendido mirando hacia arriba.
Pensaran que soy un hombre con suerte, no siento dolor, más que solo un poco de mi cuello. Pensaran que soy un afortunado porque pude haber muerto. Pero no, en este momento casi desearía estar muerto. ¿La razón? Mis piernas, mis manos, mi torso, todo exceptuando la cara parecen inservibles, inmóviles, completamente paralizados. La muerte se ve atractiva desde mi punto de vista.
El lugar esta oscuro, no sé cuánto tiempo llevare acá, pero alcanzo a ver rayos de la luz del día aun y solo tengo dos medios de comunicación. Mi lenguaje facial y mi voz. Siendo poco practica la primera, decido usar mi segunda opción. Pero es inútil, después de una serie de gritos de ayuda a la nada, decido no seguir por que iba a quedarme la garganta muy seca y ¿quién sabe cuánto tiempo estaré acá? No veo mucho futuro en esto, o muero de sed o alguien se da cuenta de que no doy señales de vida. ¿Pero quién? ¿Mis padres muertos? ¿Mis únicos amigos (imaginarios) de mi infancia? O quizás ¿la gran lista de personas a las que decepcione?
Después de pensar un rato, me doy cuenta de que si hay alguien. El fumigador va a venir en la mañana siguiente. Como él es una persona de confianza le deje la copia de las llaves, solo tengo que esperar toda la noche y cómo puedo ver ya no queda tanta luz de este interminable día, creo que puedo aguantar. Pero como en mi vida todo se resume a sufrir y después de eso ser torturado, esta noche voy a tener que volver a verlas a ellas, a esas malditas que pueden procrear más de cien de ellas en un mes. Como en mi cama y en mis pesadillas de la niñez, de nuevo ellas.
Pasan las horas, y como me supuse, los minutos de estas son muy, muy lentos. Ya no queda luz, la oscuridad gobernó todo el lugar. Escucho los horridos ruidos de la casa, pero no hay ruido más terrorífico que el de sus seis patas invadiendo cada espacio. Las escucho lejos, pero a su tiempo también las escucho cerca. Sé que ninguna pasó sobre mi porque las conozco y mi oído las detectaría. Y es en ese momento que escucho a una, esta sobre mis jeans, entiendo el ruido, siento sus pegajosas patas, el terror es indescriptible. Tengo a él ser que más odio en mis piernas y no puedo hacer nada más que mover mi inservible cara con expresiones de espanto y desesperación. Los minutos parece que se detienen pero siguen su camino, y debe ser mi corazón que parece que va a abrir mi pecho y salir, que hace que se aleje y no vuelva, al menos por ahora.
Las horas siguen transcurriendo, al parecer la maldita que vino a mí, aviso al resto que estaba ahí para que se alejaran, ya solo las escuchaba a lo lejos. Por encima de las escaleras a penas se veía el resplandor azul de la luna, estoy seguro de que ya paso la medianoche y el sueño empieza a abrazarme. Intento mantenerme despierto por ellas, pero no puedo, el sueño gana esta batalla.
A pesar del horror de esta situación no tengo pesadillas, mi sueño es cálido. Estoy viajando al espacio, comando el cohete y partimos hacia ningún lugar, puedo ver la tierra desde la ventana de la nave y es hermosa, es uno de los mejores sueños que tuve en años. Pero es solo un sueño y como todos ellos son una mentira. Despierto, mis ojos alcanzan a ver esa vendita luz del día otra vez. Estoy en posición fetal y me doy cuenta que ya no estoy paralizado, ya siento todo mi cuerpo, pero mi garganta está muy seca y siento algo en mi boca. Y así es como la siento , la maldita volvió pero quiso volver por mas, cuando me doy cuenta de la situación, me levanto muy rápido para escupirla, pero fue un error terrible, tuve que haberla escupido a penas la sentí y no lo hice. Ella se fue más atrás puedo sentir todo su viscosa existencia en mi garganta. Sus alas, sus antenas sus patas desesperadas por moverse. Me está dejando sin aire, me esta...
FIN
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Fobia en la oscuridad
TerrorFobia en la oscuridad es un cuento de terror psicologico que retrata el miedo de enfrentar esas fobias que todos tenemos