Capítulo 1.

61 6 1
                                    

-No puedo dejar a los niños con mi padre y menos un fin de semana entero.

-Tenemos que terminar la mudanza, montar las cosas y comprar algo de comida, yo veo bien dejar a los niños con tu padre, amor.- Louis miraba serio a la rubia que se cruzó de brazos y acabó por aceptar lo que él decía. En el fondo sabía que los niños podrían ser una gran molestia si querían acabar la mudanza de forma rápida y eficaz.

-Solo el finde. Quiero a mis niños en casa ya...-Hizo pucheros y su novio la abrazó y besó en la sien.

-No es preocupéis. Yo les cuido como si fueran mis hijos.- Habló el padre de _____________ a lo que ella tragó fuerte. Si les cuidaba como a ella terminarían mal aunque sabía que algo había cambiado con su padre en cuanto nacieron sus bebés. Era como si estos les hubiesen unido y ella lo agradecía, era algo que le debía a sus hijos.

- Y, _________, tengo que hablar contigo sobre la universidad y el trabajo.

-Claro, papá, cuando venga a recoger a los niños...

-Va a ser largo, será mejor que no estén los niños.

-No se preocupe, señor, yo me llevo a los niños conmigo para que pueda hablar con su hija.- El señor Harries sonrió paternalmente. Raro, muy raro, el padre de ___________ había dado un cambio radical en esos últimos cuatro años.

No hablaron mucho más, ____________ solo dio instrucciones a su padre y se marchó apesadumbrada de la casa en la que había crecido. Era la primera vez que sus hijos no dormían  bajo el mismo techo que ella y tenía esos nervios de madre primeriza que le hacían pensar que sin su aura protectora les podía pasar algo a sus bebés no tan bebés.
Suspiró y, al llegar a casa, intentó ayudar a Louis a montar la cama pero las manualidades no eran lo suyo y se decidió por colocar las cosas de la planta baja en su sitio, abrir cajas y desembalar.
Cuando acabó era de noche y no había visto a Louis bajar de la planta de arriba. Llamó para pedir unas pizzas y subió a buscar al ojiazul. Cuando le encontró sin camiseta, acabando de enroscar la última bombilla supo que  ya habían terminado  con la reforma que les había ocupado todo el día y que habían logrado terminar.  

-¿Qué haría yo sin mi manitas personal?

-Contratar a alguien.-Louis se giró a mirarla con intención de abrazarla.

-¡Quita! Estás sudado.

-Hay momentos en los que no te molesta el sudor.- Soltó Louis.

-Claro. Cuando yo soy el motivo de ese sudor pero ahora no lo soy así que a la ducha que ya van a traer las pizzas.

-Como mande, mi sargento.-Louis hizo una extraña pose y salió de la habitación mientras gritaba.-Intenta no seducir al pizzero con tu deslumbrante belleza aunque, retiro lo dicho, a lo mejor así no pagamos nada.

-Louis, no digas chorradas. Aunque si el pizzero es bueno tal vez te quedes sin mí y sin pizza.- Respondió la chica con tono de burla.

-Mierda, te voy a encerrar en la habitación y voy a bajar todo sudado a por las pizzas como digas eso, _______________.

La besó abrazándola y llenándola de sudor. Ella solo intentó apartarle mientras no podía parar de reír. Louis la había cambiado como persona y la había hecho ser  más feliz y estar más segura de lo que hacía antes. Realmente haberle conocido había sido una de las mejores cosas que le habían podido pasar con solo 16 años y dos niños en camino. Ahora era más madura, aunque le faltasen muchas cosas por aprender y mucho más por madurar, sabía que ya no era esa niña de 16 años que estaba algo perdida, tenía 20 años, una carrera que empezar, una mestas por alcanzar, un novio maravilloso y unos hijos a los que cuidar y querer.

Back For You (Z.M.) (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora