Muriel

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Ojos cansados,
versos rotos y llantos.
Otro cigarrillo en mano
y la mirada en alto.
Paso a paso,
otra vuelta más al círculo ya rondado.
Noches de manos caídas
y otro suspiro robado en el día.
Ya no quería sentirse más vacía.
Era la chica de las noches
y las sonrisas de medio día.
Era la joven que no tantas veces
su orgullo se le escapaba por las vías,
y de nuevo reconocía
que era otra linda chica
amarrada en su propia pesadilla.
Era el arte de la vida,
pero ella solo decía
que era otra chica perdida
yendo a la entrada de una nueva partida.

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