Notas de la autora: Bueno, ésta es mi primera obra, es más un relato que una novela o un libro. Los capítulos van a ser más bien cortos, pero puede que los vaya alargando según la trama avance.
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Una pintora desolada en una pequeña habitación oscura con un lienzo en blanco delante suya. Sin inspiración alguna mira el lienzo impoluto. Su oscura habitación esta llena de lienzos y cuadros sin terminar, algunos sólo con un boceto, otros estaban a una pincelada de terminarse. Los cuadros terminados estaban guardados en una caja, al otro lado de la habitación. La pintora no conseguía venderlos, pero aun así se empeñaba en seguir pintando.
Ella venía de una larga estirpe de pintores. Su padre, su abuela... Y quién sabe cuántos más hubo en su tiempo. Su padre cuando la veía pintar decía que era la viva imagen de su madre, además de que pintaban con el mismo estilo; el expresionismo. Su abuela también había tenido visiones las cuales pintaba, al igual que su nieta, pero nadie sabía de eso.
"Aun si mis pinturas no se venden bien, seguiré dibujando." -Pensó. Con su mano derecha coge un lápiz y empieza a hacer trazos lentamente. Empieza a bosquejar un rostro. A medida que iba dibujando sus ojos, le iban recordando a un campo. Le resultaba familiar, y de pronto recordó ese olor por las mañanas cuando paseaba entre los naranjos. Era el campo de sus abuelos, ya fallecidos. Decidió pintar sus ojos de colores cítricos, tal y como le recordaban aquellos naranjos.
Nariz fina y pequeña y boca entreabierta. A la pintora se le sale una lágrima sin querer. ¿Es un rostro conocido? Era una de sus visiones... Nunca había tenido una visión que le resultara familiar, sin embargo este rostro...
Con lágrimas recorriendo toda su cara, empieza lentamente a bosquejar el pelo de aquella hermosa mujer, el bello rostro que ahora mismo está pintando. Lo tiene muy corto y de un color negro azabache. Y poco a poco, empieza a acordarse de ese pelo. Pero no sabe dónde lo ha visto.
Mientras la pintora está dándole color a aquel rostro, de repente éste gira la mirada hasta encontrarse con su dueña. Y sonríe, sí, sonríe. Entonces empieza a salir del cuadro muy lentamente, tanto que la pobre pintora creyó que era un sueño.
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Los ojos de Leah
FantasyUna pintora en bancarrota comienza a tener visiones, las cuales pinta día a día. La gente, atraída por su increíble pero amarga belleza, empieza a interesarse más por sus pinturas, asimismo como de su vida y descubren que ella, por un accidente domé...