Texto 1

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"Son las 12 y media de la noche de un triste sábado de primavera, y estoy en casa esperándote. No le he hechado el cerrojo a la puerta para que puedas entrar con la llave que ya sabes que mi madre siempre deja bajo el felpudo por si llego muy tarde. Pero esta vez eres tú el que llega tarde. Vuelve ya, por favor. Llevo quinze sábados consecutivos esperándote, y aún no vuelves.
El termómetro dice que estamos a 20 grados, pero yo estoy helada. No me extraña, tampoco. Me has convertido en un desastroso invierno. No hay manera de calentarme si no es con tus besos, o con tus abrazos. O, mejor aún, con ambos. Y yo me lo imagino, tu y yo, solos. Con el sol escondiéndose como si se fuera a ir para siempre, engañándonos con una puesta de sol que enamora. Y el viento contra mi pelo, y mi pelo contra tu pecho. Te miro a los ojos, y aún logro encontrar ese brillo que te llevó a presentarte a mi casa una vez de madrugada, hace quinze fines de semana, porque sabías que estaba triste. Ahora también lo estoy, pero parece no importarte demasiado.
Te miro y te acercas, lentamente. El mundo se para y vuelvo a sentir ese último beso. Te prometo que mi memoria no funciona bien des de que me dejaste, que ahora ha convertido en eterno ese instante. Pero da igual, mejor así. Prefiero recordarte que desearte. Acabo haciendo ambas.
Me dueles, me hieres, me rompes. Eres peor que la pistola en las sienes del suicida, porque la pistola mata, pero tú... Tú destrozas poco a poco. Como torturando. Como volviéndome a la vida justo antes de morir.
Vete ya de aquí, de mi vida. No puedo más, te pateo en mi cabeza, pero sólo me duele a mí. Y yo, inútil a más no poder, te deseo felicidad. A ti, que me has roto en pedazos. No tengo remedio. Pero que más da, seguiré esperando a que aparezcas, un sábado como ese, o como este, quizás, a las dos de la madrugada, para acabar de rematar. A mí o a mis penas, lo que te pille antes"

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