Las cinco de la madrugada y yo encerrada en el aeropuerto, la poca gente que llega me mira con cara de “Aléjate” literalmente, mi pijama es un desastre al igual que mi rostro y mi cabello, mis ojos seguro están más hinchados que nunca, y se entiende, ya que e despertado a las cuatro de la madrugada, el vuelo debió haber llegado hace una hora y no llega….
Ya casi llegamos, el viaje fue tan cansado, lo único que quiero es ir a mi cama y tirarme en ella. España había sido mi ciudad de nacimiento, pero realmente nunca e vivido aquí. Recuerdo haber estado varios veranos acá, pero solo eso. Dejar Canadá, la ciudad que me vio crecer a sido duro, realmente muy duro.
—Vamos, Allison, corre. –Dijo mi madre en las escaleras del avión.
Baje y pronto mi cara al igual que mi cuerpo se congelo, el frío es terrible, puse la capucha de mi suéter en mi cabeza y camine hacia mi madre y hermana. Las maletas ya las llevaba mi padre al auto, España es tan diferente a Canadá, con solo mirar a la gente pasar extrañaba todo lo que por un largo tiempo no tendré cerca de mí. Mi madre al parecer no piensa lo mismo que yo, su sonrisa no cabe en su rostro, desesperada por llegar a casa —de la cual no recuerdo ni la puerta— Miraba por la ventanilla del auto, capturando cada detalle de la ciudad, realmente es muy bella, pero no es Canadá, y ese es el problema. Mi padre detuvo el auto frente a una casa grande color marrón con un jardín enorme. Mi madre bajo del auto casi saltando, y yo, por mi parte, bostece y baje a duras penas con ganas de tirarme en el pasto a dormir, las nueve horas de vuelo han sido fatales no pegue ni un solo ojo en todo el vuelo, después de viajar en tantos aviones aun no me acostumbro y les tengo un miedo terrible.
Mi padre abrió la puerta de entrada y entre después de todos para poder correr a mi habitación.
— ¿Qué les parece? –Dijo mi madre poniendo el bolso en el sofá y admirando toda la casa.
— ¿Dónde está mi habitación? –Dije con los ojos ya cerrados.
—Mamá, ¿tendré que compartir habitación con Ally? Dime que no, por favor. –Dijo Carly.
—No, no tendrás que hacerlo. –Dijo mi madre. —Sube, la puerta de tu habitación tiene escrito tu nombre, anda corre que te caes del sueño. –Dijo mi madre con un ánimo de miedo.
Como pude subí las escaleras y al ver la puerta color blanco con las letras pegadas en esta formando un “Allison” sentí estar en la gloria, abrí la puerta y lo primero que vi fue ese tan empalagoso color rosa inundando la habitación, ya después me encargo de cambiarlo, pensé que cuando llegara acá, la habitación seria como la de una niña de seis años, y no, era muy parecida a mi habitación en Canadá, solo que con ese color rosa. Sentía que no llegaba a la cama, cada vez la miraba más lejos, por fin pude tirarme en ella, con solo poner un dedo caí rendida y mis ojos automáticamente se cerraron.