Capitulo I

1K 47 1
                                    

El gato y el ratón

Caminando de regreso a mi hotel en Nueva York me confundo las calles desviándome en una ochava hacia la izquierda. Me entretengo mirando una vidriera con ropa que jamás en mis mejores sueños podría comprar. Me llama la atención en especial un pequeño abrigo color negro con un pelaje brillante dándome la placentera sensación de ser suave y calentito. Me imagino en el lugar del maniquí luciendo aquella prenda pero mis ojos se desvían momentáneamente hacia dentro del local, sintiendo como una mirada penetrante con peso se posa en mi. Mis mejillas se tiñen de rojo sintiendo como mi nuca comienza a sudar a pesar del helado invierno aquí fuera y mis orejas parecen quemar. Me paralizo en mi lugar cuando me doy cuenta de que una mujer es quien porta ese particular rostro, que ahora fruncía su ceño siendo acompañado por una simpática o burlona sonrisa con sus labios apretados. Volví a pestañar queriendo salir de la hipnotizada sensación en la que me atrapaba. Ella con una mano se echó el pelo hacia atrás despejándose la frente, como si quisiese con su mirada penetrar aun mas en la mía. Me mordí el labio antes de acomodar nuevamente mi bufanda alrededor de mi cuello para volver a emprender mi camino.

Regrese mis pasos hacia la esquina de la calle mirando atentamente el cartel que colgaba sobre mi cabeza. ¿Cómo no pude verlo antes? Solo debía tomar la calle a mi derecha en lugar de seguir derecho. Negué con mi cabeza sonriendo por el hecho de ser tan despistada. Sorbí mi nariz sintiendo como dolía por el frio. Eche el último vistazo hacia el local y sorpresivamente ella seguía con su mirada clavada en mi.
Sin saber qué hacer con mis manos, las guarde en mis bolsillos con mis nervios a flor de piel. ¿Por qué demonios me miraba tanto? Inevitablemente camine por el costado de la tienda viendo como, por el rabillo de mi ojo, recorría los mismos pasos que yo dentro del local, surfeando entre algunas perchas y maniquíes. Nerviosa crucé la calle llevándome el susto de mi vida tras el bocinazo recibido junto a una maldición.

- ¿Dónde demonios tienes los ojos? - gritó el conductor de aquel taxi. Mi respuesta fue solo un corte de mangas.

Suspire profundo y volví a mi cometido. ¿Para qué cruzó la gallina la calle? Para llegar al otro lado. En este caso la gallina casi queda arrollada en su intento.

Una vez frente a las puertas del hotel salude amablemente al portero como una verdadera princesa y sonreí hasta sentir mis mejillas arder. De todas formas creo que aquello de nada sirvió teniendo en cuenta que el hotel solo está a unos escasos metros de la tienda y el cruce.

- ¿Que tal el recorrido, señorita Montgomery? - pregunta el hombre de recepción. Él se había encargado personalmente de recomendarme lugares que no debía dejar de visitar en mi estadía aquí.

- Sin quejas. Ha sido entretenido y la confitería que me ha recomendado... - hago un gesto con mi boca - El mejor café de mi vida. - le sonrío.

- Es un placer oírlo. Estamos para servirle, señorita Montgomery.

- Entonces... ¿A qué hora podre bajar para cenar? - Pregunto haciéndome con mi móvil para mirar la hora - El perderme aquí ha aumentado mi apetito. Creo llevaba más de una hora perdida - río

- Eso ha sido por no aceptar el chofer que hemos dejado a su disposición.

- Patrañas - muevo mis manos restándole importancia - ¿Y perderme lo bueno de nueva york a pie?... No tiene sentido conocer lugares dentro de un coche.

- Si usted lo dice. - Me sonríe - El restaurant abre a las 8, pero si usted quiere puede pedir servicio al cuarto - Me tiende una cartilla con su menú en ella.

Niego mi cabeza pero de todas formas lo acepto - De eso nada. Me apetece bajar, pero lo tendré en cuenta. - Respondo haciendo las cuentas mentalmente. Me queda hora y media para ducharme y quizá descansar un poco mis piernas. Bueno...ahora el pensamiento de servicio al cuarto no me parecía un mal plan. - Gracias. - Respondo antes de escuchar un barullo fuera de las puertas del hotel. Flashes y media docena de hombres trajeados formaban un pequeño círculo entre ellos cubriendo algo o alguien.

Gigola por accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora