Hogar, dulce hogar (Capítulo 1)

70 6 4
                                    

Lo necesitaba, era mi droga, todas las mañanas lo tomaba, ya formaba parte de mi rutina.
Café.
Ese líquido color marrón que caía sobre mi boca y acariciaba mi garganta, pasando previamente por mi paladar y mi lengua, que saboreaban cada rincón de aquella bebida para dioses.
Tenía que estar caliente, hirviendo. Tenía que quemarme la tráquea. No podía beber nada que estuviese frío.
Frío.
¿A quién le gustaba el café frío por las mañanas?
Era totalmente opuesto a la palabra café. Era un adjetivo tabú para esa palabra.

- Buenos días Alice - exclamó Brad al verme en la cocina.

- Buenos días pequeñajo - dije sonriendo -- ¿Qué tal has dormido? - pregunté.

- No muy bien, mi hermana mayor vuela esta misma mañana a Nueva York para irse a la universidad. Ya no tendré a nadie que me saque del despacho de la directora Smith cuando me haya metido en problemas. La voy a echar de menos - dijo cabizbajo.

- Yo también te voy a echar de menos. Se me va a hacer raro no ir a buscarte a dirección todos los días. Procura no meterte en problemas ¿vale? -- dije sujetando su barbilla.

Asintió.

- ¿Café? - dije con una taza en la mano.

- No gracias, prefiero leche - dijo Brad quitándomela de la mano.

- Mirad a quién tenemos aquí, mi universitaria favorita - exclamo mi padre mientras entraba en la cocina.

Reí.

- ¿Estás nerviosa? - dijo él.

- Un poco - respondí.

- Tranquilízate, y recuerda nada de fiestas, alcohol, drogas...

- Sí, papá... - dije interrumpiéndole.

- Así me gusta - dijo besándome en la frente.

La mañana pasó rápidamente y ya era hora de irse. Cogí mi maleta y mi mochila y bajé las escaleras. Allí estaban todos. Llorando.

- Por favor que no me voy a la guerra... - dije poniendo los ojos en blanco.

Me despedí de ellos. Uno a uno.

- Prométeme que vendrás a visitarnos en verano. - dijo Brad mirándome a los ojos fijamente.

- No lo dudes - sonreí.

- Bueno familia, ha llegado el momento - dije abriéndo la puerta.

- Adiós Alice - gritaron todos llorando como magdalenas.

No era para tanto; solo me iba a la otra punta del país a estudiar.
Ahora que lo pienso... Si era para tanto. Pero ya estaba de camino al aeropuerto. No había vuelta atrás. Mi nueva vida estaba a punto de comenzar.


Cold CoffeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora