Segundo año en el instituto. Qué curioso era cómo había cambiado todo en poco menos de una año. Había hecho la primaria en otro colegio y cuando supe que me cambiaría a un instituto en el cual no conocía a nadie de mi curso me sentí pésima. Creí que estaría sola los siguientes seis años y eso me daba algo de miedo, pues aunque no haya tenido mucho amigos en la primaria, tenía un par y eso alcanzaba y sobraba pues eran buenos amigos. Recuerdo que el día en el que me anotaron, estaba tan enojada con mis padres por hacerme esto de dejarme sin amigos que una expresión inusualmente seria y cargada de odio se apoderó de mi rostro y quien me veía creía por poco que lo mataría.
El primer día me senté aleatoriamente con cualquier chica y utilicé todas mis fuerzas para ser amable y querible con cualquiera que se me cruzaba. Pero, como yo soy yo y la torpeza es una de mis principales cualidades, me colé en el curso equivocado. Y así estuve por dos horas. Tenía tanto miedo de aquellos humanos que no dije nada cuando tomaron lista y no oí mi nombre. Por suerte, en la segunda hora a una chica llamada Sol le había pasado lo mismo y, luego de que ella le dijera a la preceptora que no la había nombrado al pasar lista, yo hice lo mismo.
Recuerdo que en el recreo había comprado una medialuna en el buffet -a pesar de que estaba inundado de gente- , solo para tener algo que hacer, y al apoyarla en una mesa para guardar el vuelto, un chico se había sentado en ella. Le habría dicho algo pero en ese momento me sentí tan nerviosa que opté por callar. Luego, los recuerdos de ése día se vuelven borrosos.
Pero luego de unos meses, todo cambió. Hice amigas. Éramos un grupo de siete chicas. Sol era una de ellas pero con ella -en un principio- me entendía muy poco, pues era muy agresiva e impulsiva. Con ella compartía que a ambas nos gustaba Death Note. Ella era de mi estatura y tenía el cabello corto y negro, aspecto característico de ella. Con Milena, compartía mi amor por leer y por Harry Potter. Ella era apenas más alta que yo, con cabello muy lacio color canela. Agustina era considerablemente alta y, hasta ella lo admitía, tenía una cara ovalada que se asemejaba a una galleta. Con ella compartía que nos agradaba jugar videojuegos, aunque nos diferenciábamos en que a mi sólo me gustaba jugar y a ella le gustaba jugar, y, además, era buena. Katarina era de la misma altura que Agustina, tenía bonitos ojos azules y el cabello color arena. Milena, Camila y Ana solían pasar más tiempo juntas que con Sol, Agustina y Katarina.
Hubo un tiempo en el que dividía mi tiempo entre un subgrupo y el otro.
Luego, terminé pasando mi tiempo con el grupo de Sol, Agustina y Katarina básicamente porque Milena, Camila y Ana sólo hablaban de chicos y cuchicheaban y criticaban a todo el mundo-el problema era que sean unas chismosas, no que hablaran sobre chicos-. Además, compartía mucho más y me entralazaba mejor con el primer grupo: Sol y Agustina eran otakus creepypasteras, a Agustina y Katarina les gustaban los videojuegos, Katarina y yo nos entendíamos mejor que con las demás, y a todas nos gustaba Black Veil Brides, una banda de metal, y la oscuridad.
Pero luego las amistades en el subgrupo Dark cambiaron de nuevo.
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Hola, esta historia está basada en sucesos y contextos reales. No la he subido porque quiera que la gente la lea, sino para que la puedan leer, y para que no quede en el olvido pues aunque quizá sea irrelevante para muchos, para quien la escribe no lo es. Dicho esto, me despido.
-Bella.
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Ella.
Teen FictionLa vida de una normal adolescente y sus amigas en un corto período de tiempo que demuestra como puede cambiar tan drásticamente tu percepción de alguien y de la realidad.