Señor Interés
I
Un muchacho enamorado
-¿Cómo te has sentido últimamente? -Preguntaba Tenma con los ojos bien abiertos mientras esbozaba una bonita sonrisa, y abrazaba dulcemente su balón de soccer.
Yacía sentado de piernas cruzadas sobre la blanca y cómoda cama de Yuuichi.
-Muy bien. -Respondió su amigo muy sonriente. -Mucho más ahora que te has vuelto mi amigo y has venido a visitarme todo este tiempo.
Tenma soltó una risita curiosa.
-Me encanta conversar contigo. -Habló con ojos brillantes. -Me entusiasman las cosas tan interesantes que cuentas y el pensar en jugar soccer contigo es algo que me vuelve loco.
Se estremeció.
-¡Espero que te recuperes pronto, quiero jugar contigo y llegar muy lejos!
Ambos echaron a reír completamente enloquecidos.
-Ah, Tenma. -Dijo Yuuichi unos instantes después. -De verdad me hace tan bien el verte, la enfermera dice que mi ánimo ha mejorado enormemente. -Sonrió. -¿Puedes creerlo? Tu poder de persuación es impresionante.
Tenma respondió apenado algunas cosas.
Mientras Tsurugi escuchaba toda aquella conversación desde el exterior de la habitación. Ahí de pie, recargado firmemente contra la pared del dormitorio.
Mirando perdidamente al suelo que se oscurecía poco a poco, al igual que el solitario pasillo donde se encontraba. Donde las paredes de vez en vez dibujaban rectangulares siluetas opacas y doradas que indicaban el descenso del sol en aquella parte del mundo.
Tsurugi respiraba lentamente, escuchando cada palabra de Tenma y de Yuuichi. Sintiendo, quizá, un poco de envidia.
Tenma era un muchacho muy simpático que irradiaba entusiasmo donde quiera que fuera. A Tsurugi le parecía molesto que se metiera tanto en su vida y que deseara saber tanto de él. Sin embargo por alguna razón desconocida, Tenma conoció a Yuuichi y formaron una amistad.
Los tres sabían de aquellas visitas al hospital, aunque Tsurugi evitaba el tema a toda costa con su hermano y hablar con Tenma era algo que en absoluto le entusiasmaba. Éste lo sabía, por eso no había insistido más en su amistad.
Pensaba que el tiempo haría que ésta se formara poco a poco.
Y en cambio llevaba un par de meses siendo amigo de Yuuichi.
Cuánta envidia podía sentir Tsurugi de aquello.
Era tan sencillo el tener una actitud menos hostil, ya bien había logrado cambiarla un tanto desde que fue aceptado en el equipo. De todos modos no deseaba ir más lejos.
Y aún así se limitaba extrañamente a escuchar conversaciones ajenas desde el pasillo de un hospital.
Así se la había llevado mes y medio, nadie nunca supo de eso hasta unos instantes futuros esa misma tarde.
Escuchaba los deseos de Tenma, su amor desmedido por el fútbol, el cómo Yuuichi se sentía con él y también se enteró de un par de cosas sobre el visitante. Cosas personales que bien pudo haber sabido hacía mucho tiempo si tan solo hubiera sido menos hostil y hubiera aceptado ir a su casa y comer postres hechos por su tía.
Pero ahora parecía escuchar mudamente el cómo reía y amaba estar con su hermano. Mientras, extraña y terriblemente comenzaba a sentir un ardor estomacal que le nublaba el pensamiento y un reflujo que le quemaba el esófago.