Colmillos Plateados

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                                                 Colmillos Plateados

                                                        1º Capitulo  

                                                      El Recuerdo

Malditos bastardos, pagarían por todo lo que me hicieron. Lo pagarán con creces,  tanto que cuando todo esto acabe, desearán su propia muerte.

En una azotea, un hombre joven de unos aparentes 24 años, rapado y con una mirada gris y profundamente aterradora, ojeaba lo que parecía ser unas fotos en su móvil. En dichas, aparecía la imagen de cuatro hombres, entre los cuales, estaba el portador del aparato electrónico.

Su mano se fue cerrando rápidamente, apretando cada vez más y más su teléfono. Un grito desgarrador rompió la tranquilidad de la noche y el móvil, salió volando impactando contra el suelo. Algunos vecinos salieron a la calle, intentando ver desde donde había caído tal aparato, pero la oscuridad de la noche enmascaró a Gabriel.

Todo pareció transcurrir con normalidad la semana siguiente. Dejaron de aparecer cadáveres con dos agujeros en su cuello y la policía cesó la investigación. Atribuyeron las muertes a un extraño caso de serpientes agresivas y se paró de buscar un culpable. La gente no terminaba de asimilar este concepto, pero lo aceptaba, cual rebaño sigue a su pastor.

Era Noviembre, y la apertura del mes era ese mismo viernes. Viernes 1 de Noviembre en Moscú, Rusia.

-Cariño voy a recoger el correo.- Comentó una mujer de cabellos rubios, sonriéndole a su marido, un hombre de 27 años, alto, con los ojos verdes y el pelo moreno y rizado. Este le sonrió en señal de afirmación y ella salió, recogió las cartas y volvió a su casa. El frío era aterrador, sin embargo la muchacha no se percató que alguien los observaba. Un sujeto vestido de negro estaba en el tejado del edificio de enfrente, con sus ojos plateados fijos en aquella casa.

Cuando la rubia entró en casa, empezó a leer las cartas, descartando publicidad y guardando información del banco. Mas, una le llamó especialmente la atención, estaba escrita de puño y letra, con tinta roja, y decía más bien así...

“Señor y Señora Popov. Saben de sobra quien soy, y no hay porque hacer presentaciones. Tienen 2 semanas para marcharse lo más lejos de Moscú por su propia seguridad, de no hacerlo serán los próximos cadáveres que examinen la policía forense. Una nueva era vampira se está forjando y los débiles no tienen espacio aquí. Ah, se me olvidaba, dele recuerdos a Nikolai de mi parte.

Fdo...”

La muchacha estaba aterrorizada, apenas podía mantenerse en píe, no cabía en su propio asombro. Seguía vivo. Ese sujeto seguía vivo y venía a por ellos. Fue a hablarlo con su marido que rápidamente se puso en contacto con las otras deidades vampiras, élite de la élite entre estos seres de la noche.

A la noche siguiente tres hombres se reunieron en un bar de la zona, bastante rústico pero acogedor, sentados en un rincón comenzaron a conversar. El tabernero los miraba desconfiado, desprendían un aura oscura, no era nada visible pero era capaz de sentir la maldad que rebosaban esos individuos por los cuatro poros.

- A vosotros también os ha llegado esa carta?-Preguntó el primero, de voz más aguda y pelo rizado, era Nikolai.

-Sí- Respondió seco otro.

-Sí? ¿Y ya está? ¿Pensais quedaros cruzados de brazos? –Dijo alterándose llevando su mano para pegar un golpe en la mesa, sin embargo algo se la sujetó. Era la mano de Leonardo. El más antiguo entre los tres, tenía el pelo largo de un color blanquecino y repeinado hacia detrás, sus ojos, rojo sangre, paralizaban a todo el que lo mirara más de 5 segundos.

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⏰ Última actualización: May 11, 2013 ⏰

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